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"Para los adolescentes es muy fácil prostituirse hoy"

BEGOÑA PIÑA

La necesidad de transgredir y de explorar la sexualidad cuando se es joven choca habitualmente con la absurda negación de los padres a aceptar que a sus hijos les guste el sexo, que sean, incluso, individuos sexuales. François Ozon, recordando aquella época de su vida -'mi adolescencia fue horrible'-, merodea ahora alrededor de estas cuestiones en Joven y bonita. Lo hace desde la historia de Isabelle, una joven de buena familia que decide hacer su personal viaje de autodescubrimiento a través de la prostitución.

Ozon ha encontrado en Marine Vacth a su ‘belle de jour'. En su película, el cineasta francés sigue los pasos de esta chica de diecisiete años, de quien cuenta una historia en cuatro estaciones y con cuatro canciones. Estudiante de instituto, Isabelle explora su sexualidad prostituyéndose. Y el director, guionista también de esta historia, no juzga en ningún momento su decisión, simplemente observa.

Las críticas han sido muy buenas desde el estreno de la película en Cannes, aunque también se ha dejado oír alguna voz que le tacha de misógino (la joven prostituta, la madre engaña a su pareja...)

Primero de todo es que tengo que decir que si no hay un reto, no hago una película. Además, el mundo de la mujer siempre me ha parecido mucho más complejo que el de los personajes masculinos. Y hoy, las mujeres no tienen un trato de igualdad ni en la vida ni en el cine. Lo que más me extraña es que si se trata a las mujeres con igualdad, como personajes complejos, que toman sus decisiones, con lados buenos y malos... entonces eres un misógino.

Con la anterior En la casa y con ésta película indaga usted en el mundo de los adolescentes, ¿de dónde le viene este interés ahora?

Me di cuenta de que desde Bajo la arena todas mis películas trataban de historias de gente de mi edad o mayores, pero antes había hecho cosas con adolescentes. Volví a ese mundo con la anterior y ya con esta película me acordé de lo placentero que fue rodar con Ernst Umhauer (protagonista de En la casa) y lo bien que lo pasé. Quería repetir. Además, mi adolescencia fue horrible y estaba muy cansado de que en el cine siempre me mostraran la juventud como algo maravilloso y mágico. No es así.

Podía haber sido otra cosa, ¿por qué la prostitución?

La prostitución podría sustituirse por la anorexia o por la droga o por cualquier situación en la que un adolescente pone en peligro su vida. En la película, intento también mostrar las facilidades con las que hoy un adolescente puede tener acceso a zonas que pueden ser muy peligrosas. Con las nuevas tecnologías es sencillo para los jóvenes acceder a la prostitución. Cuando yo era adolescente, desde luego, no era tan fácil.

Sin embargo, usted no muestra los posibles peligros a los que se enfrenta su protagonista, no le interesa nada eso.

Es que hay que tener en cuenta que la cámara aquí sigue la historia particular de esta chica, que no trabaja para un chulo ni nada parecido. A ella nadie la empuja. Ella controla su negocio. Eso es lo que yo quería contar. No es así en el 80 por 100 de los casos, es mucho más peligroso que lo que enseño, es verdad. Pero no pretendía que mi película fuera un estudio psicológico de la prostitución. Además, esas escenas de prostitución son diez minutos de toda la historia.

La ausencia de juicio frente a lo que hace la joven ¿indica su propia posición respecto de la prostitución? ¿es usted partidario de la prohibición, de la legalización...?

Lo que pasa hoy en Francia es que se persigue a las prostitutas y yo no estoy de acuerdo con eso. Sí creo que hay que ir contra los proxenetas. Creo que hay que ir contra la prostitución cuando ésta no se ejerce con libertad. Por otro lado, ¿cuándo sabemos que alguien es realmente libre?

¿Isabelle es realmente libre?

No soy un realizador de responder si no de plantear. Soy consciente de que mi película puede perturbar porque te hace preguntarte sobre ti mismo. Para eso hago cine, planteo preguntas.

¿Rodar con Marine Vacth ha sido tan placentero como hacerlo con Ernst Umhauer?

Una de las cosas más importantes en este tipo de película es que los actores no son adolescentes de verdad, son jóvenes de 20 o 21 años. Están cerca de la adolescencia, pero ya no tienen 16 ni 17, en que eran todavía muy frágiles y podría confundirles mucho rodar esos papeles. Con su edad ya saben y sienten que están interpretando. Aunque la cámara sí les roba cosas de su adolescencia que ellos no saben que tienen. Y sí, me lo he pasado muy bien esta vez también.

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