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Internet tendrá su barrio rojo

El 'Gobierno de la Red' aprueba crear un dominio específico para las páginas de contenido pornográfico. Tanto la industria del sexo como la derecha conservadora de EEUU se muestran contrarios a estas páginas, que

MIGUEL ÁNGEL CRIADO

Habrá luces rojas en la Red. La ICANN, el organismo que gobierna las direcciones de Internet, aprobó ayer la creación del dominio .xxx. Después de seis años de discusiones, las páginas de contenido pornográfico, un tercio de todas las webs, tendrán su propio sufijo. Para los impulsores de la idea, esto permitirá crear un espacio para adultos fácil de vetar a los menores y sometido a control. Pero la decisión no ha gustado ni a la industria del sexo, que teme ser arrinconada en un gueto, ni a los grupos más conservadores de la sociedad estadounidense, que piensan que abonará el campo de la pornografía. Las primeras páginas acabadas con la triple x verán la luz a comienzos de 2011.

La junta de gobierno de la ICANN, reunida esta semana en Bruselas, tenía como principal punto del día de la agenda del viernes decidir si aprobaba la creación del dominio de primer nivel .xxx (como lo son el .com o el .org) . Con sólo dos abstenciones y un voto en contra de un total de 21, la solicitud presentada por la empresa estadounidense ICM Registry fue aprobada 'tras prestar mucha atención a las indicaciones del panel de asesoramiento independiente, y a la gran cantidad de comentarios públicos sobre la propuesta', explicó ayer el director de la ICANN, Peter Dengate, informa Efe. Ahora sólo queda perfilar aspectos técnicos para que entre en funcionamiento.

'Hay que atravesar el corazón del dominio '.xxx' con una estaca'

Para el presidente de ICM Registry, Stuart Lawley, ha sido un largo camino con final feliz. 'Ha pasado mucho tiempo, pero estoy encantado de que el .xxx sea pronto una realidad', dice. Tiene motivos para la alegría. Aunque el registro de un dominio .xxx no será obligatorio para las páginas pornográficas, su empresa ya tiene 110.000 solicitudes de prerregistro.

'Aunque el registro es voluntario, los miembros de la industria de entretenimiento para adultos podrán mostrar a sus clientes que operan bajo unas normas de calidad', argumenta a Público Lawley. Y ofrece más argumentos. 'Una clara etiqueta sobre el contenido para adultos permitirá a los usuarios y las familias que quieran evitar este material usar con facilidad un filtro', añade. También para los buscadores será más fácil encontrar, o evitar, el porno.

La industria, en contra

Sin embargo, salvo a Lawley, la decisión no ha gustado a casi nadie. 'Es un sacacuartos,' opina Marqueze, fundador del sitio homónimo y pionero de la pornografía española online. 'Va a suponer un coste extra para los creadores de estas páginas', añade. '¿No existen ya el .com o el .es? Sólo van a conseguir que unos cuantos se hagan ricos con esto', comenta.

Tampoco la industria estadounidense quería el .xxx. La Coalición por la Libertad de Expresión (FSC), una especie de ONG formada por la industria pornográfica, siempre se ha negado a la aprobación de la triple equis. 'El hecho de que haya pasado mucho tiempo sin ocurrir nada no minimiza los peligros que conlleva', dijo la directora de la FSC, Diane Duke, poco antes de viajar a Bruselas para reiterar a la ICANN que el sector pornográfico no apoya la medida. Para estas compañías, la creación de un barrio rojo en Internet supondría un estigma que no quieren asumir.

En una carta oficial enviada por la FSC a la ICANN en marzo, se podía leer: 'La industria para adultos no sólo se opone a la solicitud de ICM Registry , sino que considera que este dominio de primer nivel será perjudicial para la industria en su conjunto'. Junto al estigma, está el miedo a la censura. Al agruparse tras un sufijo determinado, este tipo de páginas serán técnicamente más fáciles de bloquear. Además, como dice Marqueze, 'puede tener el efecto perverso de que, en algún sitio, la voluntariedad se convierta en obligación'.

El primer lugar donde podrían obligar a las páginas eróticas a mudarse al nuevo barrio podría ser Estados Unidos. De allí, al menos, ha partido la mayor oposición a la aprobación. La derecha política y religiosa estadounidense lleva décadas combatiendo la pornografía y por nada del mundo quiere verla en la Red. 'Lo que hace falta es una guerra contra la pornografía y no los dominios .xxx', escribió el abogado Patrick Trueman en una carta enviada a la ICANN en mayo y reproducida por varios grupos ultraconservadores. Trueman fue el responsable de la sección sobre Obscenidad y Abusos infantiles del Departamento de Justicia del Gobierno de EEUU durante la presidencia del republicano George Bush.

Hay ya 110.000 solicitudes de inscripción de sitios con el nuevo sufijo

'Se debe acabar con el dominio .xxx y atravesar su corazón con una estaca para que nunca más vuelva a levantarse', escribe Trueman en tono apocalíptico. Cuando deja los epítetos a un lado, este antiguo fiscal sostiene que el nuevo dominio no sólo va a legitimar la pornografía, sino que va a aumentar su presencia en la Red. Por su parte, el gran ganador de ayer, el director de ICM Registry, recuerda que el material pornográfico 'ya existe en abundancia en Internet y el nuevo sufijo sólo permitirá su clara identificación'.

Como la carta de Trueman, la ICANN ha recibido muchas otras, tanto a favor como en contra. La organización está obligada a recoger las opiniones de todo el mundo, desde gobiernos a particulares, antes de tomar una decisión.

Paradójicamente, es esta misma derecha la que a comienzos de la década era favorable a la creación de una zona bien definida en Internet para la pornografía. 'Fueron los grupos de derecha religiosa los que buscaban crear un gueto', recuerda Amadeu Abril, antiguo miembro del consejo de la ICANN y principal impulsor del .cat para la lengua catalana.

Abril vivió dentro de la ICANN el escándalo que se produjo en 2004. Entonces, ICM Registry consiguió la aprobación de su preciado dominio. Pero los grupos de presión, tras la publicidad, cambiaron el sentido de sus presiones. 'Y son muy eficientes cuando se oponen a algo', asegura Abril. El presidente de entonces, George W. Bush, se puso de su parte. Aunque los gobiernos tienen voz pero no voto en la ICANN, el presidente de EEUU envío una carta el día antes a que el organismo tomara la decisión definitiva.

'Al día siguiente dijeron que no cumplía con los requisitos del proceso de candidaturas', comenta Abril. Desde entonces, Lawley se ha gastado casi ocho millones de euros en conseguir su .xxx. Un dictamen independiente dándole la razón y 'el peso de la discriminación de entonces han pesado más que los juicios de valor', dice Abril.

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