MADRID
Actualizado:El cineasta y escritor, antes grafitero, Tarik Saleh estaba releyendo El nombre de la rosa y se preguntó qué pasaría si contara una historia parecida en un contexto musulmán. De esa pregunta y de su admiración y obsesión por John Le Carré nació Conspiración en El Cairo, un thriller de espías en pleno centro teológico del Islam, la Universidad de Al Azhar, que conquistó el premio al mejor guion en el Festival de Cannes.
Una guerra feroz entre el poder político y el religioso, crímenes, traiciones, corrupción, miedo y amenazas… se muestran en esta historia, un relato que no pretende ser crítico con el Islam, aunque sí ataca directamente a la facción de los Hermanos Musulmanes, y que explica muchas cosas de un mundo que nos es muy desconocido en Occidente.
Protagonizado por el joven Tawfeek Barhom y con Fares Fares en el papel de Ibrahim, coronel de la seguridad del estado, la película arranca con la muerte del gran imán ante todos los alumnos de la Universidad de Al Azhar. Esto desata una batalla salvaje para ocupar su puesto. Entre los estudiantes está Adam, hijo de un pescador que ha accedido al centro con una beca y al que el Gobierno va a utilizar cruelmente.
Personajes reales como el jefe de seguridad del estado Safwat El-Sherif, que fue ministro de Información con Mubarak, o el poeta Ahmed Fouad Negm –preso durante todos los gobiernos de Egipto-, han servido de inspiración al director que, aunque ambienta su historia en los años sesenta, deja que los ecos de aquellos tiempos resuenen en la realidad del país hoy.
¿Es peligroso hacer una película así?
Depende. No creo que sea peligroso para mí porque vivo en Suecia, pero sería excepcionalmente peligroso para un egipcio que viviera en Egipto. Quiero decir, allí no se haría. Estarías en la cárcel. Incluso al entregar el guion, antes de rodar, ya te llevarían a prisión. Y sería peligroso desde un punto de vista político, no desde un punto de vista religioso.
De alguna manera, en su película dice que la educación mata la inocencia, ¿así lo cree usted?
Sí, lo creo, sí. Y creo que no solo la educación, el conocimiento también la mata. Te pongo un ejemplo, cada vez sabemos más sobre la crisis climática y, sin embargo, todavía no cambiamos la forma de actuar. Mañana viajaré a Finlandia otra vez, y tengo dos hijas que estoy seguro de que en el futuro me preguntarán ¿por qué, papá? Y me dirán que yo ya lo sabía, y me preguntarán ¿cuándo lo supiste? Y me echarán en cara que yo estaba volando todo el tiempo.
¿Qué les contestará?
Que es verdad, porque afirmar que no lo sabía sería mentir. Lo que hacemos, lo estamos haciendo porque no nos importa o porque nos conviene. Lo que quiero decir, volviendo a lo de matar la inocencia, es que si no lo supiera, en realidad sí podría decir a mis hijas que no lo sabía.
El argumento de que algo es la voluntad de Dios se repite en la película, ¿religioso o no, cree en que el destino está escrito?
Estoy un poco en contra de la idea de que el Islam es diferente del cristianismo o el judaísmo. Viene de la misma fuente y todas comparten ese concepto central muy importante de que nacemos con un destino escrito en nuestra alma. Pero creo que sí puedes pensar en un futuro mejor y puedes esforzarte lo suficiente, puedes hacerlo. Sin embargo, la mayoría de los filósofos seculares también están de acuerdo en que no podemos cambiar tanto nuestro destino, porque está bastante predeterminado por nuestro ADN y por circunstancias. Una vez escuché una entrevista con un filósofo y el entrevistador preguntó: "Pero si sabe que no podemos cambiar nuestro destino, ¿qué piensa de su vida?" Y él dijo: "Cada mañana me despierto, me convenzo de que podemos cambiar las cosas. Aunque mis investigaciones dicen lo contrario, lo necesito para vivir con un significado". En el contexto islámico o un contexto espiritual musulmán existe esta cosa de que si algo malo te sucede, es lo correcto, y tú das gracias a Dios. Entonces, si enfermo, debo dar gracias a Dios, porque Dios tiene ese gran plan para mí.
Que es justamente lo que le ocurre al personaje de su película.
Sí. Te imaginas a este chico al que le pasa todo, él tiene que pensar constantemente, ¿cuál es el plan de Dios para mí? ¿Por qué Dios me está haciendo esto? Pero, por supuesto, cada ser humano tiene un límite y hay un momento en que se vuelve contra Dios y es entonces cuando dice: "Oye, Dios, esto es demasiado".
Pasamos la vida buscando al enemigo fuera, usted en la película deja bien claro que el enemigo siempre está en casa, ¿así lo cree?
Sí. Nuestros líderes siempre señalarán al malo fuera para que no lo busquemos en casa. Creo que es una manera de reunir a su alrededor a la gente. Yo tengo antecedentes musulmanes, así que ahora estoy muy agradecido con Vladimir Putin porque al intervenir ha hecho que todos olvidaran cuánto odian a los musulmanes. Y en cambio, ahora odian a los rusos, porque él, por supuesto, ha actuado como el villano. Y no quiero decir que no lo sea, es terrible, lo que hace amenaza al mundo, ha invadido un país, ha amenazado con armas nucleares… lo que asusta a todos, pero… Para mí ha sido complicado ser de origen musulmán viviendo en Europa, porque constantemente vives dos identidades.
¿Es un obstáculo para la película lo poco que se sabe sobre el Islam en Occidente?
No creo, pero es verdad que muchas veces la gente habla de esto sin saber nada al respecto. Pero yo no quiero defender el Islam, no creo que necesite defensa, y, además, creo que es absurdo defenderlo, porque ¿a quién estás defendiendo? Yo no defendería a los talibanes, por ejemplo. Creo que son unos verdaderos idiotas. En el Islam, por supuesto, hay de todo, tienes al psicópata y tienes a la mejor persona, al chico transgénero musulmán igual que lo tenéis en España o en Suecia. Es igual en todas partes. Lo que trato de decir, y esto es algo que aprendí como artista, es que probablemente tengo más en común como cineasta con un cineasta judío o español que con un oficial de seguridad del estado egipcio. El primer ministro de Suecia probablemente tiene más en común con El-Sisi, presidente de Egipto, en la forma de ver el mundo, que con la gente normal sueca, aunque al primer ministro no le gustaría que dijera eso. Parece que el mundo está totalmente obsesionado con estos asuntos sobre la identidad, que son muy superficiales. Para mí como artista, como cineasta, es interesante porque puedo hacer thrillers en un mundo en el que la gente nunca ha estado.
¿Cómo reacciona el público occidental a la película?
Creo que ambientar ahí el thriller es una de las mayores sorpresas. Es divertido, la gente me pregunta qué es real, qué es verdad... Y yo lo que he hecho es una película de ficción. ¿Por qué esta obsesión por lo real en mi película? La gente lee noticias e informaciones en los medios de comunicación que parecen más ficción que mi película. Entonces, de repente, tienen la sensación de que lo que han visto es real. Hay personas que me han preguntado si dictarán una éfatwa por la película. ¿Por qué, por qué lo harían? ¿Porque describo a un imán que es un pedófilo y que es un hipócrita? Todo musulmán sabe que esas cosas ocurren. Por otro lado, la iglesia católica es el lugar perfecto para esconderse si eres un pedófilo.
Ha dicho que se inspiró en John Le Carré, ¿qué es lo que más le interesa de su obra?
No es un secreto que estoy obsesionado con John Le Carré. Y lo que más me gusta de él es que no subestima a los lectores. Él dice que está bien aceptar que no entiendes ciertas cosas, los personajes tampoco entienden ciertas cosas en la historia, pero al final, todos comprenderán la esencia de lo que estaba en juego. Y yo quería hacer un thriller sin trucos, donde lo que estuviera sucediendo te estuviera afectando.
Apenas hay mujeres en la película, aparecen al final y son víctimas.
No hay mujeres en la película porque cualquier institución como esta universidad está dominada por un sistema patriarcal. Por supuesto, la única forma de derribarlo es a través de una mujer. En realidad me inspiré en la Academia Sueca y en el escándalo que ocurrió dentro de ella, donde también utilizaron a las mujeres. Para que esta película funcionara, tenía que eliminar a todas las mujeres de modo que, cuando se abriera a ellas, se las viera y se viera la solución.
La guerra entre el poder político y religioso en Egipto ¿sigue existiendo igual hoy que en los sesenta?
Hoy es mucho más complicado, porque ha sido un desastre desde que El-Sisi llegó al poder. Él quiere el poder absoluto, ha tratado de aplastarnos con su bota. Es un tipo muy inteligente, un verdadero jugador de ajedrez, es como el personaje de Ibrahim en la película. Conoce el alma de la religión perfectamente y utiliza ese conocimiento, era un tipo muy religioso. Mubarak, Nasser… a su lado eran tipos modernos, ya sabes, sus esposas no llevaban velo.
Cuando Nasser llegó al poder, el muftí lo llamó y le dijo: tienes que hacer que las mujeres usen velo, las mujeres en Egipto deben llevar pañuelo en la cabeza. Y Nasser le dijo: "Tu hija va a la facultad de Medicina y no lleva velo. Si no puedes hacer que tu hija use el velo, ¿cómo esperas que yo se lo ponga a todas las mujeres de Egipto?" Esto lo contaba en público. Ahora, la esposa de El-Sisi lleva un velo. Pero, bueno, es una lucha de poder que es muy fuerte y mucho más interesante que en mi película.
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