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MÁLAGA._ Quedamos con Álex O’Dogherty en el Teatro Cervantes de Málaga. Se mueve con rapidez, y en su mente lleva todo lo pendiente por hacer. En sus manos, las camisetas de su nueva obra. Es un actor diferente a lo habitual pero pronto se descubre que, además, es un currante nato. Una persona que se ha buscado la vida desde siempre y que ha peleado para trabajar desde la llegada de la crisis.
Después de The Hole 2, ha producido su último álbum y, además, ha puesto en marcha El amor es pa’na. Una obra que través de la risa plantea preguntas sobre cómo reaccionamos frente a nuestros sentimientos. Un espejo donde mirarse y reconocerse. Un espectáculo que no termina con la caída del telón, porque valora por encima de todo a quienes han pagado la entrada para verlo. Por eso, se baja del escenario, camina entre el público, promociona su álbum y espera fuera del teatro para hacerse fotos con quien lo desee. El próximo destino: Madrid.
'El amor es pa’ná'… ¿cómo llega a esa conclusión?
Esta obra surge en el programa Noche sin Tregua, de Paramount Comedy, que presentaba Dani Mateo en el año 2005. Yo llevaba desde el año 2000 haciendo monólogos con Paramount y, casi a la misma vez, había empezado a hacer canciones. En principio comencé a componer canciones de amor, que también las sigo haciendo, pero decidí añadirle un toque de humor. Un día volví a casa después de un desengaño y estaba componiendo una canción con mucho dolor, pero en mitad del tema…
¿Cambió el chip?
"Confío en que algún director se atreva a darme más papeles dramáticos"
Sí. Yo decía (simula que toca una guitarra): “Todos esos besos que nunca me diste”. Y como no sabía cómo acabar, añadí: “Tú te lo perdiste”. Me hizo gracia en ese momento y se acabó convirtiendo en una canción de humor. Uno de mis vecinos, con quien la compartía, era Julio Fraga, que además es el director de este espectáculo.
De un momento de drama hizo una tragicomedia.
Sí, se trata de reírnos. Todo esto empezó cuando yo comencé a tomarme a broma mis fracasos amorosos.
Visto así, es un ahorro de visitas al psicólogo…
Sí, lo digo en el espectáculo. Entre pagar a uno para que me escuche, o que la gente pague para escucharme…
¿Y qué ocurre para que un espectáculo que arranca en 2005 no se estrene hasta 2016?
En aquel programa compuse trece canciones con esa temática de historias de desamor con mucho humor. Cuando terminó el programa comprendí que ahí yo tenía un espectáculo. Alguien subió las canciones a Youtube y empezaron a tener muchas visitas. Eso me animó a ponerlo en marcha. Yo soy muy lanzado en esto y creé unos textos para unir las canciones.
Pero lo dejó aparcado.
La idea era hacer de ello un espectáculo en serio, pero coincidió que entré en “Camera Café”. Y todo empezó a ser muy difícil. Yo necesitaba tiempo para ponerme a trabajar con esta idea, pero no lo tuve. Lo que hice, en realidad, fue alargar la vida del espectáculo que ya tenía montado, y que era “¿Y tú de qué te ríes?”. Lo normal era que hubiese durado cinco años, pero duró diez. Aún así, yo seguía escribiendo porque quería hacerlo.
¿De qué tipos de amor habla en la obra?
Se habla de todo. Cuenta la historia de una persona que se enamoró la última vez, con todo lo que tiene de los nervios en el estómago y los pajaritos… Pero pierde la capacidad de enamorarse. Él creía que en eso de casarse y vivir juntos toda la vida, pero no le ocurre. Se cuenta la degradación de esta persona hasta que termina saliendo a la calle, y se levanta con gente con la que no se hubiese acostado de forma normal. Me gustaría que este espectáculo sirva para plantear cuestiones.
¿Cuáles?
¿Es malo quedarse sólo toda la vida? ¿Hay que encontrar una pareja a la fuerza porque nos lo han vendido siempre? ¿Lo normal es tener parejas e hijos, o es un drama?
El mito del amor romántico.
Sí, que no es que sea malo tampoco. Si lo tienes bien, pero si no lo tienes, ¿qué pasa? ¿Es malo quedarse así? ¿Hay que estar toda la vida buscando a esa otra persona ideal? ¿O a lo mejor nos va a frustrar más esa búsqueda casi obligada y no encontrarlo?
¿Por todo eso interactúa tanto con el público en la obra?
Yo tengo una tensión antes de salir que no tengo en ningún otro espectáculo. Estoy todo el tiempo revisándolo y reescribiendo, porque cada día vuelven a pasar cosas… Yo estoy al tanto de lo que la gente me cuenta cuando les pregunto. Y si es oportuno, lo incorporo. Sólo pido al público que se abra desde dentro, de verdad, no saco a nadie al escenario, que opine el que quiera.
Me llama la atención su página web, que muestra su currículum incluso en diversos formatos.
Porque siempre he sido muy de la autogestión. Lo aprendí en nuestra escuela nada más empezar. Y yo siempre tenía las ideas y quería mi propio espectáculo. Por supuesto que quería hacer cine y series, pero también mi propio espectáculo.
¿Y se puede hacer en este país?
"Me gustaría que este espectáculo sirva para plantear cuestiones. Sólo pido al público que se abra desde dentro"
Sí, pero con muchísimo trabajo, esfuerzo y dinero. Es casi imposible que algo sin mucho dinero invertido genere mucho dinero. Eso sólo son casos especiales. No todo el mundo puede invertir. Por eso, muchas veces, las compañías pequeñitas se quedan ahí, porque no pueden llegar a más público.
Para hacer arte en este país sólo se necesitan dos cosas. Una, el talento, que aquí sobra. No sólo en España, en Andalucía también, por supuesto. Y dos, hace falta gente en la que se pueda confiar. Yo he tenido la suerte de trabajar en la televisión y hago espectáculos donde estoy yo sólo. Pero cuando empezó lo más grave de la crisis, yo monté La Bizarrería. De estar yo sólo con mis monólogos, sin problemas, empecé a crear esto con seis personas más. Y eso lo creé justo cuando se subió el IVA al 21%. Fue de traca. Sólo pueden sacar la cabeza dignamente las primeras espadas, como se suele decir.
Habla por propia experiencia.
Me ha costado mucho. De los cuatro años que llevamos con La Bizarrería, el primer año y medio perdí dinero constantemente en cada actuación. Yo pagaba por actuar.
¿Y qué le mantenía ahí?
Porque yo soy de esa naturaleza. Confío en lo que hago y sé que el mundo de los negocios, que esto también lo es, debe estar basado en eso. Llegar y besar el santo a la primera no suele pasar. Pero hay gente que no ha tenido más narices que parar.
¿Es cierta esa frase de que la gente no va al teatro porque es un tipo de cultura que no reclaman?
No tengo esa sensación. Hay una frase que me va a acompañar toda la vida y me removió para el espectáculo The Hole 2: “la gente necesita divertirse”. Y es así. Necesita escuchar música, pasarlo bien… y no como un entretenimiento. Yo creo en el poder de la cultura como arma sanadora, que cura los males de todo tipo. Lo repetiré hasta el día que me muera. Casi todo el mundo puede decir que hay un libro que le salvó la vida. O una película u obra de teatro. A veces, hay personas que me escriben reflexiones que me sorprenden, como que después de escucharme les he ayudado mucho en su enfermedad. No me pasa sólo a mí, también a muchos compañeros.
No es consciente de esa realidad.
"Casi todo el mundo puede decir que hay un libro que le salvó la vida. O una película u obra de teatro"
No. Cuando un espectador da las gracias sientes que has llegado a algo más allá del entretenimiento. A veces, yo he salido del cine, después de una peli, diciendo… “tengo que hacer esto”. Y lo he hecho. O cuando te levantas fatal y escuchas una canción que te viene perfecta y… (hace un chasquido de dedos) te vienes arriba. Eso es lo que tiene la cultura. La gente lo sabe. En el peor momento de la crisis, había 800 personas viendo The Hole en cualquier parte.
Quizás porque el mensaje de 'The Hole' correspondía con la situación vital de parte de la sociedad.
Era un espectáculo que hacía que la gente tuviera ganas de vivir de verdad. Esa sensación no se quedaba sólo en aquella carpa. También cuando se iban a sus casas. Por eso me gusta que los que salgan de El amor es pa’ná cuestionen lo que planteo en la obra.
Más allá del humor y la risa…
Sí, que quede un mensaje. Este espectáculo no habla de los hombres y las mujeres, o la guerra de sexos. Aquí no se habla de eso. Hablamos de cómo somos todos por dentro cuando nos enamoramos, de lo que nos pasa y pensamos, y de cómo reaccionamos.
Que en esto del amor podemos ser ridículos, ¿no?
Sí, por supuesto… y patéticos.
Habla del poder sanador de la cultura, pero no fue un tema importante en los debates políticos en las elecciones. ¿Le entraron ganas de dejar el país alguna vez?
Sí, pero estoy un poco mayor para irme. Me pilla más joven, y lo mismo me voy. Yo sé lo que significa llenar un teatro y perder dinero. Pones muy barata la entrada para que la gente vaya. La gente va, pero tienes que pagar esto y lo otro. Y dar el 21 por ciento… ¡21 por ciento de IVA! ¿Sabéis la cantidad de dinero que es eso? Haces las cuentas y quitas esa cantidad de dinero… Esa cantidad es diez veces más de lo que puedes pagar a un músico, que hace 800 kilómetros, ha estudiado, ha montado, ha cantado… Sólo espero que ahora esa cifra se rebaje, de verdad.
El IVA se podría modificar pero, ¿y la imagen del cine y de los actores que se ha dado en los últimos años?
Yo creo que se recuperará. El otro día fui a ver Que dios nos perdone, de Rodrigo Sorogoyen, y me dije… ¡Qué maravilla de cine tenemos aquí! Y en ese momento recordé que hay personas que, directamente, le tienen asco al cine español porque hay personas que se lo han inculcado. Se ha creado esta guerra entre el cine y una parte de la política, y se ha demonizado esta imagen del actor o del cine. Muchos se lo han creído y creen que todos nadamos entre subvenciones y riqueza, cuando los datos demuestran todo lo contrario. Ese día que te comento estaba Cristina Cifuentes y le decía a uno de los actores, a Roberto Álamo, que la película era maravillosa y que tenía que verla todo el mundo. Y yo me decía… “Pues ayúdennos”.
Tenemos que conseguir limpiar esa imagen. Soy académico y veo antes las películas, y está por llegar una remesa muy buena. Las habrá malas, pero la gente se pierde las cosas buenas sólo por esa razón.
¿La risa evade más que la pena?
Yo creo que la gente tiene ganas de reírse. Contamos con esa ventaja y me aprovecho de eso. Y, al mismo tiempo, mando mis mensajes. No me gusta hacer un humor sólo de risa. Me gusta ir más allá, que la gente llegue a su casa y se diga… ¿por qué me he reído de esto si es terrible?
Lo de valorar al actor que realiza humor… ¿es una asignatura pendiente?
"The Hole era un espectáculo que hacía que la gente tuviera ganas de vivir de verdad"
Eso es un temazo. Hay un concepto tremendo y es decir que algo que tenga humor no es serio. Cuando para mí es todo lo contrario. Yo lo he vivido con mis discos. Una canción que tenga humor, parece que no es una canción. Aunque armónicamente sea diez veces mejor que cualquiera que tenga un premio. Es difícil de cambiar. Es difícil que den muchos Goya o los Óscar a papeles de cómicos. Es una lucha que llevaré toda mi vida y lo conseguiré poco a poco. Yo tengo mi hemeroteca y he hecho papeles dramáticos, pero las cosas pasan y se olvidan, y la gente me verá y me dirá… ¡Este cómo va a hacer algo dramático! Pero yo podré decir que lo he hecho.
Gracia Querejeta me dio el papelazo de “Felices 140”, que no era para nada cómico, pero no se vio demasiado. Ahora saldré en Tu Cara me Suena y eso me puede alejar más de un papel dramático… Confío en que algún director se atreva a darme más papeles de ese tipo.
Ha mencionado la música y las dificultades en el mercado. Usted ha producido su último álbum. ¿Incluir su música en sus espectáculos ha sido la única opción para poder seguir trabajando con ella?
Yo quería hacer un concierto con una banda de rock & roll, pero como soy así no quería un concierto simplemente, quería algo teatralizado, con textos entre canciones… Y por eso lo llevo al teatro. Puede ser que el hecho de ser más teatral hace que llevemos 92 funciones de ese espectáculo, que si nos hubiésemos centrado solo en salas de conciertos. Yo me siento muy orgulloso de haber dado trabajo a seis personas con sus nóminas, a pesar de que lo que supone rellenarlas, pagarlas… A pesar de todo lo administrativo estoy muy satisfecho. En esta época de crisis me sentí orgulloso de que, aunque no las hiciese ricas, esas personas vivieran bien de algo que salió de mi cabeza.
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