VALÈNCIA
Entre las medidas impuestas por la Generalitat para frenar el avance de la covid no se encuentra el cierre del comercio. De hecho, hace unos días se viralizó una imagen de las colas en la entrada del Ikea de Alfafar, con el habitual escándalo de estas situaciones. La situación de los centros comerciales se ha convertido en otro motivo de disputa entre los socios gubernamentales, con Compromís pidiendo su cierre y el PSOE, por el momento, haciendo caso omiso. Pero esto no ha impedido a numerosos ayuntamientos –al menos 19- ir más allá y ordenar el cierre de los mercados no sedentarios, una medida que los vendedores ambulantes consideran "discriminatoria" respecto al resto de comercios. Entre los municipios que han optado por esta medida se encuentran los de Dénia (Alacant), Utiel, Llombai, Sueca, Algemesí, Cullera o Bonrepòs i Mirambell (todos ellos en València), aunque por número de personas afectadas e importancia política, el que más repercusión ha tenido ha sido la misma ciudad de València, donde se organizan 18 mercados en sus barrios.
Este miércoles por la mañana, unos 250 de estos comerciantes –según cifras publicadas por EFE- se manifestaron desde la plaza del Ajuntament hasta el Palau de la Generalitat para pedir la reapertura de los mercados. El viernes pasado ya se habían concentrado en Cullera con reivindicaciones similares y viernes y sábado será el turno de Sueca i Algemesí, respectivamente.
"El criterio es totalmente político, ciudades con numerosos casos mantienen sus mercados abiertos mientras que otros más tranquilos los han cerrado –explica Miguel Ángel Viñes, presidente de la Associació Valenciana de Mercaders (Avame)-, sencillamente, cuando han anunciado el cierre de instalaciones deportivas y culturales han incluido los mercados sin pensar en la gente que dependemos de estos".
El sector de los vendedores ambulantes denuncia que es uno "de los más castigados" por esta crisis. De las entre cinco y seis mil familias que dependen de esta actividad, calculan que entre un 35 y un 40% ya "se ha quedado por el camino", incapaces de mantener las cuotas de autónomos y los otros gastos en la situación actual de suspensión de mercados y una reducción de las vendas que puede llegar fácilmente al 70%. "Si solo puedes hacer dos o tres mercados a la semana y además vendes muy poco, pues mucha gente ya ni siquiera puede salir", continua Viñes, quien reivindica la seguridad de estos espacios: "Son al aire libre, más seguros que los centros comerciales cerrados y en todas las paradas hay gel y turnos y colas para evitar aglomeraciones". También hay control de los aforos, aunque Viñes asegura que no es demasiado problema debido a la baja afluencia de clientes. "En un mercado como el de Alzira, con 175 vendedores apenas si han pasado 200 personas esta mañana", detalla por teléfono mientras atiende su puesto.
La directora general de Comercio, Rosa Ana Seguí, avisó, en declaraciones en la televisión autonómica, que los mercados no sedentarios "son equiparables al resto de comercios" y que, mientras estos no se cierren, "no hay motivos para hacerlo". De hecho, la Dirección General de Comercio, Artesanía y Consumo ha remitido una carta a diferentes consistorios, así como a la Federación de Municipios y Provincias recordando esta situación. Aun así, muchos ayuntamientos no se han dado por aludidos.
Una situación similar se dio ya durante el confinamiento de marzo, cuando se ordenó el cierre de todo el comercio excepto sectores esenciales. A pesar que la venta de alimentos estaba permitida, se prohibieron los mercados no sedentarios de alimentos, perjudicando a numerosos campesinos que, si bien podían ir a mantener sus campos y cosechar, después no tenían ningún espacio para vender sus productos. Tras protestas de diferentes organizaciones agrarias, la conselleria de Sanidad optó por permitir la reapertura de estos siguiendo las mismas obligaciones sanitarias que el resto de establecimientos.
Otra de las denuncias de los vendedores ambulantes es la falta de una ayuda específica para su sector. "La hostelería, con solo dos semanas que llevan cerrados y tienen su propia línea de ayudas, mientras que nosotros llevamos casi desde marzo prácticamente perdido, pero parece que somos invisibles", lamenta Viñes. La única posibilidad es acogerse a las ayudas generales de autónomos, pero denuncian las dificultades burocráticas y su poca cuantía: 400 euros, mientras que solo la cuota de autónomos ya suponen unos 300.
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