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"Nunca tuve que vender mi cuerpo, pero jugué con mi apariencia. Era muy consciente de cómo me miraba la gente mayor que había a mi alrededor y me di cuenta de que hubiera podido conseguir un ingreso extra, si hubiera querido". Eso ocurrió hace veinte años, cuando el actor, guionista y director Nicolas Bedos trabajaba como pianista en un bar de la Riviera francesa. Los recuerdos de aquella época, turbios y poco agradables, han dado forma a su nueva película, Los amantes del engaño, un carnaval de personajes amorales en la realidad de la Costa Azul de hoy.
La conocida frase del británico W. Somerset Maugham, "la Riviera francesa es un lugar soleado para gente sombría", es la atinada presentación a esta historia, un relato de despiadadas traiciones y mentiras, de celos desatados, de guerra de sexos y venganza, de despreciable clasismo, de horror a la pérdida de la juventud y la belleza, de feroz especulación inmobiliaria… navegando sobre cinismo y falsedad. Una historia de deseo y ambición, de amor y desamor, protagonizada por Pierre Niney, Isabelle Adjani, François Ozon y Marine Vacth.
"Todo es falso aquí", sentencia un personaje en esta ficción, estrenada en el Festival de Cannes y que arranca con un disparo. Lo que sucedió antes es lo que cuenta esta película, en la que Adrien, un joven gigoló, exbailarín, que vive del dinero de una vieja gloria del cine, Martha, conoce a la joven y audaz Margot, estafadora profesional. Aliados, planean un gran engaño.
Esta es una historia inspirada en su propia realidad de juventud y que usted intentó contar antes desde la novela, ¿verdad?
Sí, trabajé mucho en el libro, pero me perdía en divagaciones y decidí hacer un guion. Todo está inspirado en historias diferentes que he vivido personalmente, pero también en otras que he observado a mi alrededor. No hay nada que no esté ligado a la realidad, porque me debe faltar imaginación... así que siempre empiezo a construir a partir de algo real.
¿Y lo que tiene que ver con usted es lo que muestra del personaje de Adrien?
Sí, Adrien está inspirado en un momento muy triste y patético de mi propia vida, pero yo nunca tuve que vender mi cuerpo, aunque jugué con mi apariencia. Era muy consciente de cómo me miraba la gente mayor que había a mi alrededor y me di cuenta de que hubiera podido conseguir un ingreso extra, si hubiera querido. Debería sentirme especialmente cerca de él, pero lo cierto es que, hasta cierto punto, me reconozco un poco en todos los personajes.
¿Los otros personajes están inspirados en personas reales?
Sí. Por ejemplo, el personaje interpretado por Isabella Adjani está basado en dos personajes diferentes, pero principalmente en una mujer que era amiga de mis padres. Luego el personaje de Margo está basado en una chica de compañía con la que hablé una tarde en el Ritz, donde yo trabajaba como pianista. El agente inmobiliario, en el amigo de un amigo… Así que todos ellos están inspirados en personajes reales.
¿No se han molestado con la película?
No lo sé, esas personas ya no están presentes en mi vida. El personaje que más inspiró al de Isabelle Adjani, es ya leyenda, murió antes de que se hiciera la película. En cuanto a la mujer en la que basé el de Margot, ni siquiera sé dónde se encuentra ahora. Probablemente pudo por fin encontrar el amor que buscaba y esté viviendo en algún lugar de Dubai o algo así.
Dice que se reconoce en todos los personajes, no solo en el Adrien…
… También me reconozco en el enfado de Margot contra los hombres, y no es que necesariamente esté de acuerdo con ella, porque a veces la encuentro demasiado radical, pero aun así, esa ira, ese deseo de irse, es algo que realmente me suena muy familiar. Puedo identificarme fácilmente con una mujer. Digamos que cuando eres un escritor hábil, apasionado, y quiero creer que lo soy, entonces eres una especie de híbrido de todo tipo de personas. Eres hombre o mujer. Eres heterosexual, eres gay. Eres todo al mismo tiempo.
La película presenta una guerra hombre-mujer, ¿cree que las mujeres están pensando en vengarse de siglos de dominación de los hombres?
Sí. Al menos, de ahí viene el enfado de Margot, definitivamente, y el sentido de venganza. Personalmente, creo que hay algo especial o inquietante en esta película y está relacionado directamente con esto, y es que no sabemos cuál es mi posición como autor, como director de la película, porque actúo como un espectador más. Y todo eso se debe a que estoy un poco perdido, por eso trato de provocar reacciones más que realmente de juzgar o defender a un personaje u otro. En cuanto al personaje de Margot, creo que puedo sentir lo que ella siente, es ira por todo lo que ha pasado, pero ella lidia con ello. Sufriendo de distintas maneras, también, encuentra soluciones para ello. Yo solo expreso mi propia preocupación frente a este movimiento y presento la posibilidad de la liberación final.
¿El movimiento del #MeToo influyó de alguna manera en la escritura del guion?
Mucho de lo que hay en la historia lo escribí antes de que sucedieran muchas cosas, mucho antes del #MeToo, pero cuando empezamos a rodar e íbamos avanzando, más se acercaba todo a la realidad. Sin embargo, en algún momento se volvió incluso complicado y tomó direcciones que hubieran podido ser peligrosas, así que tuve que encontrar un equilibrio entre los diferentes aspectos que estaba desarrollando. Para mí, creo que lo que quedará es la profunda sensación de esa reticencia extrema. Al final, esta película es el retrato de una pesadilla. Realmente la veo como la imagen de una pesadilla que no me gusta. Incluso me desagrada la relación que las mujeres tienen con los hombres y la que tienen los hombres con las mujeres.
Un personaje esencial de esta historia es la Costa Azul. A pesar del sol y los paisajes ¿es tan siniestra como la presenta?
Sí, lo es, la Costa Azul es un lugar donde encuentras una combinación de dinero, fiestas, celos y corrupción. Mientras buscábamos ubicaciones, todo lo que vi fueron las horribles casas de los ricos y las consecuencias del juego inmobiliario. Fui muy consciente de la actitud desagradable de los empleados o guardianes de esas villas, que no tienen más que desprecio por los jefes para los que trabajan.
¿El personaje de la actriz veterana que interpreta Isabelle Adjani es una metáfora de lo mejor y lo peor del cine?
El personaje que interpreta Isabelle Adjani encarna la lenta agonía del cine, el último momento del cine, cuando el cine hizo lo mejor. Entonces había más admiración, más fascinación por el cine, cosas que ahora están desapareciendo. Hoy lo que sí hay es una cierta amargura por esta desaparición. Así veo el personaje de esta mujer, más que como una imagen de desesperación.
Hay muchas referencias cinéfilas, una clarísima es Norma Desmond de 'Sunset Boulevard' de Wilder.
Sí, por ejemplo, está esa escena en la que están teniendo sexo en el sofá y él está viendo al mismo tiempo una película de cuando ella era joven y, claro, puedes pensar que él lo mira porque ella ahora ya es demasiado mayor para excitarle y en el cine estaba llena de vida y de energía, mientras que ahora es como la cáscara vacía de una celebridad. Me gusta eso. También hay una cena inspirada en una película…
Además, ha apostado por una combinación de géneros, aunque predomine el thriller ¿por qué?
Muchas personas después de ver la película han venido a decirme, sorprendidas, que no sabían que el cine francés podía ser así, entretenido en el sentido estadounidense. Me lo dicen como un cumplido, por supuesto, y creo que es realmente genial. En esta película hay un trasfondo de sexo, tensión… luego tienes un thriller, como una película de acción. Me encanta eso.
¿Es muy importante para usted que sus películas sean accesibles, que entretengan?
Sí. Esa educación del esnobismo… ufff, ya sabes. Me siento bastante aislado en Francia por esto, por esta relación con el cine que tengo. La prensa francesa me distingue y me pone en una posición bastante atípica en comparación con el resto del cine francés. En general, la imagen del cine francés no es la de un cine que mire mucho al espectador y a mí me gusta hacer las películas que disfruto viendo. Tal vez tuve la suerte o la mala suerte de convertirme en director bastante tarde, aunque algunas personas piensan que fue temprano, yo considero que fue tarde. Entonces, cuando finalmente comencé a hacer películas, no tenía un enfoque snob, no pretendía demostrar nada. Solo fui al grano e hice las películas que me gustaban a mí y que quería hacer para las personas que me rodean y a las que amo.
Hablando de conectar con el público, en esta película no ha creado personajes especialmente simpáticos, ¿no le preocupaba eso?
Claro, no estoy completamente loco. Me di cuenta, por supuesto, de que hay menos empatía inmediata con estos personajes que con otros que creé antes, quizás son muy cínicos o están quemados por la vida, pero también tienen momentos especiales, por ejemplo, el pianista o cuando descubres al personaje de Isabelle Adjani en su fragilidad al final, eso puede ser abrumador. Al menos a mí, ella me hizo llorar. O el personaje de Laura Morantes, que también es una mujer dura, pero con la que sí te puedes identificar. O el de François Cluzet, que es un pobre tipo.
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