La cantante y compositora Lourdes Hernández, más conocida por el nombre de una pintura de labios, Russian Red, concluye mañana, con un concierto en Madrid, un ciclo "de ensueño" y emprende uno nuevo, que incluye un viaje a EEUU y planes para un segundo disco que, según dice, hará sin miedo.
"Por encima de todo está el deseo de la música y eso te conduce de una manera muy natural hacia donde tienes que ir", explica, en una entrevista con Efe, está madrileña que acaba de cumplir 24 años y que con su primer disco, "I love your glasses", que lanzó en abril del 2008, se ha convertido en una de las últimas revelaciones musicales en España.
Ya antes de la edición de este disco, la suave voz de Lourdes Ortiz y sus melancólicas canciones cantadas en inglés hicieron que su propuesta triunfara en los bares madrileños en los que comenzó a actuar y saltara a Internet. Luego llegó el disco, la atención de los medios de comunicación y la inclusión de su nombre en festivales como el FIB Heineken 2009, en las candidaturas de distintos premios, o en las bandas sonoras de películas como la próxima de Julio Medem.
Tras ofrecer varios conciertos en Miami, Costa Rica, Nueva York y México, la cantante ha emprendido una gira de seis conciertos en España que concluye mañana con una actuación en el Teatro Haagen Dazs Calderón de Madrid, que será el broche final a este inicio que podría ser la envidia de cualquier joven cantautor.
"Estoy todavía muy metida en este periodo como para hablar de él", cuenta Lourdes Hernández mientras dice que "ha sido una vorágine maravillosa" y que se siente "muy afortunada" de ser tan joven y "tener la oportunidad de viajar por el mundo haciendo algo que me encanta", algo que le hace "estar tan cerca de la felicidad" que a veces le ha dado miedo.
Lo que no le asusta es continuar su carrera, ni que le ocurra lo que a muchos otros artistas incapaces de continuar una trayectoria sólida tras un primer éxito.
Ella primero se tomará un descanso para "tomar un poco de distancia" y hará un viaje "sin planes de nada" y de tres meses por EEUU. Y seguirá componiendo para su segundo disco, para el que ya tiene algunas canciones y "muchas más que me quedan por venir, que estoy esperando".
Grabar un disco le parece "una experiencia tan bonita" que sólo tiene ganas de encerrarse con los cuatro músicos que la han acompañado hasta ahora. "El miedo no aparece por ningún sitio, no quiero demostrar nada a nadie, quiero hacer música".
Las canciones le siguen saliendo en inglés, porque es el idioma de "toda la música" que ha escuchado en su vida y en el que se siente "cómoda". Pero asegura que le entran ganas de cantar en español cuando escucha a Los Panchos: "me encantan, cuando escucho boleros me digo '¡ójala fuera capaz de hacer algo así!'", comenta.
La melancolía de sus composiciones tiene una explicación: "siempre he disfrutado mucho de la tristeza, estar alicaída me hacía sentir bien, me hacía sentirme viva" y, además, es en esos momentos en los que "es más fácil que nazcan" las canciones, porque "la inspiración está más a flor de piel".
"Supongo que por eso suelo tratar temas que no son las cosas más positivas del mundo, pero a mí me parece que también hay belleza en ellos", explica mientras asegura que le gusta mantener su "inocencia" y no "reflexionar demasiado" sobre por qué hace lo que hace.
No cree que el éxito vaya a cambiar el proceso de composición porque éste "está totalmente alejado de exhibicionismo" y porque los momentos de inspiración "son intocables, inamovibles, muy íntimos". "Las canciones que hago ahora y las que hacía antes vienen del mismo sitio", afirma.
Su propuesta ha llegado junto al de otras jóvenes españolas, como Anni be sweet, que se han colado con fuerza en la escena "indie" española, pero ella cree que es más una causalidad que un fenómeno en particular. Hablar de eso es, dice, cosa de los medios.
Lo que si es real es que el nombre de Russian Red seguirá a su lado, porque este carmín se ha convertido en "un fetiche" para ella. Pero ha sido después de su éxito, porque cuando se lo puso no le dio "tanta importancia". "En ese momento me cuadró, me gustaba que el nombre de una banda fuera el de un color" y lo encontró en su barra de labios, que ahora procura tener "siempre a mano".
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