En India todavía existe una ley de la época del imperio británico que criminaliza 'el intercambio sexual en contra del orden natural' con penas que van desde los diez años de cárcel a cadena perpetua. Los gays continúan siendo un grupo muy desfavorecido por una sociedad que les ignora.
La próxima semana en ARCO la homosexualidad de la india quedará al descubierto, sin concesiones. Entre otras cosas, gracias al artista Anay Mann, que será una de las visitas obligadas entre las obras procedentes de India, país invitado en esta última edición de la feria de arte, que arranca el miércoles a la sombra de la crisis económica.
Las fotografías de Anay Mann muestran interiores claustrofóbicos y suntuosos donde hombres completamente desnudos uno de ellos el propio artista practican sexo o dan muestras de haberlo hecho. De vez en cuando, una mujer ataviada solamente con unos misteriosos tacones rojos, entra a participar en la escena. 'Estas imágenes no se pueden mostrar en India', afirma Devika Daulet-Singh, dueña de la galería Delhita Photoink, en la ciudad de Nueva Delhi, donde expone Mann. Por eso, las fotografías de gran formato se han colocado en la parte trasera de la oficina, a puerta cerrada, donde el público no pueda verlas.
'Anay es el sujeto y el objeto de sus fotografías. Se ha expuesto mucho, de modo que tienes que entender que se encuentra en una posición muy vulnerable', responde Devika tratando de evitar el tema de la sexualidad en las imágenes de Mann. Anay abandonó con 28 años su trabajo como modelo y se colocó al otro lado de la cámara. Desde entonces se ha dedicado a retratar cómo se difuminan las fronteras tradicionales de religión, género e identidad entre los jóvenes de clase media de la India urbana, como él mismo. Ahora parece internarse más allá de esas fronteras en un cara a cara con el cuerpo desnudo y la identidad sexual.
'Nuestra misma ley no es muy clara con respecto a la sexualidad. Pero las cosas están cambiando. El arte en India no se enfrenta a la censura, pero sí que hay una oposición a la libertad de expresión por parte de algunos sectores de la sociedad, que a posteriori puede resultar positivo... Los obstáculos pueden reforzar tu resolución y acentuar tu creatividad', afirma Bose Krishnamachari, comisario de Panorama India en Arco.
Con la serie fotográfica Los nuevos prerrafelistas que se mostrará también en Arco, Sunil Gupta recurre al movimiento pictórico romántico y antiacademicista inglés del siglo XIX para contar los sentimientos del siglo XXI. Compone a partir de parejas homosexuales interraciales, retratadas en plena performance en un escenario bucólico y artificioso.
El artista, nacido en Nueva Delhi y criado en Montreal, experimentó a mediados de los setenta el movimiento de liberación gay en Nueva York y más tarde se trasladó a Londres para estudiar fotografía, donde continúa residiendo.
Las imágenes de Gupta suelen documentar sus propios sentimientos como homosexual indio que vive en Europa, experimentando una enorme diferencia entre las culturas oriental y occidental.
En su trabajo como fotógrafo, escritor y comisario, Gupta ha denunciado con frecuencia la actitud de la sociedad india frente a las relaciones homosexuales. Además, ha puesto en primer plano la homofobia de su país de origen y ha querido concienciar sobre la vida de las personas con VIH, como él mismo.
Gupta ha reflejado en sus imágenes el momento en que volvió por primera vez a India, y el ambiente homosexual underground que encontró. También ha querido dar testimonio, sin la más mínima intención documental, cómo aceptó ser un VIH positivo en la noche gay de Londres.
Ambos fotógrafos indios cuentan con el precedente de Bhupen Khakhar, un artista tardío nacido en Bombay en 1934, y cuyo primer trabajo fue como contable en la administración. En una biografía fue descrito como 'el pintor indio más provocador', ya que desarrolló un poderoso estilo visual, que combinó el arte tradicional indio con referencias a las pinturas en miniatura del período mughal y a la mitología erótica del país. También sus vibrantes colores se vieron unidos a temas como su homosexualidad. En 2002 el museo Reina Sofía le dedicó una exposición individual.
Pero la homosexualidad de Bhupen, fallecido en 2003, como la de tantos otros, significó la lucha de hacerse visible. En junio del año pasado se celebró el primer día del orgullo gay en Nueva Delhi, en una colorida y ruidosa marcha que convocó a cientos de personas. La asistencia no fue masiva y todos se alegraron de la ausencia de brotes de violencia.
Grupos de artistas e intelectuales han unido sus fuerzas para pedir al Gobierno la despenalización de la homosexualidad. Pero si todavía se multa a las parejas por besarse en público según otra ley contra la obscenidad, parece difícil que el Gobierno indio decida derogar estas leyes victorianas.
La situación es paradójica, porque mientras llamar a alguien gay en India es un insulto, este mismo país acoge antiguos templos, murales y otras manifestaciones artísticas como el Kama Sutra, el libro de culto sobre el amor escrito por un asceta indio hace 2000 años, que describe gráficamente el sexo homosexual con profusión.
'La libertad de expresión no está amenazada en India. Hay grupos sociales como en todas partes, que interrumpen su funcionamiento habitual. Pero eso también ocurrió en Europa como con el cómic sobre el islam publicado en el periódico danés', se exculpa Roshini Vadhera, galerista que también expone a seis artistas indios centrados en la performance en Arco.
Sin embargo, las interrupciones a la libertad de expresión en India son frecuentes. La censura llega hasta la obra Los versos satánicos, del escritor de origen indio Salman Rushdie. También al cineasta Deepa Mehta, que se vio en la obligación de terminar el rodaje de su película Agua, en Sri Lanka, por el furor destructivo en pleno rodaje mostrado por los extremistas hindúes, por considerar que no respetaba sus creencias.
M. F. Husain, el artista indio más famoso y cotizado, vive autoexiliado en Dubai por haber pintado a diosas hindúes desnudas. Ahora, se enfrenta a la destrucción de su obra cada vez que una galería le expone. Fue llevado a juicio por 'promover la enemistad' entre religiones e incluso se llegó a pedir cerca de ocho millones de euros por su cabeza. Así que, en Dubai, el artista de 93 años se siente más tranquilo. Sigue en sus trece de que la desnudez significa pureza.
'No creo que Husain viva en Dubai porque se sienta inseguro en India. Sencillamente se encuentra indignado ante una cierta forma de fascismo, que todavía logra sobrevivir y crecer en India. Está simplemente asqueado', explica Bose. La democracia vibrante e imperfecta de India, lidia cada día con diversos grupos étnicos y religiosos, y con todos los tumultos que ello conlleva, pero, por el momento, no han podido acallar al arte.
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