Por Daniel Flynn
Cuando el principal tribunal de Italia despojó al primer ministro, Silvio Berlusconi, de su inmunidad para ser juzgado, prometió defenderse a sí mismo en el único terreno que realmente importa.
"Los dos juicios en mi contra son falsos, irrisorios, absurdos, y se lo demostraré a los italianos yendo a la televisión", dijo.
En los tribunales, Berlusconi se enfrenta a dos casos que se espera que se reanuden a finales de este año. Está acusado de fraude fiscal y de cuentas falsas en la adquisición de los derechos televisivos de Mediaset y de sobornar al abogado británico David Mills para que diera un falso testimonio y proteger su imperio empresarial.
Berlusconi niega cualquier actuación ilegal.
Pero en un país donde casi el 80% de los ciudadanos tienen a la televisión como principal fuente de información, el poder de este medio para dar forma a la opinión pública italiana difícilmente puede superarse.
Y pocas personas son más conscientes de su poder que el primer ministro, a quien la propiedad de Mediaset y el control de la estatal RAI le conceden influencia sobre los canales que ven casi el 90 por ciento de los italianos todos los días.
"No entiendes que si algo no está en la televisión no existe", dijo Berlusconi en una ocasión a un socio cercano.
Pero con el primer ministro a la defensiva después de meses de escándalos sexuales y reveses legales, muchos temen ahora que esté utilizando su control de los medios italianos para sofocar las críticas.
Cuando un juez ordenó a su holding Fininvest que pagara 750 millones de euros en daños por soborno en una batalla de adquisiciones en la década de los 90, Berlusconi prometió: "Escuchareis cosas buenas sobre él".
Días después, empleados del Canale5 de Mediaset siguieron al juez por las calles de Milán, criticando su adicción al tabaco y sus "excéntricos" calcetines color turquesa, lo que provocó que los magistrados protestaran y empezaran a usar calcetines similares.
"Berlusconi siempre ha usado sus propios medios para destruir, difamar, ridiculizar y humillar a quienes percibe como enemigos", dijo Alex Stille, un autor italiano. "Pero la intensidad de su última campaña, en la que a cualquiera que hable en contra de Berlusconi se le dice que trata de degradar su reputación, es singular y muy preocupante".
¿DEPREDADOR DE LA LIBERTAD DE PRENSA?
Cuando el editor del diario de la conferencia episcopal criticó la relación del primer ministro con una modelo adolescente, el diario Il Giornale, propiedad del hermano de Berlusconi, lo acusó de homosexualidad, lo que provocó su dimisión.
Berlusconi está demandando a publicaciones de Italia y del extranjero por su cobertura sobre las afirmaciones de una señorita de compañía que dice que un empresario le pagó para dormir con el primer ministro después de una fiesta en noviembre.
Una protesta celebrada este mes en Roma sacó a la calle a unas 100.000 personas. Reporteros sin Fronteras dijo que Italia ha caído en su clasificación por segundo año, hasta el puesto 49, y que Berlusconi estaba a punto de ser incluido en la lista de Predadores de la Libertad de Prensa, en la que sería el primer líder europeo.
La ley de medios de 2004, desarrollada por su gobierno anterior, especifica que un individuo debe controlar más del 20 por ciento del medio para incurrir en una sanción, incluido todo lo que tenga que ver con Internet, a 800 canales locales de televisión y los 150 periódicos nacionales.
Berlusconi, además de su participación en la televisión, controla la mayor agencia de publicidad y anuncios de Italia, y una revista de información semanal.
La penetración de Internet en Italia sigue muy por debajo de la media europea y la circulación de los periódicos es baja y limitada. El diario más vendido de el país, el estatal Corriere della Sera, vende medio millón de ejemplares, una pequeña parte de los 3 millones que vende el sensacionalista The Sun en Reino Unido.
En contraste, el 46% de los italianos pasan entre dos y cuatro horas al día frente a la televisión, y un 17% pasa más de cuatro horas.
incluido su líder actual Dario Franceschini - han lamentado públicamente que la izquierda no aprobara una ley sobre conflictos de intereses a pesar de haber gobernado en dos ocasiones desde que Berlusconi entrara en la política en 1994.
En su lugar, es Berlusconi el que está planeando una ley. Ha prometido embarcarse en un proceso de reforma constitucional, destinado a incrementar los poderes del primer ministro y poner a los fiscales bajo un control más directo del gobierno.
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