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Una serie de cartas inéditas acaba con la preciada privacidad de J.D. Salinger

EFE

El silencio y la privacidad que caracterizaron la vida del escritor J.D. Salinger se rompieron hoy para siempre en Nueva York con la exposición de la correspondencia que durante años intercambió con uno de sus amigos más íntimos.

Jerome David Salinger (1919-2010) defendió en vida su intimidad a capa y espada, pero ahora, casi dos meses después de su muerte, la Biblioteca y Museo Morgan de Manhattan arroja luz sobre cómo era realmente el escritor con una exposición que con toda seguridad levantaría la ira del autor de "El guardián entre el centeno".

"Salinger odiaría esta muestra. La detestaría y se enfadaría", explicó hoy a Efe el responsable de textos históricos de la institución, Declan Kelly, sobre la exhibición de unas cartas del conocido autor, en las que se refleja la complicada personalidad de alguien que vivió voluntariamente cuarenta años en el ostracismo.

La Morgan ha reunido cuatro de las diez misivas que posee de las que Salinger intercambió con Michael Mitchell, uno de sus vecinos durante años, que además diseñó la portada de la primera edición de su obra más conocida y a quien, junto a su esposa Bet, el novelista define como "los amigos más cercanos" que tenía.

"Guardamos las cartas mientras Salinger estaba vivo por respetar su intimidad, pero ahora no hay motivo para no compartirlas. Es un tributo a uno de los grandes autores norteamericanos", explicó Kelly sobre los textos donados a la Morgan en 1998.

Esas cuatro cartas, enviadas entre 1951 y 1969, se exponen desde hoy y hasta el próximo 11 de abril en la sala que acoge en Nueva York uno de los ejemplares de la Biblia impresos por Johannes Gutenberg en el siglo XV que posee la Morgan, mientras que las seis restantes (1979-1993) estarán expuestas del 13 de abril al 9 de mayo.

La institución cultural ha elegido ese lugar para la muestra por "la gran importancia" que a su juicio tienen los escritos de Salinger, unos textos que muestran, según Kelly, "muchas caras de su personalidad" y que ayudarán a los estudiosos y seguidores del autor a entender a un "hombre complicado".

"Es divertido ver que el yo literario de Holden Cualfield, protagonista de "El guardián entre el centeno", es bastante similar al tono que Salinger utiliza, en particular en sus primeras cartas", señaló Kelly sobre unos textos que se abren el 22 de mayo de 1951 con una carta escrita desde Londres.

En ella, Salinger le cuenta a su amigo cómo en el viaje a la capital británica compartió unas copas con una modelo de la revista Vogue y cómo, ya en Londres, conoció a los actores Lawrence Olivier, a quien define como "un tipo muy majo", y a la "encantadora" Vivien Leigh en una fiesta en la que estuvo debatiendo sobre Franz Kafka.

Además, Salinger encuentra hueco para hablar, por ejemplo, del amor, como ocurre en la tercera misiva, donde, con fecha 27 de diciembre de 1966, asegura: "no puedes borrar fácilmente a una persona de tu vida" cuando se ha acabado una relación, o para expresar su preocupación acerca de su creatividad.

"Tengo escritas muchas cosas que me gustan, pero, Dios mío, voy tan despacio y dudo tanto", reconoce en ese texto Salinger, quien más adelante se muestra, según el experto de la Morgan, "más oscuro" en unos textos que están en ocasiones escritos a mano y en otras mecanografiados.

Las cartas, según Kelly, son "muy reveladoras porque nos explican mucho de lo que Salinger estaba haciendo durante el tiempo en que se sabía muy poco de él, después que abandonará Nueva York en 1953 y se recluyera en Connecticut".

"En ellas se ve que la elección de una vida solitaria se debió a que Salinger necesitaba tiempo para reflexionar", relató el experto, quien aseguró que esa decisión no impidió que el novelista trabajara "de forma muy disciplinada, cada día desde las 6 o las 7 de la mañana y evitando cualquier distracción del mundo exterior".

Salinger habla también a Mitchell sobre temas tan variados como el matrimonio o la paternidad y expresa su "rabia sobre las intromisiones en su vida privada", según explicó Kelly, quien detalló que "en las últimas cartas se puede observar un estado de ánimo más apagado", que culminó con el fin de la correspondencia entre ambos en 1993.

Después de años de cartas, el escritor dio por terminada la amistad luego de que su amigo le pidiera una copia auotografiada de la primera edición de "El guardián entre el centeno", una anécdota más en la vida de uno de los escritores más influyentes en el mundo de las letras y, a la vez, más solitario. David Valenzuela

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