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Ana García de Barañano escribe su primera novela histórica tras recorrer el mundo como esposa de un embajador

En 'Si al menos la luna' la periodista teje una densa trama de intrigas en la India del siglo XVI, un relato histórico de una sociedad que aún está presente en la actualidad.

Ana García de Barañano posa tras una mesa, en una imagen de archivo
Ana García de Barañano posa tras una mesa, en una imagen de archivo. CEDIDA

"La gente sabe muy poco de la India, algo de Gandhi, que los ingleses llegaron y oprimieron a los indios, un poco de su espiritualidad, pero nada más". Bajo los últimos destellos de la luz cálida del verano, Ana García de Barañano habla con Público sobre su primera novela. Tras vivir allí como mujer del embajador de España en el país, con el que ha conocido medio mundo, ha aprovechado el tiempo para conocer en profundidad otras formas de ser, vivir y sobrevivir. 

Si al menos la luna es el título de la obra finalista del VIII Premio Alexandre Dumas de Novela Histórica. Una novela que la escritora madrileña empezó a escribir durante su estancia en la India, tras el nombramiento de su marido como embajador de España. Cuatro años durante los cuales fue investigando la Historia de la dinastía mogol, que gobernó la India por casi 300 años.

"Los mogoles eran unas tribus nómadas del Asia central, descendientes por una parte de Gengis Kan y por otra parte del famoso Tamerlán. Vivían en la que hoy es la zona de Azerbaiyán y Kazajistán, los territorios limítrofes con el norte de India", explica la autora.

En un momento determinado, los mogoles empiezan a invadir la India conquistándola casi por completo. Pero será sobre todo durante el siglo XVI, con los seis primeros gobernantes mogoles, entre ellos el Padshah Akbal, cuando la sociedad dé pasos de gigantes hacia la modernidad. "El Padshah Akbal era un hombre muy clarividente, de origen musulmán pero de mente abierta. Hizo mucho por los derechos de las mujeres y por la libertad religiosa", afirma García de Barañano.

A partir de la figura del Padshah, la periodista entreteje una densa trama de intrigas, venganzas y turbias carreras para hacerse con el poder. Un embajador enviado desde España por Felipe II llega a las Indias Orientales junto a su hija María, protagonista y narradora del relato. Las relaciones comerciales entre portugueses y mogoles corren el peligro de deteriorarse por la amenaza turco-otomana, pero sobre todo por las divergencias religiosas y culturales tanto dentro de la India como afuera.

Redescubrir la India a través de su Historia

La historia de María de Lencastre y Guzmán servirá de punto de partida para adentrarse en los meandros de la corte mogol, y de esa manera acercarse a una cultura que los occidentales desconocemos por completo. Una figura femenina que le sirve a la escritora para moverse con absoluta libertad por el harén mogol, donde las mujeres gozaban de un sueldo y de una preparación cultural completa.

"Querría desterrar la idea del harén turco de las esclavas sexuales; el harén mogol no tiene nada que ver. Las mujeres vivían juntas por una cuestión de protección, pero todas tenían un sueldo acorde a su rango, desde la que limpiaba hasta la reina. Eran además mujeres cultas y preparadas", afirma la autora.

A principios del siglo XVII, comienza el declive de la India mogol, una oportunidad que los ingleses de la Compañía de las Indias Orientales aprovecharán sin escrúpulos. Sin embargo, de ese período quedan hasta el día de hoy importantes monumentos, y la abolición del matrimonio con niñas y del sati.

"El sati era una norma muy común en el hinduismo", cuenta García de Barañano, "cuando las mujeres se quedaban viudas se las quemaba en la pira funeraria con el marido, se las lanzaba a la hoguera vivas. Eso se abolió en época de los mogoles".

La novela de Ana García de Barañano parte de unas bases teóricas sólidas, resultado de una investigación historiográfica rigurosa. Aunque no se aleja mucho de ciertos elementos típicos de toda ópera prima: el afán pasional por contarlo todo deja al descubierto aquellos rincones normalmente oscuros de la escritura, que apelan a la intuición crítica del lector. Y, si la primera parte del relato responde diligentemente a los dictámenes de la novela histórica, en la segunda parte recoge inesperadamente las tintas melodramáticas de una película de Bollywood.

El resultado es un fresco de la India que, no obstante, la lejanía temporal deja entrever las contradicciones de la sociedad actual. El fundamentalismo religioso, la rígida división en castas, la extrema pobreza frente a la ostentada codicia van de la mano con el genio emprendedor de las mujeres indias, y en casos puntuales con unos hombres de gobierno progresistas y magnánimos.

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