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Todo empezó en una cueva con vistas al mar

Hace 165.000 años había humanos que comían marisco y pintaban sus cuerpos

DANIEL MEDIAVILLA

Hace 165.000 años, la Tierra no era un lugar agradable donde vivir. Una glaciación azotaba buena parte del planeta y casi toda África era un secarral en el que conseguir comida era apenas posible. Un grupo de Homo sapiens se refugió entonces en una de las pocas zonas del continente donde la supervivencia aún era posible. Una cueva junto al mar en Pinnacle Point, Suráfrica. Allí, pasaron sus vidas alimentándose de marisco, cazando con sofisticadas cuchillas de piedra y pintándose con intención simbólica; comportandose de un modo que les hace muy humanos.

Los restos hallados serían, según un artículo publicado por un grupo internacional de investigadores en Nature, la evidencia más antigua de un comportamiento similar. Hasta ahora, las muestras más antiguas de simbolismo o del uso de cuchillas sólo tenían 70.000 años de antigüedad. Este hallazgo ayudará a determinar cuándo apareció el comportamiento cognitivo moderno.

Los investigadores saben que los humanos actuales (desde el punto de vista anatómico) comenzaron a existir en África hace 285.000 años. Sin embargo, no se sabe tanto sobre cómo se comportaban. Según explican los paleontólogos Sally McBrearty y Chris Stringer, “existen teorías que afirman que la aparición de la  forma moderna de actuar se produjo hace 45.000 años, como resultado de una transformación neurológica, mucho después de la aparición de los primeros rasgos físicos de Homo sapiens”.

En una teoría alternativa, los sapiens serían neurológica y cognitivamente idénticos a los humanos modernos y los comportamientos novedosos que se observan en sitios como Pinnacle Point habrían aparecido como resultado de innovaciones, producidas en muchos casos por la presión de los cambios climáticos o el crecimiento de población.

Los recursos de la costa

Los investigadores destacan la importancia que tuvo para la supervivencia de los primeros humanos el uso de los hábitats costeros y sus recursos. Curtis Marean, paleoantropólogo de la Universidad de Arizona, explica que “las zonas costeras no tenían utilidad para los primeros humanos. Durante millones de años, nuestros antepasados sólo comieron plantas terrestres y animales; el marisco fue una de las últimas incorporaciones a la dieta”.

Este hallazgo demuestra que los humanos comenzaron a alimentarse de estos animales 40.000 años antes de lo que se pensaba.
“Los homínidos de Pinnacle Point muestran cómo una población de humanos sobrevivió este periodo glaciar y que el simbolismo era importante en sus relaciones. Es posible que ellos sean la población precursora de todos los humanos modernos”, concluye Marean.

Una especie que se distingue por amar los objetos inútiles

En Pinnacle Point se encontraron 57 trozos de hematita, un mineral rojizo usado con frecuencia como colorante. Los investigadores creen que este hallazgo indica que, hace ya más de 160.000 años, había en África grupos humanos cuyo universo estaba enriquecido por los símbolos. Parece probable que el hematita fuese utilizado por los antiguos habitantes de la caverna surafricana para elaborar ocre con el que pintarse el cuerpo o dar color a distintos artefactos.

Es llamativo que en el debate científico para determinar si realmente estos elementos son prueba de una forma de pensar más parecida a la de los humanos actuales, los argumentos que descartarían esta  hipótesis son los que indican que el ocre podría haberse empleado con propósito utilitario.

El planteamiento que alejaría a los habitantes de Pinnacle Point de la mente simbólica  argumenta que, en ocasiones, el hematita se ha añadido a adhesivos para incrementar la duración y la practicidad del pegamento: por ejemplo para pegar a varas de madera artefactos de hueso o piedra.

Sin embargo, la preferencia de los habitantes de Pinnacle Point por los rojos más brillantes que muestran los restos encontrados indica que su uso debía tener también intenciones estéticas. La capacidad de aquellos homínidos para dedicar su tiempo a tareas aparentemente superfluas para su supervivencia es lo que les hace más humanos.

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