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El ancestro común de las aves prefería el suelo a los árboles

La curvatura de las garras desvela datos sobre el hábitat de los pájaros primitivos

ANTONIO GONZÁLEZ

Las aves que poblaban la Tierra hace más de 65 millones de años tenían preferencia por el suelo, medio en el que desarrollaban la mayor parte de su vida. Ésta es la principal conclusión de un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Queensland (Australia) que publica hoy la revista Current Biology.

Las diferentes hipótesis sobre el origen y evolución de las aves fueron objeto de controvertidos debates en el campo de la biología evolutiva a lo largo del pasado siglo. El profesor Christopher Glen y sus colaboradores aportan ahora nuevos datos sobre la cuestión, tras estudiar las curvaturas de las garras de 249 especies de aves y compararlas con las de fósiles de sus ancestros del Mesozoico, periodo que se inició hace 225 millones de años y concluyó hace 65 millones.

Estos científicos rechazan la tradicional división de la comunidad científica, entre los que creen que el antepasado común desarrollaba su ciclo biológico en el suelo y los que sostienen, por contra, que hay un ancestro que ya vivía en los árboles. “Esta falsa dicotomía ha escondido los progresos realizados en este terreno”, sostiene el profesor Glen. En su opinión, la forma de las garras indica que las diferentes especies tienen distintos grados de adaptación a estos dos medios. Cree, así, que deberían clasificarse en función del porcentaje de tiempo que pasaban sobre el suelo o en los árboles.

Garras rectas para el suelo

En cualquier caso, el autor aclara que las garras de las aves del Mesozoico y sus antepasados más inmediatos son relativamente rectas, más parecidas a las de los pájaros que están especializados en caminar sobre el suelo o tienen preferencia por él que a las de aquellos que viven en los árboles.

Los investigadores comprobaron que las garras de las 249 especies analizadas se van haciendo más curvas y toman una forma de anzuelo más acusada a medida que se trata de especies más adaptadas a vivir en las ramas o en la corteza de los árboles. Después compararon la forma de estas extremidades de las aves actuales con las de sus ancestros y descubrieron que puede ser un indicador para conocer el hábitat preferente de estos animales.

El científico concluye: “Según nuestros datos, la garra curva de las aves de árboles y superficies verticales es un rasgo evolucionado”.

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