Madrid
El río Congo es uno de los más caudalosos del mundo y arrastra grandes cantidades de arena y barro. Sin embargo, estos sedimentos no han formado delta, como suele suceder en los ríos. Esto se debe a que poco antes de su desembocadura en el mar Atlántico se inicia un largo y sinuoso cañón submarino que canaliza los sedimentos mar adentro y en el que se producen a menudo avalanchas espectaculares que nadie ve.
Lo que sí se nota, ahora que los cables submarinos en el fondo del mar son la principal vía de comunicación mundial, es su efecto sobre ellos en casos en que los fenómenos son especialmente intensos.
Es lo que sucedió cuando el 14 de enero de 2020 y los días posteriores se vieron muy afectadas las comunicaciones entre Nigeria y Sudáfrica debido a la avería de dos cables submarinos que atravesaban el cañón. Los cables se repararon pronto, porque hay una flota de barcos continuamente disponibles para solucionar estos accidentes, debido al peso económico del sector, pero solo ahora se puede saber lo que pasó, gracias a los datos obtenidos por científicos de varios países que estudian
La historia que cuenta el análisis de los datos recuperados de los sensores que había situado el consorcio Congolobe en el área es la de una avalancha enorme de sedimentos, la mayor medida nunca, que duró dos días al menos y se llevó por delante todo lo que encontró, incluidos los cables, que no habían tenido problemas en los anteriores 19 años.
En realidad no se llama avalancha, ya que en términos científicos el flujo de sedimentos por el fondo del mar es una corriente de turbidez, explican los investigadores de muchas instituciones, entre ellos el instituto francés Ifremer, la Universidad de Durham británica y organismos de la República Democrática de Congo y de Angola.
En su informe, que todavía no se ha publicado en una revista científica, se explica que los sensores situados a lo largo del cañón submarino del Congo cuyo anclaje también se rompió, han revelado que el sedimento se internó hasta 1.100 kilómetros en el océano, la mayor distancia medida hasta ahora para un fenómeno de este tipo. La velocidad de la corriente aumentó de 5 a 8 metros por segundo del 14 al 16 de enero a lo largo del cañón. "La velocidad aumentó gradualmente. Como erosiona el fondo marino en su avance, recoge arena y barro, lo que hace que el flujo sea cada vez más denso y más rápido", ha dicho Peter John Talling, de la Universidad de Durham, en la BBC.
El origen del fenómeno está, según el análisis, en una devastadora inundación por lluvias en el río Congo, un fenómeno extremo que se registra una vez cada 50 años y que alcanzó la desembocadura el 30 de diciembre. Sin embargo pasaron dos semanas sin efectos visibles, y esto se achaca a que lo que detonó la corriente fue la combinación de la llegada de la gran masa de lodo con mareas vivas especialmente fuertes.
En todo caso, para el sector de los cables submarinos los nuevos datos sobre estos fenómenos extremos son especialmente interesantes, porque los efectos pueden notarse incluso meses después, como así sucedió en este caso cuando en marzo de 2020 se volvió a romper uno de los dos cables afectados en enero.
Igual que en tierra, el fondo del cañón se moldea por erosión de forma variable, según la circulación del fango y la inclinación de cada tramo, y hay puntos más sensibles a la corriente donde se pueden iniciar avalanchas desastrosas para los cables. Al planificar la ruta de los cables estas zonas se deben evitar, explican los investigadores. Para ello es necesario conocer la orografía de este cañón en particular y de otros en general antes de tender un cable, por lo que estos trabajos son un buen ejemplo de una combinación de investigación básica e investigación aplicada.
El proyecto Congolobe estudia un área de 2.500 kilómetros cuadrados de entre 4.700 y 5.100 metros de profundidad situada a unos 800 kilómetros de la desembocadura del Congo. Es un área sedimentaria única en el mundo alimentada por el cañón a través de las corrientes de turbidez. El cañón tiene 280 kilómetros de longitud y sus paredes alcanzan los 1.100 metros de altura con una anchura máxima de unos 15 kilómetros y un trazado sinuoso. Es de los mayores accidentes geográficos de este tipo del mundo y todavía un gran desconocido, que lo seguiría siendo si no existieran los cables submarinos, las arterias de las comunicaciones globales.
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