madrid
Actualizado:La rumba bebió de la calle y la calle bebió de la rumba, que hizo suyas las letras de unas canciones para pegar tirones. Un proceso de retroalimentación al que se sumó el cine de José Antonio de la Loma y Eloy de la Iglesia, aunque Carlos Saura elevó el género musical a un estadio superior en Deprisa, deprisa, Oso de Oro en Berlín, cuya BSO incluía Me quedo contigo, de Los Chunguitos, versionada por Rosalía en la gala de los Goya en 2019.
El guipuzcoano rodó Navajeros, Colegas, El pico y La estanquera de Vallecas. El barcelonés, Yo, 'El Vaquilla', Perros callejeros y Los últimos golpes de 'El Torete', por citar solo algunos títulos. Entre el elenco, actores no profesionales que parecían no distinguir la realidad de la ficción. Así, José Antonio Valdelomar se inyectaba heroína durante el rodaje de Deprisa, deprisa para que resultase verosímil, según la prensa de la época, que citaba a fuentes policiales. Luego, mientras su director celebraba el premio, él atracaba un banco.
"En un contexto de cambio de una sociedad rural a urbana, el protagonista es el descampado de las grandes ciudades, donde crecen los chavales en medio de la violencia, el paro y un modo de vida no del todo legal", explica José Manuel Gómez, Gufi, quien firma los textos que acompañan al disco Gipsy Power. La banda sonora del cine quinqui (Sony), una recopilación impulsada por David El Indio, batería de Vetusta Morla.
Los Chunguitos, Las Grecas, Los Chichos, Lole y Manuel, Los Amaya, Toni el Gitano, Los Golfos, Manzanita… Sus casetes reinaban en las gasolineras, mientras que en las radios y en las televisiones sufrían desprecios, como cantaban Los Chorbos en Vuelvo a casa, que pudo escucharse el pasado viernes en la fiesta de presentación del disco en la sala El Sol de Madrid, con la presencia estelar en el escenario de Amador Losada.
"Los Chichos y Las Grecas no salían en la radio y tampoco pincharon a Los Chunguitos hasta que Enrique Salazar murió en 1982. La industria es muy racista y en las emisoras no sonaban los gitanos, aunque hubo una doble repulsa: también fueron desdeñados por los flamencos, quienes consideraban que esa música no formaba parte de su cultura pese a que siempre habían reivindicado el flamenco como lo genuinamente gitano-andaluz", critica el periodista José Manuel Gómez.
Hay canciones redondas. Algunas producciones son sobresalientes. El público las aclama. Sin embargo, la cultura oficial ningunea a sus intérpretes. "Camarón y Paco de Lucía se morían por Las Grecas y Bambino, pero los flamencos son muy tontos, porque descalifican lo que más vende y se pierden por puristas la mitad de la jugada, que es precisamente la que tiene gancho", añade el locutor de Planeta Jondo. "El mérito es de la gasolinera, de la cárcel, del mercadillo, del puticlub y de los coches de choque".
Y, ahora, El Indio, quien ya había dado a conocer más allá de nuestras fronteras la rumba catalana con el recopilatorio The Original Rhythm of Gipsy Rhumba in Spain 1965-1974 (Soul Jazz Records). Sin embargo, sacar adelante un Caño Roto Social Club resultaba demasiado complejo debido a que los derechos de las canciones pertenecían a varias multinacionales, por lo que el proyecto tuvo que esperar al revival de esta subcultura.
En 2009, el CCCB de Barcelona organiza la exposición Quinquis de los ochenta, que pudo verse en La Casa Encendida de Madrid. Ese mismo año, una estrella al filo de la navaja, El Coleta, publica Iberikan Stafford, pistoletazo de salida de una discografía canalla que palmea en el documental Quinqui Stars, de Juan Vicente Córdoba. Y Nando Caballero ensalza al contemporáneo Pantanito en Neocalorrismo & Rumba'n'Roll.
Iñaki Domínguez escribe Macarras interseculares, Macarrismo y Macarras ibéricos, protagonistas del podcast Código macarra. Poochyeeh, la mitad de Sweet Barrio, abunda en el ensayo con Cine Quinqui. Retrato de una sociedad a través de la música (Inflamavle). Y Montero Glez inicia en la novela Sed de champán un viaje a los bajos fondos que remata en Talco y bronce, atracos a todo gas donde rescata el caso Nani.
Carlos Salado estrena la película Criando ratas y Daniel Monzón, Las leyes de la frontera, con BSO de Derby Motoreta's Burrito Kachimba, que resucitan a Triana con su rock psicodélico andaluz. Y el pasado viernes Alberto Rodríguez ha estrenado Modelo 77, sobre las reivindicaciones de los presos comunes en la prisión barcelonesa de la que se fugaría Juan José Moreno Cuenca, el Vaquilla.
El argumento del filme recuerda el motín en la cárcel de Carabanchel en 1976 impulsado por la Coordinadora de Presos en Lucha (COPEL), que exigía una amnistía —similar a la de los presos políticos— y un trato más humano entre rejas. Un escenario, el carcelario, habitual desde El Pico, que recuperaría Juan Vicente Córdoba en Quinqui Stars y El Coleta en El Piko 3, donde comparte pantalla con Jarfaiter y menta al Pirri. Por no hablar del concierto de Los Chichos en el penal de Ocaña, con el Vaquilla entre el público.
"Tras el revival de los últimos años, vi que era el momento para retomar el proyecto del recopilatorio sobre la rumba urbana y suburbial, más madrileña. Como batería de Vetusta Morla, tenía acceso directo a Sony y les presenté el proyecto, que les encantó", comenta David El Indio, quien destaca las producciones y los arreglos de algunos discos y canciones. "Cuando preparaba el repertorio, me di cuenta de su riqueza y del trabajo que hay detrás".
La afición por el cine quinqui y su banda sonora le viene de crío. Su madre escuchaba flamenco y su hermano, el Guille, le abrió como percusionista las puertas del género y de la escena musical. "De pequeño veía las películas y flipaba bastante.Y, cuando profundicé en la rumba, me quedé fascinado, porque hay artistas y composiciones increíbles. Con Gipsy Power pretendo darlos a conocer a nivel internacional, entre los melómanos del mundo".
José Manuel Gómez ensalza la figura de José Luis de Carlos, inventor del sonido Caño Roto y productor de Los Chorbos, Las Grecas, Manzanita, El Luis, Zíngaro e, incluidos en el disco aunque pertenecientes a la escudería de la rumba catalana, Chango y Los Amaya: "Era nivel fetén Maribel". Él tenía clara la visión del nuevo sonido que se estaba gestando y se rodeó de arreglistas como Johnny Galvao, Pepe Nieto y Eddy Guerín.
"Es lo más parecido a la Motown que hubo aquí. Vuelvo a casa, de Los Chorbos, suena mitad a Shaft, mitad a The Temptations", añade el periodista y locutor, quien recuerda que los de Caño Roto se presentaron en las oficinas de CBS con un single de la banda de Detroit y le espetaron a José Luis de Carlos: "Nosotros queremos sonar como estos". Capítulo aparte merecen Los Chichos, quienes abren el recopilatorio con La historia de Juan Castillo: "Su arquitectura sonora no es de Phil Spector, pero tiene un poderío fabuloso".
Aunque también hubo lo que Gómez llama infrarrumba, en referencia a las producciones más precarias, algunas del sello Acropol: "Es rumba punk con pantalones campana. Hechas a una toma y a lo que salga. Sin músicos, solo guitarras, palmas y p'alante. Un rollo muy punki. Los miembros de Laberinto tocaban todos los instrumentos, sin banda de apoyo detrás, y El Luis grabó el disco en una sola tarde", explica Gufi, quien suma a Toni el Gitano a la nómina.
El director de Planeta Jondo cree que lo importante de Gipsy Power es que reconoce a los artistas de la época y sale por patas cuando escucha la palabra revival. No compra los guiños de Rosalía ni de C. Tangana —véase el videoclip Bien duro, escoltado por El Coleta—, considerados "unos cursis y unos posturillas" por otros músicos, cuyo nombre se ahorra. "El revival me la sopla. Aquí solo hay una historia por contar, porque todavía no se ha contado bien".
De hecho, según él, el cine quinqui no era político: "Pese a que cuentan lo mismo que Pasolini —es decir, los contrastes de una sociedad que pasa de rural a urbana y en la que todo está desubicado— y Eloy de la Iglesia pensase que hacía cine social, tanto él como José Antonio de la Loma tenían la intención de forrarse". Ahora, insiste, la creatividad está en otra parte: "Fraskito es un gran compositor e intérprete, mientras que Moncho Chavea es uno de los referentes indiscutibles de una música más inmediata".
David El Indio tampoco cree que la banda sonora del cine quinqui sea de culto, pues algunas canciones partieron la pana en la época: "Ahora bien, fueron populares entre estratos sociales no reconocidos por las altas esferas intelectuales y culturales, quizás porque la música enraizaba con el pasado, con el franquismo, con la emigración, con la marginación y, en definitiva, con la clase obrera".
Un tiempo, a su juicio, fascinante, cuando España miraba hacia fuera en busca de una modernidad que terminaría plasmándose en la movida madrileña. "Eso sí, con el contrapunto del cine quinqui y su BSO, que representaban una realidad social muy dura que no interesaba mostrar", añade El Indio, quien rememora que algunos medios sensacionalistas se hicieron eco de la delincuencia a cargo de los Vaquillas y Toretes, hasta el punto de "encumbrarlos".
La salida del disco ha ido acompañada de un maratón de cine, de dos coloquios con algunos de los nombres propios señalados anteriormente y de un concierto a cargo de la Gipsy Power Band, con Poochyeeh y los hermanos Rafael y Samuel Campos (Darako) a las voces; acompañados por Javi Skunk, David Salvador, Rubén García, José Funko, Chalekito y David El Indio; y con los invitados Amador Losada, de Los Chorbos, y Chaleco Fernández.
A los platos, antes y después de la actuación, DJ Gufi, nombre de guerra de José Manuel Gómez, quien cede la palabra a El Indio. "El disco es un acercamiento a la cultura quinqui desde lo puramente musical", concluye. "Porque mi intención pasa por reivindicar a unos artistas cuyas canciones todos conocemos, aunque las hayamos reprimido por su origen barriobajero".
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