Otazola es el coordinador de un experimento en el Columbus en el que participan seis laboratorios de toda Europa. Quieren estudiar la física del proceso de cristalización de proteínas, un proceso útil para la comprensión de los mecanismos del cuerpo humano y las enfermedades. Se llevará a cabo el año que viene.

¿Por qué interesa realizar en el espacio este tipo de experimentos?
Allí son más fáciles de hacer. En la Tierra, estos procesos de cristalización se producen por difusión y convección a la vez, y en el espacio sólo por difusión. Aquí, podemos recrear unas condiciones similares, pero la microgravedad es el estado en el que la cristalización es más fácil de analizar y en el que menos variables pueden alterar los resultados.

¿No afecta al resultado de los ensayos la falta del investigador que los supervise?
En este tipo de experimentos lo crítico es activarlos y preparar muy bien los experimentos en tierra, que es lo que nosotros haremos este año y el que viene.

Existen voces críticas que no ven rentable gastar tanto dinero para realizar este tipo de experimentos en el espacio...
Yo sólo podría hablar de una pequeña parte, que es la mía, y no me voy a meter a evaluar la rentabilidad económica, pero no cabe duda de que el interés científico en los experimentos en el espacio existe. Además, hay otro tipo de interés, que no tiene que ver sólo con la ciencia pura, como es la posibilidad de aunar esfuerzos entre varios países. En nuestro experimento están colaborando laboratorios de toda Europa, en un proyecto coordinado desde España. Esto es un beneficio que quizá no es tan fácil de ver.

A veces, también, parece que en estos proyectos tiene más importancia el desarrollo de tecnología que los posibles resultados científicos.
Puede ser. Quizá dentro de unos años lo que quede de todo esto sea la tecnología desarrollada, pero espero que también nuestra investigación haya dado resultados importantes.