'Pintas menos que Grace Kelly en un andamio'. Podría tratarse de un chiste de Chiquito de la Calzada, pero la frase la pronuncia José Luis Borau como uno de los miles de expresiones que el español ha adaptado con ingenio del cine y que él ha recopilado en el libro Palabra de cine (Península). El director de Forasteros (1975) se pasó años apuntando frases como ésta y echándose unas risas de paso.
Unas las oía en la calle, como la anterior o el mítico 'la cagaste Burt Lancaster', y casi todas aparecían en la prensa ('muchas expresiones no hubieran permanecido en el lenguaje si no fuera por la insistencia de los plumillas', remarca Borau), pero todas ponían de manifiesto 'la fascinación que ha ejercido el cine en el último siglo y hasta dónde ha llegado su empape cultural', apunta.
Para el director, actor y guionista, sin el doblaje no habrían calado ciertas expresiones o coletillas, como algunos de los diálogos de Los Hermanos Marx. Entre ellos, aquel famoso de 'la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte'. 'Muchos de los diálogos de los Hermanos Marx los traducía Mihura y a veces era más gracioso que los originales', remarca el también académico de la Lengua, que ingresó a la institución precisamente con un discurso sobre la influencia del cine en el español.
Además, 'los dobladores tienen sus palabras preferidas que encajan con los movimientos de la boca porque no tienen labiales, por eso se ha preferido ‘cariño' a otros piropos, y eso se ha traspasado al lenguaje coloquial', cuenta.
El repaso de Borau continúa por la famosa ‘rebeca', esa chaquetilla que hace alusión a la que llevaba el personaje interpretado por Joan Fontaine en aquel primer filme de Hitchcock en Estados Unidos, y que tanto éxito tuvo en la España de la posguerra; y continúa con el hecho de que un hombre fuerte sea un 'Tarzán' y una curisilada un 'happy end'.
Pero no sólo de cine americano vive el lenguaje. Para Borau el cine español ha tenido tanta influencia en el habla como el americano. 'Juguete roto, por ejemplo, significa ya una persona destrozada, y eso viene del documental dirigido por Manuel Summers en 1966', esgrime Borau. Asignatura pendiente, de José Luis Garci o La noche americana, de Truffaut, han dejado su huella en el lenguaje coloquial.
'Así como en el siglo XVIII los términos teatrales se divulgaban muchísimo (de ahí vienen expresiones como ‘entre bambalinas') y en el XIX los toros nos proporcionaron coletillas como ‘le dio la puntilla', en el cine ha ocurrido lo mismo en el siglo XX', asume el director. ¿Alguna de sus películas ha dejado huella lingüística? 'No lo creo', dice modesto, aunque recuerda el guión que escribió con Jaime de Armiñán, Mi querida señorita, que proporcionó una frase de las que hoy todavía se recuerdan: 'Qué me va usted a contar, señorita'.
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