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Chagall, el color que derrotó a la muerte

El Museo Thyssen inaugura la primera gran muestra del artista ruso en España

PAULA CORROTO

Cabras, caballos, criaturas con cuernos que parecen recreaciones de Pan, el mal, el demonio. Satán en medio de un campo azul. Una habitación amarilla. Muchas crucifixiones y mujeres de doble cara. Así es el mundo onírico, lírico y lleno de ecos judíos de Marc Chagall (Vitebsk, 1887-París, 1985), el artista ruso al que los escritores de las vanguardias llamaron 'el pintor de las metáforas', y que por fin ha aterrizado en España con una muestra enorme de 150 cuadros en el Museo Thyssen y en la Fundación Caja Madrid, ambos en la capital.

La exposición, que curiosamente coincide con la publicación de su autobiografía Mi vida, en la editorial Acantilado, es, como dijo ayer la nieta de Chagall, Meret Meyer, 'como una música, como versos de poesía'. Un súmmum 'de su vida personal', sus casi cien años de existencia, llenos de instantes de felicidad y cierta tristeza los colores y personajes fabulosos dan una extraordinaria viveza a la muestra, y 'con mucho valor a nivel artístico', añadió Meyer. 'Refleja un mundo irrepetible. No se le puede encuadrar en ningún movimiento', aseguró a su vez Guillermo Solana, director artístico del Thyssen.

Los colores y las criaturas extrañas dan a la exposición una gran viveza

Concebida como una de las grandes exposiciones de la temporada (estará hasta el 20 de mayo), Solana no obvió ayer que se trata de 'un sueño cumplido'. Según comentó a Público, el barón Thyssen se había hecho con su primer Chagall, La Virgen de la aldea, en 1965. Desde entonces la pinacoteca tiene en su haber cuatro cuadros del pintor ruso. La muestra se ha completado con préstamos de otras instituciones públicas y privadas, entre las que destaca el Centre Pompidou con nueve lienzos.

Un vistazo a la exposición enseña por qué los poetas vanguardistas abrazaron de inme-diato este mundo onírico poblado de animales extraños. 'Él fue capaz de aunar lo cotidiano con los sueños', resumió Jean-Louis Prat, comisario de la muestra.

No obstante, no todos fueron sueños de felicidad. Como señaló Solana a este periódico, uno de los cuadros más importantes es La caída del ángel, pintado entre 1923 y 1942, una composición que reúne las características y obsesiones de Chagall: 'En él está representada la tragedia del pueblo judío, el Holocausto. Vemos todos los signos de la catástrofe, el ángel caído, la maternidad, la crucifixión, el folclore ruso y la comunidad judía', explicó.

'Su obra es una muestra de la lucha contra el fascismo', señala el comisario

Este lienzo se complementa con La guerra, pintado entre 1964 y 1966 y que evoca el conflicto de la II Guerra Mundial. Las casas ardiendo, los niños junto a sus madres llorando y una especie de cabra que irrumpe en la escena muestran un cierto paralelismo con el Guernica. 'En Chagall vemos a la multitud corriendo, a la cabra que es el mal. Sin embargo, sus cuadros no tienen unos rasgos tan terribles como los de Picasso. En Chagall hay un mensaje de esperanza religiosa. No importa cuán terrible sea la tragedia', apuntó Solana sobre un artista que en 1941 tuvo que exiliarse a Estados Unidos huyendo de los nazis.

Este mesianismo judío tan propio del artista ruso fue recordado también por Jean- Louis Prat quien, además de esperanza, habló de la libertad de Chagall. De ahí que no se adscribiera a ningún grupo vanguardista a comienzos del siglo XX, de ahí que prefiriera dotar a su pincel de trazos más cercanos al dibujo de los cuentos ilustrados (de hecho, hizo varios trabajos para las fábulas de Lafontaine). 'Quizá su gran pintor complementario es Joan Miró. Los dos tenían sentimientos de libertad. Uno era la mirada oriental y el otro la del Mediterráneo. Su obra es una muestra de la lucha contra el fascismo. Él aportó el mensaje de esperanza en el siglo XX', resaltó Prat.

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