Madrid
El Universo profundo es oscuro, muy oscuro, pero no negro del todo y el número total de galaxias existentes es menor que el calculado. Son las conclusiones de los astrónomos que han hecho una nueva medida del difuso resplandor que permea el Universo y que se puede apreciar mucho mejor desde fuera del Sistema Solar. Lo han conseguido gracias a la sonda que hizo en 2015 la primera visita en la historia al planeta enano Plutón y que prosigue su viaje por los confines del sistema planetario.
Las misiones espaciales son esencialmente de usar y tirar. Las que se alejan mucho de la Tierra son, sin embargo, especiales, porque una vez que una nave ha cumplido su misión principal sigue y sigue viajando por el espacio exterior. Mientras continúen funcionando las comunicaciones, se puede utilizar para nuevas exploraciones y también para obtener datos antes desconocidos, por inaccesibles, o poco precisos, dado que los instrumentos que llevan estas sondas son cada vez más avanzados.
El equipo de astrónomos utilizó la cámara telescópica de New Horizons, dirigiéndola hacia zonas oscuras, cuando la nave estaba a más de 7.000 millones de kilómetros de la Tierra. Esta cámara ha visto el cielo más oscuro hasta ahora captado en imágenes, ya que está fuera de la zona de contaminación lumínica que produce la luz del Sol dispersa en polvo en la zona interior del Sistema Solar, la llamada radiación zodiacal.
El cielo no es absolutamente negro fuera de nuestra galaxia porque contiene innumerables fuentes de luz en forma de galaxias y estrellas lejanas, pero si las conocidas y estimadas se sustraen de lo medido, los astrónomos se preguntan si sigue existiendo un resplandor de fondo y a qué se debe. Tras este nuevo estudio, considerado fascinante por el astrófísico Ethan Siegel, que no ha participado en él, han llegado las sorpresas.
Por un lado, según estos datos, existen muchas menos galaxias no detectadas (porque están tan lejos que apenas llega su luz o por otra razón, como que en ellas domine la materia oscura) de las que se habían calculado antes, que eran dos billones. "No hemos visto la luz de dos billones de galaxias", asegura Marc Postman, del telescopio Hubble, miembro del equipo que ha hecho el estudio, que se presentó la semana pasada en el congreso anual de la Sociedad Americana de Astronomía (AAS), este año en formato virtual. Precisamente los datos de los ya históricos panoramas del cielo profundo del Hubble habían servido de base para calcular con modelos matemáticos cuántas galaxias no observadas existen, pero las medidas ahora presentadas no apoyan estos cálculos y sí otros anteriores. El número real de galaxias no observadas parece estar en el ámbito de centenares de miles de millones (alrededor de 200.000 millones es una de las cifras más aceptadas).
"El Universo es oscuro, pero no tan oscuro como creíamos", afirma Tod Lauers, de la Fundación Nacional de la Ciencia (NSF) de Estados Unidos, que ha dirigido el análisis. La luz total medida es muy poca pero no despreciable. Es solo el doble de la detectada hasta ahora, no 10 veces más, como el modelo citado había calculado.
El resplandor medido es lo que se llama radiación de fondo óptica, que es el equivalente en luz visible de la más conocida radiación de fondo de microondas, o residuo del Big Bang. "Mientras que la radiación de fondo de microondas nos informa sobre los primeros 450.000 años de existencia del Universo, la óptica nos informa sobre la suma total de todas las estrellas que se han formado desde entonces", explica Postman. "Pone un límite máximo al número total de galaxias que se han creado y cómo se sitúan en el tiempo". Como dijo el propio Edwin Hubble, la historia de la astronomía es la historia de horizontes cada vez más lejanos, porque mirar más lejos es mirar hacia atrás en el tiempo, dado lo que tarda la luz en llegar a un observador. La expansión del Universo juega también un papel en qué parte de éste se puede observar.
Y es en este punto cuando, tras las correcciones pertinentes para restar la luz de las fuentes conocidas y estimadas y otros factores, que ha sido lo más complicado de hacer en la nueva investigación, todo indica que no existe la oscuridad perfecta en el Universo profundo y que el origen concreto de la luminosidad remanente no se conoce.
Mientras tanto la pequeña nave New Horizons, de la NASA, y su todavía más pequeño telescopio prosiguen su viaje a través del lejanísimo cinturón de Kuiper hacia el espacio interestelar y pueden seguir dando sorpresas.
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