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"El miedo a los transgénicos acabará antes de finales de esta década"

Mientras continúan entre los ciudadanos las dudas sobre la calidad de los organismos modificados genéticamente, su presencia y regulación se ha reforzado en España. 'Lo siguiente serán los organismos quiméric

PABLO OLIVEIRA Y SILVA

Los productos transgénicos, sobre todo los alimentos, no ganan el prestigio social al mismo ritmo en que se despliegan los cultivos en Europa. En este asunto de los organismos genéticamente modificados (OGM) todo son contradicciones entre ciudadanos, políticos, industria e investigadores. Si a la mayoría de personas les ofrecieran hoy un alimento indicándole que es transgénico, el rechazo estaría casi garantizado. Pero mientras esta reticencia crece en Europa, España se ha convertido en el estado de la UE que acapara la gran mayoría de la agricultura transgénica, donde se multiplica desde hace un lustro el número de hectáreas dedicadas a los OGM.

Desde que el ser humano comenzó a practicar la agricultura y la ganadería ha modificado el genoma de plantas y animales, mezclando y seleccionando artificialmente las variedades que resultan mejores. Muchas de las hortalizas, frutas, legumbres y cereales que consumimos hoy en día son resultado de la modificación. Incluso la leche y la carne que consumimos y conseguimos de muchos animales son en realidad modificaciones de originales de la naturaleza sobre los que hemos intervenido sin ningún control.

'Parece que todo es una cuestión de apreciación. La realidad está separada de la percepción ciudadana', señala el doctor José Miguel Mulet, que pasó por Madrid para ofrecer una charla sobre la situación actual de los transgénicos en España. En el congreso 'Alimentación ConCiencia', celebrado en el marco de la feria de gastronomía MadridFusión, este especialista en Bioquímica y Biología Molecular aseguraba que la cuestión de los transgénicos no se ha comunicado bien.

'La técnica de un transgénico consiste en coger ADN de un individuo e introducirlo en otro', comienza explicando. 'De 3 kilómetros de cadena de ADN en un transgénico se modifican sólo micras', asegura, remarcando que un transgénico es simplemente un paso más en la agricultura, que consiste en la selección de los mejores ejemplares. Gracias a la ingeniería genética actual podemos crear variedades de plantas que sean más resistentes, pero concebirlas supone obtener variaciones genéticas que no se darían en la naturaleza. 'Nada sale al mercado sin ser seguro', remarca Mulet. 'Ahora el consumidor no ve las ventajas, pero el miedo a los transgénicos acabará antes de finales de esta década'.

La legislación española está cargada de reglamentos que garantiza la producción de transgénicos. Sin embargo, más allá de la seguridad de los alimentos, la crítica que recibe la industria de transgénicos es que fagocita a los pequeños agricultores. 'Cada transgénico comercializado se somete a un proceso de evaluación y autorización independiente', asegura este profesor de Biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia y que dirige la línea de investigación de crecimiento celular y estrés abiótico del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas; un centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y de la UPV que trata de desarrollar nuevas variedades tolerantes al frío o la sequía. 'Hoy el 50% del algodón que se consume a nivel mundial es transgénico, también todos los medicamentos, los jabones...', enumera, consciente de que este tipo de productos están en muchos materiales.

Hoy hay plantas que son resistentes a insectos, pesticidas, virus... Pero también las hay optimizadas para conseguir una mayor ahorro de energía o contribuir a reducir los pesticidas en el medio ambiente. 'Tenemos trigo para celiacos, arroz dorado con vitamina A y todo tipo de modificaciones mediante injertos, esquejes y mutaciones', detalla, aventurando que lo que vendrá después 'serán los organismos quiméricos'.

'No deberíamos ver los transgénicos como una amenaza evidente para el planeta ni como un riesgo seguro para la salud. Tampoco es su rasgo más relevante el hecho de que en su desarrollo estén comprometidas grandes compañías multinacionales (lo mismo pasa con la telefonía y no por eso dejamos de usar el teléfono). Son, ante todo, una interesante posibilidad tecnológica sobre la que los ciudadanos tienen el deber y el derecho a pronunciarse de forma responsable y bien informada', escribía Miguel Ángel Quintanilla Fisac, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia, en este mismo diario en 2009. Hoy, según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, de las 114.624 hectáreas que hay en Europa de cultivos transgénicos, el 85% (97.326 hectáreas) son españolas.

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