bruselas
Los visitantes del antiguo palacio de la Bolsa de Bruselas ya no especulan con acciones de empresas sino con alternativas al sistema actual. Desde esta semana y durante un mes, el Museo del Capitalismo explica los orígenes del sistema capitalista y los avances que ha aportado desde un punto de vista crítico: también se plantea los límites del consumismo y las alternativas que existen para un futuro sostenible, dentro o fuera del capitalismo.
Crear un espacio de reflexión es el principal objetivo de los organizadores, una asociación formada por unos 15 jóvenes menores de 35 años. A partir de madera, metal y telas, los voluntarios han construido ellos mismos instalaciones como una balanza en la que cada visitante puede diseñar su sistema ideal, dependiendo de cuánto peso quiere dar a la propiedad privada, la redistribución de los recursos o el nivel de regulación. Otro ejemplo es una bicicleta en la que tenemos que pedalear a fondo para producir la energía que se necesita para que un secador funcione durante unos segundos, invitando a la reflexión sobre los recursos que consumimos a diario, aunque no nos demos cuenta.
No es la primera vez que organizan una muestra en torno al tema. Desde 2015, la asociación ha dirigido exposiciones en lugares menos prominentes de la capital y otras ciudades belgas, por donde han pasado ya más de 20.000 personas.
Las instalaciones fueron construidas por voluntarios a partir de madera, metal y telas
La muestra que se ha inaugurado esta semana promete ser un punto de inflexión para el proyecto: el palacio de la Bolsa está en pleno centro turístico de Bruselas, a menos de dos minutos andando de la Grande Place. Prueba de ello es que en el primer día de apertura ya había algunas parejas de turistas asiáticos preguntando qué es este museo que no les aparece en ninguna guía.
Los voluntarios de la asociación tienen un sueño: que el proyecto se convierta en un museo permanente. Si tienen éxito, el ayuntamiento de Bruselas podría ofrecerles un espacio vacío que acoja la exposición de manera permanente, o incluso que el palacio se convierta en la sede definitiva. Sería el segundo museo permanente dedicado al capitalismo en Europa, ya que existe uno en Berlín, que abrió en 2015.
¿El capitalismo necesitaba un museo?
Para Samuel Hus, de 27 años, voluntario de la asociación que ejerce de guía y que ha construido varias de las instalaciones de madera con sus propias manos, sí, lo necesitaba. "Nunca hablamos del capitalismo como sistema. Hablamos siempre de los pequeños problemas como la conservación o la sanidad pero todo ello tiene un contexto mucho más global que es el capitalismo, una tendencia general. Queremos ser un espacio donde la gente pueda tomar este punto de vista sistémico", explica.
Para Hus, licenciado en Ciencias Políticas, el término capitalismo se usa muchas veces sin entender realmente lo que significa: cuando llamamos a alguien "capitalista", lo hacemos casi como insulto.
Por eso, lo primero que uno se encuentra al entrar a la muestra, que a pesar de tener unos 200 metros cuadrados solo ocupa un pequeño ala del imponente palacio, es una definición: "El capitalismo es un sistema que se caracteriza por la exigencia de acumular beneficios a través de la propiedad privada".
Luces y sombras del sistema
No todo es malo en la visión crítica que ofrece la exposición. Siguiendo con la visita, la segunda sala muestra los beneficios del capitalismo: por ejemplo, que ha ofrecido incentivos a las farmacéuticas para desarrollar medicamentos efectivos, o el ‘sueño americano’, que promete que si uno se esfuerza, puede conseguir lo que se proponga.
La meritocracia "motiva a la gente a trabajar, es estimulante. Tenemos elecciones que tomar en nuestra vida", explica el guía ante un panel con fotos y frases célebres de personas conocidas por su éxito como Barack Obama o la autora de Harry Potter, J.K. Rowling.
El museo invita a reflexionar sobre desastres medioambientales, la obsolescencia programada, las dictaduras o las modas
De aquí pasamos a lo que la asociación llama los "límites del sistema": qué tiene de malo. Los paneles invitan a reflexionar sobre desastres medioambientales provocados por la industria como Chernóbil, o fenómenos como la obsolescencia programada, la dictadura de las modas o el individualismo: si alguien necesita un cortacésped, que es algo que solo se usa unas pocas veces al año, ¿por qué cada persona debe poseer uno? ¿No sería mejor que hubiera uno común para varios vecinos?
"Si miras los privilegios y las desigualdades, vemos que no es algo para todo el mundo", defiende Samuel Hus. "Tiene dos lados: producimos muchísimo y gracias a eso tenemos ‘smartphones’, pero destruye el planeta".
En busca de una alternativa
La exposición termina con un mensaje de esperanza: una alternativa más sostenible que el capitalismo actual es posible. Un panel de unos tres metros de largo por dos de ancho que domina la última sala de la muestra en el que se recogen ideas como la creación de un salario máximo o el ‘community land trust’, un sistema de gestión de vivienda sin ánimo de lucro que pretende luchar contra la especulación.
Las alternativas tienen ojos y cara al finalizar el recorrido, ya que más de una decena de asociaciones ocupan un espacio en el que explican cómo funcionan sus propuestas. Entre ellas, entidades como Zinne, una moneda alternativa local creada hace unos meses, Pro Vélo, que promueve el uso de la bicicleta como medio de transporte, y organizaciones que denuncian la explotación de trabajadores en el Sur.
La exposición termina con un mensaje de esperanza: una alternativa más sostenible que el capitalismo actual es posible.
Para continuar la reflexión, habrá debates sobre temas estas alternativas en ámbitos como la alimentación, el feminismo, el neocolonialismo, la crisis climática, la justicia social, la democracia o las finanzas. "Es una manera de poner las alternativas en valor", explica el guía. "Es difícil que las alternativas se hagan ‘mainstream’ pero informar es un primer paso hacia la sensibilización".
Si tienen la ocasión de pasar por Bruselas, puede visitar la exposición cualquier tarde hasta el 13 de septiembre. Y si la muestra tiene éxito, puede que pronto pase a formar parte de las guías turísticas de la capital europea junto al Manneken Pis o la Grande Place.
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