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'Brañaganda' aborda los secretos de la Galicia rural

David Monteagudo enfrenta razón y leyendas en su última novela

LÍDIA PENELO

A pesar de haberse criado en una aldea perdida entre las montañas de Galicia, nunca ha creído en meigas ni en supersticiones. El escritor David Monteagudo (Viveiro, Lugo, 1962), tampoco cree en hombres lobo. Sin embargo, los personajes de Brañaganda (Acantilado) viven amenazados por los asesinatos perpetrados por un supuesto lobishome.

El autor sabe que la presencia de esta criatura sobrenatural puede cobrar más importancia de la que tiene para él. 'Si alguien lee Brañaganda en clave fantástica quizás acabe un poco decepcionado, pero creo que incluso ese lector puede disfrutar con el retrato de los paisajes y sentimientos del libro', argumenta el autor que debutó hace un par de años con Fin, novela de la que Jorge Torregrossa está rodando un largometraje protagonizado por Maribel Verdú.

El escritor creció en un ambiente similar al que describe en su novela

Orlando es el narrador y protagonista de una historia cuya acción arranca a finales de los años cincuenta, en una zona rural y aislada, donde la filosofía de sus habitantes está construida a base de leyendas y ciclos lunares. El contrapunto a la mentalidad de esas gentes son los padres de Orlando, una maestra y un pintor de talento desaprovechado.

Monteagudo conoce bien el escenario descrito en Brañaganda, ya que su madre era maestra y él pasó su primera infancia en un paraje similar a ese en el que crece Orlando: 'En casa había una extraña mezcla de una mentalidad muy de izquierdas y un discurso progre sobre la dignidad de cualquier oficio, con una especie de sentimiento de superioridad por ser los representantes de la cultura y un desprecio por la gente ignorante. De hecho, a mi madre le daba un poco de vergüenza contar a qué me dedicaba cuando empecé a trabajar en una fábrica'.

David Monteagudo se estrenó en la escritura cuando cumplió los 40, se regaló un hábito que le reconciliaba con su sueño de juventud. Desde niño se convirtió en lector voraz, sobre todo clásicos, y empezó a estudiar letras, una carrera que dejó para trabajar en una cadena de montaje. Durante años, madrugó para ir al trabajo, y por las tardes leía y escribía. A pesar del éxito obtenido con Fin, su primera novela publicada, le costó romper esa rutina y dejar la fábrica, pero ahora está encantado de poder dedicar más tiempo a sus hijos.

En el relato afloran los silencios que aún perduran sobre la Guerra Civil

En la novela también hay amores prohibidos, extrañas alianzas de poder y una Guardia Civil prepotente. Pero Monteagudo va más allá del costumbrismo inocuo y superficial y en Brañaganda no se olvida de los silencios venenosos que todavía hoy protagonizan los habitantes de las montañas gallegas respecto a lo sucedido durante la Guerra Civil.

'El hombre lobo es menos peligroso que los falangistas durante la Guerra Civil', apunta un pasaje de la novela. Monteagudo ratifica que en la tierra que le vio crecer los falangistas hicieron 'verdaderas salvajadas' y que eso 'todavía es un tema pendiente'.

Reacio a manifestar sus ideas políticas, 'esto es una entrevista literaria', observa el autor cuando se le pregunta por su opinión respecto a la memoria histórica, termina admitiendo que no es partidario de silenciar los hechos, que los que siguen enterrados en cunetas deberían poder recibir sepultura y que España 'debería hacer con el franquismo lo mismo que han hecho otros países que han vivido bajo una dictadura'.

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