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La vida huye a 20 cm por hora

Un estudio en 2.000 especies desvela que el cambio climático las empuja hacia los polos a casi 17 kilómetros por década

MANUEL ANSEDE

Los seres vivos de la Tierra han comenzado, casi al unísono, un gigantesco éxodo. Se mueven hacia los polos, huyendo del aumento de la temperatura en su territorio. Un grupo de científicos acaba de cuantificar esta desbandada general: trepan por las montañas a un ritmo de 11 metros por década y se desplazan hacia los polos 16,9 kilómetros de media cada diez años. 'Es como si los animales y las plantas se movieran desde el Ecuador a unos 20 centímetros por hora, cada hora del día, todos los días del año y así en los últimos 40 años', resume el responsable del estudio, Chris Thomas, ecólogo británico de la Universidad de York.

Su equipo ha necesitado los últimos cinco años para hacer un metaanálisis de todos los estudios publicados sobre la materia. Tienen datos de unas 2.000 especies terrestres: aves, mamíferos, reptiles, insectos, arañas, plantas. Casi todos han emprendido la gran marcha. A causa de las emisiones humanas de gases de efecto invernadero, la temperatura del planeta aumentó 0,74 grados entre 1906 y 2005, según el último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU. Y la situación

empeorará. En 2010 se batió el récord de emisiones de CO2, según denunció hace unas semanas la Agencia Internacional de la Energía. En España, la temperatura puede llegar a subir hasta seis grados en verano hacia el final del siglo.

'España será probablemente uno de los países más gravemente afectados en Europa. Está en riesgo por mayores sequías', explica Thomas, que publica hoy su estudio en la revista Science. En su cabeza hay centenares de ejemplos de todo el mundo, pero pone uno del corazón de la península Ibérica: 'Las mariposas en la Sierra de Guadarrama se han retirado a mayores alturas. Se han movido cuesta arriba unos 109 metros en 34 años, reaccionando a un calentamiento de más o menos 1,5 grados de temperatura', subraya.

Según sus datos, las especies se han desplazado hacia los polos a una velocidad tres veces superior a la que se pensaba. Y han trepado por las montañas en busca de frescor a un ritmo que duplica el previsto.

El investigador Jordi Bascompte, de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), aplaude el nuevo trabajo de Thomas. 'El cambio global está afectando ya, hoy, la distribución de muchas especies. Cuantificar este efecto es dar un salto de gigante', opina. Bascompte, que no ha participado en el metaanálisis, es uno de los mayores especialistas mundiales en las interacciones de los seres vivos. 'Si una mariposa se desplaza al norte, puede dejar atrás a una flor a la que antes polinizaba. El desplazamiento de las especies está haciendo que desaparezca el andamio gigantesco que sostiene la vida en la Tierra', advierte el investigador del CSIC.

Bascompte recuerda los trabajos pioneros de la bióloga de campo Camille Parmesan, que empezó en la década de 1990 a estudiar los efectos del cambio climático en unas mariposas típicas de California y el sur de Canadá, las Euphydryas

editha. Al contrario que otras especies de mariposas, como las monarca, que son migratorias, las Euphydryas viven en una extensión similar a la de un pequeño parque de una ciudad. En toda su vida sólo avanzan unos pocos cientos de metros. Parmesan, hoy en la Universidad de Texas,

observó que el 80% de las poblaciones de estas mariposas sedentarias había desaparecido en el límite sur de su rango de distribución, en México y el sur de California. Su estudio, publicado en Nature en 1996, demostró por primera vez que el calentamiento, que se veía más como un problema del futuro, ya estaba afectando a la fauna. La propia Parmesan calculó en 2003 que las especies se estaban trasladando hacia latitudes más frías a un ritmo de 6,1 kilómetros por década y subiendo a las alturas a una velocidad de 6,1 metros por década. La ciencia actual demuestra que se quedó muy corta.

La huida a 20 centímetros por hora que cita el estudio que se publica hoy es, por supuesto, una media. Los autores precisan que algunas especies se han desplazado mucho más despacio de lo que se esperaba, otras no se han movido y algunas incluso se han replegado hacia el Ecuador en lugar de avanzar hacia los polos. Pero la tendencia es clara: una huida hacia temperaturas más bajas.

La taiwanesa I-Ching Chen ha colaborado con Thomas en el nuevo metaanálisis. 'Lo interesante es que hemos demostrado por primera vez que el grado de cambio en la distribución de una especie está correlacionado con el grado de cambio climático en la región', explica por teléfono desde Taiwán, donde trabaja en la Academia Sínica, el principal centro de investigación de la isla reivindicada por China.

I-Ching Chen reconoce que su estudio deja un gran vacío: las implicaciones de este gran éxodo planetario. Estudios previos calculan que el cambio climático representa un serio riesgo de extinción para al menos el 10% de las alrededor de diez millones de especies que existen en el planeta. 'No estamos seguros de cuáles serán los impactos, porque todo está ocurriendo demasiado rápido y a una escala enorme', lamenta.

Thomas cree que habrá algunos ganadores y muchos perdedores. Los que logren escapar hacia regiones con un clima más aceptable sobrevivirán e incluso prosperarán. Pero la mayoría, como ocurrió con la mariposa de California, no logrará escapar de la jaula del clima. El británico pone otro ejemplo español: 'Un estudio sugiere que el desmán del Pirineo podría estar amenazado por el cambio climático'.

Esta especie de topo de río habita en paraísos como el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. El Gobierno de Aragón lo busca para ver si ha desaparecido. 'Necesitamos más investigación para identificar las especies que se enfrentan a un mayor riesgo de extinción', insta Thomas.

Los autores del estudio subrayan la variabilidad descubierta en las respuestas de las diferentes especies. En Reino Unido, el ruiseñor bastardo se ha desplazado 150 kilómetros hacia el norte en el mismo periodo en que otro pequeño pájaro, el escribano de garganta negra, se retiraba hacia el sur unos 120 kilómetros, como consecuencia de una intensificación de la agricultura en su hábitat.

Los científicos también esperaban que la mariposa Fabriciana adippe viajara al norte a causa del calentamiento, pero se replegó al sur por la destrucción de su hábitat. Al mismo tiempo, la mariposa Polygonia c-album se movió hacia el norte 220 kilómetros en sólo 20 años.

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