A Viggo Mortensen le cuesta quitarse la etiqueta de galán y héroe, o de villano que despierta morbo. A Viggo Mortensen se le pega la imagen de Aragorn en El Señor de los Anillos, del capitán Alatriste, de un mafioso ruso en Promesasdel Este. Ni se le imagina en la piel de un hombre débil, casi patético, quien, sin entenderlo, se convierte en títere del régimen nazi. En Good, de Vicente Amorim, Mortensen es un intelectual alemán incapaz de controlar su propia moral.
'No es verdad, no soy un personaje tan pasivo. La gente espera que yo haga algo, pero la película relata un proceso de cómo el protagonista se va dando cuenta de que lo que hace está mal', añade. En Good, que se estrena el próximo viernes, Mortensen es JohnHalder, un honrado profesor de literatura, casado y con dos hijos, quien no soporta ver cómo los estudiantes pronazis queman libros en los patios de la Universidad. Corría el año 1933 y Adolf Hitler acababa de tomar el poder. A través de Halder, se muestra el avance del nacionalsocialismo y su transformación en un régimen totalitario.
'Basta con dar el primer paso. Cuando se toma una decisión equivocada, siempre hay consecuencias', explica el actor, quien acaba vistiendo el uniforme nazi. Son muchas las películas que han retratado el III Reich, aunque Good abre una reflexión sobre la esencia del nazismo y de otros movimientos totalitarios que consiguieron imponerse en un país desarrollado como Alemania.
Tras la crisis financiera de 1929, más de seis millones de personas llenaban en 1932 las oficinas de desempleo alemanas y la República de Weimar empezaba a vacilar. 'El terreno estaba abonado para la aparición de una figura mesiánica que prometiese la salida de la aguda crisis económica y política', explica Álvaro Lozano en La Alemania nazi (Marcial Pons). Y a la Cancillería llegó Hitler.
El padre de Viggo Mortensen (Nueva York, 1958) es danés Dinamarca fue ocupada por la Alemania nazi durante toda la Segunda Guerra Mundial, y el actor recuerda cuando primos y tíos le contaban anécdotas de la época, aunque confiesa que tenía 'prejuicios'. 'Todos conocemos la simbología nazi. Cuando se ve enarbolar la bandera con la cruz gamada, nos parece terrible, aunque para la gente de la época, no lo era. Aún no...', dice el actor. Y así justifica cómo el profesor Halder acepta colaborar con el régimen.
Good se centra en la mirada del profesor, autor de un ensayo sobre la eutanasia. Pocas son las referencias directas al III Reich y apenas se nombra a Hitler, quien no aparece nunca. Metáfora de la transformación de un país en una dictadura antisemita y racista, la tensión de la película va creciendo mientras Halder se da cuenta de lo que pasa. Sabe que el régimen que le acogió como intelectual de referencia se deshace de los indeseables. Su mejor amigo es Maurice, un psicólogo judío.
Un aspecto que llama la atención en Good es el acento británico de los protagonistas. La película transcurre en un Berlín donde todo el mundo habla inglés y no se escucha el acento alemán de los militares en los clásicos filmes de guerra. Mortensen reconoce: 'La mezcla de acentos raros en este tipo de filmes siempre me ha hecho reír, me distraía'. Con un poco de deje estadounidense y giros argentinos creció en Buenos Aires, habla un castellano perfecto.
La filmografía sobre el nazismo, la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto es importante, aunque Mortensen considera que Good 'no sólo es sobre la Alemania nazi, ni sobre la época de los años treinta. Es un retrato sin concesiones de personas normales en tiempos anormales. No hay eventos fantásticos ni especiales; se retrata a gente normal'. Y por eso, añade, 'lo que pasó allí puede ocurrir en cualquier parte del mundo'.
El debate sobre la memoria histórica está abierto. Para el historiador Álvaro Lozano, la amenaza del regreso al poder del totalitarismo, como lo plantea la película alemana La Ola, de Dennis Gansel, reside en partidos políticos de extrema derecha que 'abandonan la simbología nazi y adoptan una apariencia democrática'. Good recuerda lo que no hay que olvidar, según Mortensen.
El actor deja claro que, tras rumores en la prensa británica, no piensa retirarse de la profesión. E insiste sobre la supuesta debilidad de Halder: 'Sólo es un papel que él hace'.
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