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La velocidad insuficiente pudo causar el accidente

Los mensajes de los últimos minutos del vuelo francés apuntan a que el mal tiempo y el fallo de los sistemas automáticos del avión pudieron hacerlo caer e incluso desintegrarlo en el aire

A. PÉREZ/ A.GALÁN

El océano Atlántico comenzó ayer a devolver los restos del avión de Air France que el domingo se tragaron sus aguas mientras una nueva hipótesis apunta a la velocidad insuficiente como posible causa de la tragedia.

El diario francés Le Monde informó ayer de que la compañía Airbus, que construyó este aparato que cubría la línea Río de Janeiro-París, iba a difundir ayer una 'recomendación' destinada a todas las compañías que utilizan aviones con dos reactores A 330, como el siniestrado. En este documento validado según el diario por la Oficina Francesa de Investigación y Análisis para la Seguridad Aérea se recuerda a las tripulaciones que utilizan este tipo de aparato que, en caso de condiciones metereológicas difíciles, se debe conservar 'el impulso y la posición de los reactores' para mantener el avión alineado.

Justo lo que pudo fallar en el Airbus de Air France, que, según sostiene el diario francés, no desarrolló la velocidad adecuada para hacer frente a una serie de 'acontecimientos catastróficos' que 'terminaron causando su desintegración en pleno vuelo'. Extremo 'confirmado por los mensajes emitidos automáticamente por el aparato en sus cuatro últimos minutos de vuelo'. Estos mensajes fueron publicados el miércoles por la prensa brasileña, que citó a fuentes próximas a Air France.

Del contenido de esta comunicaciones se deduce que los pilotos del Airbus siniestrado no pudieron afrontar esta serie de 'acontecimientos catastróficos'.

Veinte minutos antes de que el avión entrara en el espacio aéreo de Senegal, a las 23:00, las cuatro de la tarde en España, el piloto alertó de que el avión atravesaba una zona de fuertes turbulencias, con vientos de hasta 160 kilómetros de hora.

Diez minutos después, el piloto automático se desconectó. Se desconoce si fue una decisión del piloto o bien se trató de una desconexión automática prevista cuando el ordenador del avión detecta una avería grave en los sistemas automáticos.

A partir de ese momento, el avión estaba en manos del piloto. Una situación que según otro piloto citado por el diario brasileño O Estado de Sao Paulo es 'extremadamente difícil' por la complicación que entraña controlar manualmente un avión a esa altitud y en semejantes condiciones.

La situación empeoró rápidamente. El fly-by-wire (el sistema de control de vuelo eléctrico que activa sistemas como los alerones) se desactivó y se accionó el régimen de alternative law, una alimentación alternativa que deja al piloto mayor poder de intervención y que se acciona automáticamente en caso de averías eléctricas múltiples.

Después de accionar este sistema, las alarmas probablemente sonaron en el interior de la cabina, señalando la situación de emergencia. Es probable que para entonces el avión ya estuviese cayendo.

Los mensajes siguientes indican que los pilotos intentaban maniobrar sin el auxilio de los equipamientos electrónicos. Al activar la alimentación alternativa, dejaron de funcionar los sistemas que ofrecen datos sobre la altitud y la velocidad, entre otros. El último mensaje se envió a las 23:14: 'cabina en velocidad vertical', lo que indicaba ya la despresurización en la cabina.

Los expertos citados por la prensa brasileña creen que la cabina de despresurizó por algún orificio en el fuselaje, pero no por las turbulencias en sí mismas, por severas que fueran.

Las conclusiones tanto de la prensa brasileña como de una parte de la prensa francesa contradicen la prudencia de la Oficina de Investigación y Análisis para la Seguridad Aérea francesa, el organismo que investiga el accidente. Su director general Paul Louis Arslanian ha advertido de que los mensajes emitidos por el sistema informático del avión 'tienen que ser interpretados y observados con perspectiva'.

La investigación sobre el accidente encuentra de momento un obstáculo fundamental: aún no hay rastro de las cajas negras del aparato. Brasil reconoció ayer, en boca de su ministro de Exteriores, Celso Amorim, que carece de los recursos técnicos y de los submarinos capacitados para localizar la caja negra. Las autoridades brasileñas consideran muy probable que ésta nunca llegue a aparecer y, por tanto, las razones exactas del accidente sigan siendo un misterio.

Aunque París comparte este temor, las autoridades francesas aún no han desistido. Ayer se supo que el minisubmarino Nautile, el mismo que trabajó en los restos del trasatlántico Titanic, viaja ya la zona donde se perdió el rastro del avión.

Este submarino, capaz de sumergirse incluso en simas de 6.000 metros está ya a bordo del barco oceanográfico francés Pourquoi pas?, que lo transporta desde las Islas Azores hasta las aguas del archipiélago Fernando de Noronha, base de la operación de búsqueda del Airbus. El Nautile tiene un mes antes de que la señal de las cajas negras se extinga para siempre.

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