Que los meteoritos vienen del espacio es algo indudable, pero hasta ahora no se había demostrado lo cerca de la Tierra que podían estar los asteroides que producen estos objetos del espacio exterior, codiciados por los astrofísicos por la cantidad de claves que pueden aportar sobre el origen del Sistema Solar.
Un equipo de investigadores, dirigido por el astrofísico del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC) y del de Estudios Espaciales de Catalunya, Josep María Trigo, ha identificado por primera vez un asteroide del que se desprenden meteoroides situado fuera del cinturón principal de asteroides, cerca de la Tierra. 2002NY40, que es como se llama, es un NEO (de las siglas en inglés de asteroide próximo a la tierra).
Los avances tecnológicos están detrás de este relevante descubrimiento. Las sofisticadas cámaras de la Red Española de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos, que hace un seguimiento de todo lo que aparece en el cielo, detectaron en 2006 tres brillantes bolas de fuego que sobrevolaron España y Finlandia entre principios de agosto y finales de septiembre.
Estos fenómenos luminosos, llamados bólidos, son muy espectaculares y se producen cuando impacta en la atmósfera un cuerpo del espacio de un determinado tamaño. Dependiendo de su magnitud, éste puede no desintegrarse del todo y dejar restos en la superficie de la Tierra, los meteoritos.
Trayectorias y órbitas
Los expertos españoles analizaron las trayectorias atmosféricas y las órbitas en el Sistema Solar de esos tres bólidos y el resultado, publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society es claro: dos de ellos proceden de 2002NY40 y, el tercero, podría estar vinculado al asteroide 2004NL8.
Según explica el experto del Instituto de Astrofísica de Andalucía Alberto Castro-Tirado, no es la primera vez que se descubre un asteroide productor de meteoritos, pero sí que este papel lo puede llevar a cabo un NEO, de los que se han detectado decenas: “Está claro que éste no va a ser el único”. Para Castro-Tirado, el descubrimiento ha sido posible “gracias al desarrollo tecnológico de España” y a las cámaras nocturnas digitales que se han utilizado.
Aunque hasta ahora nunca se había vinculado un asteroide tan próximo a la Tierra con un bólido concreto, el investigador señala que la teoría “sí se había discutido”, sobre todo desde que hace más de 20 años se descubrió el nexo entre unos meteoritos y Vesta, uno de los asteroides identificados más grandes, que se localiza en el cinturón principal de asteroides.
Pero ¿qué implicaciones prácticas tiene este descubrimiento? Para el autor principal del estudio, Josep María Trigo, los resultados de esta investigación se pueden “extrapolar a objetos mayores, pues al deducir las propiedades físico químicas y la energía del impacto de estas rocas podemos predecir los efectos en el caso de un impacto mayor”.
En este sentido, Trigo menciona a Apophis, que en 2026 estará cerca de este planeta. Los científicos han especulado sobre las posibles consecuencias de un desvío de este asteroide si llegara a chocar con la Tierra. Para predecirlas, apunta Trigo, “sería necesario primero conocer sus propiedades físicas”.
Características del asteroide
El estudio recién publicado da luz también sobre el tipo de asteroide descubierto. Según explica Trigo, 2002NY40 “parece tener una estructura de pila de escombros”, de baja consistencia.
Esta relativa fragilidad pudo hacer que se desprendiera de otro más grande, debido al efecto de marea gravitatoria ejercido por la Tierra o Marte durante alguna de las aproximaciones habituales a estos planetas.
Las implicaciones prácticas de este trabajo podrían ir incluso más allá, por ejemplo, a la destrucción de un asteroide.
Tal y como indica Trigo, “destruir el asteroide no es tan fácil como lanzar un misil, ya que si lo haces contra un objeto poroso, la energía queda absorbida por la porosidad y se minimiza el daño”.
Conocer la estructura de los asteroides es una de las prioridades de los científicos. De ahí el interés por localizar los meteoritos provenientes de los bólidos, algo bastante difícil ya que, según explica Castro-Tirado, “hace falta una segunda cámara y estimar la velocidad de entrada en la atmósfera”. Además, es bueno que la búsqueda se haga con celeridad.
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