El urogallo cantábrico, una subespecie en peligro de extinción, se enfrenta a un enemigo inesperado. No es el lobo, ni el hombre, ni tan siquiera el cambio climático. Las altas densidades de ciervos en algunas zonas de la Cordillera Cantábrica están apuntillando a las últimas poblaciones de esta gallinácea que sobreviven en el norte de España.
A comienzos del siglo XIX, el urogallo ocupaba el noroeste de España, desde los Ancares de Lugo hasta Cantabria. Incluso existían algunas poblaciones aisladas en el Sistema Ibérico y en los Montes de León. Hoy, los 500 ejemplares que perduran están arrinconados en Asturias y León, con un grupúsculo en vías de desaparición en Cantabria.
Detrás de esta progresiva extinción se encuentran factores como la fragmentación de su hábitat, el elevado número de depredadores ante la ausencia de alimañeros y la proliferación de estaciones de esquí. Pero la traca final es la explosión demográfica del venado, como señala el delegado de SEO/Birdlife en Cantabria, Felipe González.
'Es un recién llegado a la cordillera y está esquilmando el alimento del urogallo, los arándanos', apunta. El ciervo desapareció de estas montañas durante decenios, pero fue reintroducido en 1950. Según González, en algunas zonas su densidad alcanza los 20 individuos por cada 100 hectáreas, una carga siete veces superior a la ideal.
Su organización, SEO/Birdlife, presentó el martes el programa El sonido del bosque, cuyo objetivo es mejorar el hábitat del urogallo cantábrico en la zona leonesa de Picos de Europa. Una brigada de trabajadores, pertrechada con motosierras y desbrozadoras, recorre la región desde el 15 de octubre para crear, en los hayedos, claros artificiales que faciliten el crecimiento de especies arbustivas como el arándano y el frambueso. Para sortear la voracidad de los ciervos, el proyecto, financiado por la Fundación Biodiversidad e Iberdrola, también contempla el vallado selectivo de algunas plantas, para permitir su crecimiento sin sobresaltos, a salvo de los herbívoros.
El director del Parque Nacional Picos de Europa, Rodrigo Suárez, cree que 'es estupendo cuando hay nevadas y la población de ciervos se controla sola'. Sin embargo, si la nieve no diezma a los venados, el parque recurre a los perdigonazos. La última batida de guardas armados, en 2006, acabó con la vida de 15 venados. Y habrá más en el futuro.
'A los cazadores les llegan mensajes contradictorios. Por un lado, se está negociando la prohibición de cazar en el Parque Nacional, pero, por otro, les vamos a tener que pedir ayuda para controlar el ciervo', explica Felipe González. 'Somos conscientes de que, en algunos casos, ya llegamos tarde', se lamenta.
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