Una vez hubo arrecifes de coral tropical en el mar Mediterráneo, junto con otras muchas especies marinas endémicas que desaparecieron para siempre de sus aguas. Para ser exactos, 693 especies. Solo 86 sobrevivieron a un gran gigante de sal, nombre científico que recibe la acumulación masiva de depósitos salinos en el fondo oceánico. Existen varios en el mundo y ocupan miles de kilómetros cúbicos en Europa, Australia, Siberia y Oriente Medio, y conforman ricas minas de sal que seguimos aprovechando hoy en día.
En el Mediterráneo, sin embargo, fue una catástrofe, al menos para sus antiguos habitantes. Hace 5,5 millones de años, cuando los movimientos tectónicos separaron este mar del océano Atlántico, la
sal quedó depositada en una capa de un kilómetro de espesor. Pero no solo eso, también cambió la salinidad, el ph del agua y su temperatura, en lo que se conoce como Crisis salina del Messiniense, dentro del periodo geológico del Mioceno.
Además, al cortarse la comunicación entre el Atlántico y el Mediterráneo, se vieron alteradas las rutas de migración de organismos marinos, así como la llegada de nutrientes como plancton, eje central de cualquier ecosistema marino.
El mar se quedó casi sin vida
Por primera vez, sabemos con qué consecuencias. Lo ha calculado un equipo europeo liderado por Konstantina Agiadi, de la Universidad de Viena, en el que participan investigadores del Geociencias Barcelona (GEO3BCN-CSIC) y el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC). Según acaban de publicar en Science estos científicos, solo el 11% de las especies endémicas sobrevivieron.
Han llegado a esta conclusión después de analizar fósiles datados entre 12 y 3,6 millones de años encontrados en tierra en distintos países mediterráneos. También obtuvieron y analizaron muestras de
sedimentos de aguas profundas. Cuando posteriores movimientos tectónicos permitieron que mar y océano volvieran a conectarse a
través del estrecho de Gibraltar, la vida fue poco a poco retornando al Mediterráneo.
Nuevos pobladores
Pero hubo que esperar nada menos que 1,7 millones de años para que sus aguas volvieran a ser más habitables. Solo entonces se recuperó la biodiversidad "en términos de número de especies", según
señala Agiadi. De las especies marinas que habían desaparecido con la crisis de salinidad, un 67% eran diferentes de las que repoblaron el mar después de la crisis.
¿Cómo se las arreglaron ese puñado de especies que sobrevivieron al gigante de sal? ¿Qué pasó en el Atlántico, cuando perdió el 5% de la sal que tenían sus aguas? Son algunas de los interrogantes que
propone Daniel García Castellanos, investigador del GEO3BCN participante en el trabajo. Responder a estas cuestiones y otras relacionadas con el impacto de los gigantes de sal en la biodiversidad y el clima será el objetivo del programa científico SalAges, que se inaugura en próximo octubre dentro de la red de Acción COST de la Unión Europea.
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