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Nuevas pistas sobre el orgasmo vaginal

Una ecografía puede ayudar a localizar el punto G, según científicos italianos

DANIEL MEDIAVILLA

El punto G es, para muchos, El Dorado de la relación sexual, capaz de saciar el ego más desmesurado (en ellos) y toda aspiración de placer (en ellas). Sin embargo, la falta de evidencias de que existiese rodearon ese territorio femenino de un halo mitológico que ha dado para litros de tinta y una buena cantidad de frustraciones.

Ahora, el misterio puede estar cerca de resolverse. El investigador italiano de la Universidad de L’Aquila (Italia) Emmanuele Jannini y su equipo afirman que es posible observar las diferencias anatómicas que hacen que unas mujeres puedan experimentar los orgasmos vaginales que se relacionan con el punto G y, en cambio, otras no.

En su estudio, publicado en la revista Journal of Sexual Medicine, el equipo de Jannini realizó ecografías vaginales a 20 mujeres; 9 que afirmaban experimentar orgasmos vaginales y 11 que no. Tras analizar el área entre la uretra y la vagina donde se creía que estaba el punto G, los científicos comprobaron que existían diferencias fisiológicas entre unas y otras. En las mujeres que podían tener orgasmos vaginales, el tejido de la zona estudiada era más grueso que en las que no los disfrutaban.

Discusiones
Según explicó Jannini a la revista New Scientist , las mujeres que no tuviesen el espacio uretrovaginal del grosor suficiente no tendrían punto G y no podrían experimentar el orgasmo vaginal. Si la hipótesis de los investigadores se confirma, una ecografía serviría para saber el tipo de placeres que podrá esperar cada mujer.

Después de la conclusión de los investigadores italianos, comienza la discusión. Algunos expertos creen que lo que Jannini llama “punto G” no es más que una parte interna del clítoris, responsable de la mayor parte de los orgasmos conocidos. Es posible que el tamaño del clítoris, muy variable, esté relacionado con los orgasmos atribuidos al punto G.

Para quienes no puedan experimentar el orgasmo vaginal, el director del estudio asegura que no hay motivo para la desesperación. “Aún pueden tener un orgasmo normal a través de la estimulación del clítoris”, dice. Otros proponen que la región detectada por Jannini podría ejercitarse como un músculo o incrementar su tamaño empleando los fármacos adecuados.

El nombre de “punto G” lo acuñó el ginecólogo alemán Ernest Gräfenberg en 1950 para referirse a un área dentro de la vagina en la que se encuentran las glándulas de Skene. Estas glándulas serían el equivalente femenino de la próstata y se cree que están implicadas en el orgasmo vaginal femenino.

Durante muchos años, el debate sobre la existencia de este punto concreto ha sido intenso y muchos dudan aún de que exista. El equipo que ahora presenta el sistema para la detección del punto G por ecografía lleva ya años estudiándolo, algo que, según ellos, no se había hecho hasta ahora de una manera apropiada. “Es ridículo que hayamos esperado hasta ahora para conocer de verdad la anatomía femenina”, dijo Jannini en 2002.
Por último, los investigadores italianos dejan claro que uno de los hallazgos esenciales de su investigación es que no haber experimentado nunca un orgasmo vaginal es completamente normal.

Las diferencias fisiológicas halladas en las mujeres estudiadas por el grupo de L’ Aquila podrían explicar por qué, como muestran estudios previos, un 70% de las mujeres no llegan al orgasmo durante el coito y sí pueden hacerlo a través de la estimulación del clítoris. La investigadora de la Universidad de Indiana en Bloomington (EEUU) Elizabeth Lloyd señala que el hallazgo de Jannini y su equipo hará más difícil para las empresas farmacéuticas defender la idea de que las mujeres que tienen dificultades para tener orgasmos tienen algún tipo de disfunción sexual, al demostrarse que hay diferencias fisiológicas entre ellas.

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