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Los zapatos limpios de Harry el Sucio

Callaghan es una de las empresas de zapatos más conocidas. Nació del entusiasmo de un emprendedor que hizo un curso a distancia

ANA REQUENA

Basilio García Pérez-Aradros empezó a trabajar en una fábrica de zapatos con 14 años. Cobraba ocho pesetas diarias, 48 pesetas a la semana. Se pagó un curso por correspondencia de modelista y patronaje. Corrían los años cincuenta. Con 21 años ya era jefe de estilismo y modelaje de la fábrica, pero quería más. Prepararse, ampliar sus horizontes, llevar a cabo las ideas que se le pasaban por la cabeza. De su empeño y entusiasmo nació lo que hoy es la marca de zapatos Callaghan, una de las empresas de calzado más conocidas del mundo.

'Me preparé para ser industrial. Con mi hermano y unos socios montamos una pequeña fábrica con siete personas, pero ahí no podíamos hacer ningún proyecto importante. En el 68 hicimos otra fábrica y se nos abrió el horizonte, sobre todo porque España estaba comenzando a abrirse, a tener consumo y turismo', recuerda Basilio.

Su primer éxito llegó en los ochenta. Los zapatos Tanke, inspirados en las botas de montaña, hechos con pieles más gruesas de lo acostumbrado hasta entonces, marcaron tendencia. A todos los modelos que siguieron ese patrón se les llamó Tanke, como quien llama Danone a un yogur o Pan Bimbo al pan de molde.

Las marcas bajo las que se comercializaban los zapatos de la empresa eran Garca y Tanke, pero 'no sonaban lo suficientemente bien', dice Pérez-Aradros. Fue Clint Eastwood el que lo resolvió: 'Un día, viendo las películas de Clint Eastwood donde hace de inspector Harry Callahan, el nombre me sonó muy bien. Aquí si te llamas Pérez o García no llama la atención, pero Callahan me gustó, le di mi particular visión y sacamos la primera publicidad con un vaquero'. Y así nació Callaghan, que caló más y mejor entre la gente.

Callaghan hizo los primeros zapatos reciclables del mundo. Fue en 1988, cuando el cambio climático aún no había irrumpido en la agenda política. 'Exportamos muchos a Alemania y Holanda. En España, los llevaron muchos artistas, pero no terminaron de cuajar, aún no había la sensibilidad que hay ahora con el medio ambiente. En ese sentido, nos adelantamos, pero es lo que tenemos que hacer los industriales', señala el fundador.

En 2004, la compañía lanzó Callaghan Adaptaction: 'Hemos hecho el zapato que se adapta al pie. Los pies se ensanchan unos milímitros cuando pisan y este sistema permite que el zapato se adapte a los movimientos. Es un éxito'. Pero Callaghan está a punto de dar un salto más: en septiembre presentará Adaptaction Total. Los zapatos provistos con este sistema impulsarán el pie desde atrás mediante un acolchado. 'Te los pones y te olvidas de que los llevas, puedes meterte a la cama con ellos', asegura Pérez-Aradros.

De momento, Callaghan puede presumir de tener redes de venta en casi toda Europa, EEUU y algunos países asiáticos, como China, donde tiene ya seis tiendas. Su última facturación rondó los 30 millones de euros. Sus cuatro fábricas están en Arnedo (La Rioja) y su distribuidora, en Logroño. La empresa está consiguiendo resistir ante la crisis y la filosofía de su fundador permanece: 'El futuro es crecer o crecer, hay que reinventarse constantemente'.

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