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Una brújula química puede guiar las migraciones de las aves

JAVIER YANES

El mecanismo que dirige las largas migraciones de numerosas especies animales, desde mariposas a mamíferos, es todavía un enigma científico. Aunque ciertas pruebas sugieren que las aves pueden reconocer marcas geográficas, el consenso más extendido asume que el magnetismo terrestre es la mano que guía con precisión estos viajes estacionales.

Se ha propuesto que los ojos de las aves disponen de un sistema de reacciones químicas sensibles a la luz que responden al geomagnetismo. Pero los críticos de esta teoría arguyen que el campo magnético de la Tierra es demasiado débil como para dejar una huella detectable en alguna reacción química. Para abordar esta cuestión, científicos de la Universidad de Oxford (Reino Unido) han construido un sistema modelo consistente en la formación de radicales libres al estilo de los que se producen en la retina de las aves por efecto de la luz.

Los investigadores comprobaron que la reacción, dependiente de la luz, era sensible a un estímulo magnético de intensidad semejante al campo creado por la Tierra, variando el tiempo de vida del radical y comportándose de distinto modo en función de la dirección del campo.

Aunque aún será necesario validar estos resultados en sistemas vivos, las conclusiones, publicadas en Nature, apoyan la teoría de que las aves poseen en sus ojos una brújula fotoquímica que guía sus largos periplos.

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