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La ecología llega a los servicios funerarios

La hidrólisis alcalina, que reduce ocho veces las emisiones de CO2, pretende convertirse en alternativa a la cremación

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La cremación es hoy una opción elegida por muchas personas como alternativa al enterramiento tradicional. Los datos publicados por la Sociedad de Cremación de Gran Bretaña indican que su adopción va en aumento en las sociedades occidentales, mientras que en otras culturas, como las orientales, es la fórmula preferida por la mayoría. Sin embargo, tiene sus inconvenientes: arroja a la atmósfera cantidades importantes de óxidos de carbono, dioxinas y otros contaminantes, además del mercurio volatilizado de los empastes dentales.

Mientras la industria funeraria estudia el alcance de estos riesgos y busca fórmulas para minimizarlos, algunos pioneros investigan nuevas técnicas que mantengan las ventajas de la cremación, pero que reduzcan el impacto medioambiental. Una propuesta interesante es la hidrólisis alcalina. Consiste en introducir los restos mortales en un cilindro de acero a presión que vierte una mezcla de hidróxido de potasio y agua a 170ºC. Tras el proceso, que dura unas dos horas, el único residuo sólido es una matriz de fosfato cálcico procedente de los huesos y que conserva la forma del esqueleto, pero que al aplastarlo se disgrega y queda reducido a un montoncito de sal, que se puede entregar a los familiares.

Reciclaje biológico

Una de las empresas pioneras en este campo es la escocesa Resomation. Su director general, Sandy Sullivan, explica que “la biocremación emplea agua en lugar de fuego; es una versión acelerada de la descomposición natural y produce ocho veces menos CO2 que la cremación con un tercio de la energía, sin emisiones de mercurio [los empastes quedan enteros en el polvo], neutraliza el líquido de embalsamar, destruye cualquier enfermedad [virus y bacterias] y devuelve al ecosistema sólo los bloques orgánicos elementales de la vida”. Sullivan aclara que el fluido resultante que se desecha es estéril y sólo contiene los eslabones sueltos de las moléculas biológicas; nada que una analítica pudiera relacionar con su anterior propietario.

Para Sullivan, “es nuevo como sistema de disposición humana”, aunque un método parecido “está regulado por la UE para animales, sobre todo a raíz de la enfermedad de las vacas locas”. “Con respecto al uso humano, depende de la ley de cada país”, apunta. En EEUU está aprobado en New Hampshire y Minnesota. En éste último Estado, la Clínica Mayo dispone cada año de unos 100 cuerpos donados a la ciencia, que desde 2005 se reciclan por hidrólisis alcalina.

En Europa, Sullivan confía en que el marco legal se adapte: “En el Reino Unido estamos hablando con la industria y el Ministerio de Justicia. Creemos que sería legal usarlo, pero queremos legalizarlo formalmente, y lleva su tiempo”. Resomation ha provocado ya el interés de empresas de Francia, Alemania e Italia, pero según Sullivan, aún no de España, “claro, que no nos hemos publicitado allí”, dice.

En cualquier caso, será un camino largo. Gabino Abánades, director de Servicios de la Empresa Mixta de Servicios Funerarios de Madrid, señala que, en la mesa de trabajo del reglamento marco europeo para el sector funerario, de la que él es miembro, “ni siquiera se ha oído jamás hablar de esta técnica, y ninguno de los países la ha mencionado”.

 

Más de 55 millones de personas fallecerán este año en todo el mundo, según estimaciones de la Oficina del Censo de EEUU. La tasa de cremaciones varía por países: en Japón supera el 99%, mientras que en España ronda el 20%. Los datos, recopilados por la Sociedad de Cremación de Gran Bretaña, suman un total de unos ocho millones de cremaciones en 69 países.

Un cuerpo incinerado libera 176 kilos de CO2, lo que sumará un millón y medio de toneladas en 2008. A esto se añade el mercurio –0,6 gramos por cadáver, ó 4,8 toneladas– y el 0,2% de la emisión global de dioxinas y furanos, según la ONU. Sullivan afirma que la hidrólisis alcalina reduce ocho veces el CO2 emitido.

Lejos de yacer embalsamada, la industria funeraria se apunta a la moda ‘verde’: féretros o urnas biodegradables, enterramientos sin ataúd o transformación del cadáver en abono agrícola son algunas de las propuestas.

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