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Como robot en el agua

Una nueva generación de peces autómatas permitirá explorar los fondos marinos y fluviales. Se desplazará por lugares inaccesibles y detectará contaminantes

JUAN MANUELDAGANZO

No es la primera vez que un equipo de investigadores diseña un robot con forma de pez, pero el que acaban de crear los expertos en robótica del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) es uno de los más avanzados del mundo. El ingenio es capaz de moverse de la misma forma que un pez real y por lugares que otros vehículos submarinos no pueden explorar.

'Ahora se trata de conseguir más robustez en el diseño para que pueda ser utilizado para explorar fondos marinos, estructuras sumergidas o tuberías, así como ayudar a detectar la presencia de contaminantes en las aguas', explica Pablo Vadivia y Alvarado, uno de los ingenieros responsables del desarrollo.

El trabajo con peces robóticos no es nuevo. En 1994, el MIT presentó el Robotuna, un robot de 1,20 metros de largo de largo y 2.843 piezas controladas por seis motores, muy diferente al que han presentado ahora, ya que éste tiene una longitud de poco más de 30 centímetros y cuenta con diez componentes individuales movidos por un solo motor. 'Con este material se puede determinar la rigidez que se desea en diferentes partes del cuerpo', explica Yusef-Toumi, otro de los ingenieros involucrados en el proyecto. 'Es una técnica que también puede aplicarse a prótesis artificiales para el ser humano', añade el investigador.

El pez del MIT, de momento, toma la energía de una fuente externa, aunque los investigadores ya trabajan en un nuevo prototipo con pilas internas. La verdadera novedad radica en que el motor se sitúa en el centro del pez e inicia un movimiento en forma de onda que propulsa al robot hacia adelante. 'La mayoría de las tecnologías para desplazarse en el agua imitan, a base de vibraciones en estructuras blandas, la manera en que se desplazan los peces', apunta Valdivia. El del MIT, sin embargo, imita el movimiento natural.

El impulso que mueve al robot provocado por una corriente eléctrica de hasta cinco vatios se produce en la cola, ya que los peces que se desplazan de esa manera son más rápidos. El prototipo diseñado por el MIT es más duradero y resiste mejor al agua salada que sus antecesores, que dejaban de funcionar al poco tiempo de haber sido utilizados.

Los investigadores del MIT esperan que este proyecto les sirva como experiencia para presentar, en próximas fechas, prototipos de salamandras y de mantas robóticas.

El próximo año se liberarán cinco peces robot en el Cantábrico para medir la contaminación de las aguas gracias a sensores químicos capaces de ‘oler’ cualquier sustancia peligrosa. Si la prueba tiene éxito, estos robots, desarrollados por la Universidad británica de Essex y con un coste de casi 22.000 euros por unidad, empezarán a soltarse en ríos y lagos de todo el mundo.

La Universidad de Kitakyushu (Japón) ha presentado un besugo robótico con baterías internas que puede nadar en agua salada durante una hora. Pesa siete kilos y está cubierto de una membrana de silicona para las irregularidades del fondo marino. 

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