Los seis días de trabajo bajo el sol para rescatar los restos de 59 fusilados hallados en la conocida como la fosa de los ferroviarios , en Gumiel de Izán (Burgos), llegan a su fin con el levantamiento de los últimos huesos. La tarea que comienza a partir de ahora será más larga y tratará de corroborar el nombre de estas víctimas, fusiladas por los afines al bando franquista en el verano de 1936.
La hipótesis de que en el enterramiento hubiera un grupo de 13 trabajadores del tren recluidos en la prisión de de Aranda de Duero —improvisada en los sótanos del Ayuntamiento— cobra fuerza tras el hallazgo del ojo de cristal que encaja con el recuerdo de la hija de uno de estos ferroviarios, quien asegura que su padre era tuerto.
Un corsé ortopédico encontrado en el enterramiento y la escasa estatura de los esqueletos —apenas el metro y 40 centímetros— son señales 'muy importantes' a juicio de los arqueólogos que trabajan a pie de fosa, en el paraje de La Legua.
Estas pistas son las que van construyendo los relatos que acaban identificando a las víctimas. Otro indicio localizado en la fosa es un crucifijo de plata que pudo pertenecer a un religioso de la zona fusilado 'por defender los derechos de los trabajadores'. Es una de las posibilidades que baraja José Ignacio Casado, de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), y documentalista de la Guerra Civil y la represión franquista en la zona.
Durante el transcurso de estos trabajos de exhumación no se han personado agentes de la Guardia Civil
'Sabemos que mataron a un franciscano capuchino, Fray Emiliano María de Revilla, natural de Trujillo, que vivía a unos 40 kilómetros de Gumiel'. Según las investigaciones de la ARMH, el religioso —conocido como el Padre Revilla— fue detenido, ingresado en la cárcel de Burgos y 'asesinado con 13 personas más el 4 de septiembre de 1936', explica Casado.
El franciscano era 'muy conocido' en la zona, donde se destacó por denunciar las condiciones de semi esclavitud en las que vivían los jornaleros 'que percibían sueldos indignos'. 'Era una figura comprometida socialmente. En su ficha de prisión consta como 'catedrático religioso' aunque también se sabe que fue piloto', señala Casado.
'Habrá a quien le cueste cree que mataban a religiosos, pero los autores de estas muertes eran excesivamente criminales', remacha. Si los restos óseos hallados junto al crucifijo de plata pertenecen al Padre Revilla, lo dirán las pruebas que se practiquen en los laboratorios: primero en el de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, en San Sebastián, donde irán las cajas con los huesos exhumados y, después, en el laboratorio de arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid.
'Cuando se abre una fosa se obtiene muchísima información', asegura Casado y detalla otros objetos localizados: un pastillero y una ficha en la que a simple vista sólo se lee el número 99. 'Para saber que pone habrá que limpiarla con cuidado, lleva 75 años bajo tierra'.
Algunos de los cuerpos localizados podrían pertenecer a un grupo de jornaleros de Gumiel de Izán que llegarían allí tras una saca posterior de la prisión de Aranda, en octubre de 1936.
Durante el transcurso de estos trabajos de exhumación, no se han personado agentes de la Guardia Civil.
'Sabemos que mataron a un franciscano capuchino, Fray Emiliano María de Revilla, que vivía cerca de Gumiel'
Para el proceso de identificación posterior, las asociaciones cuentan con algunos de los familiares de las víctimas para 'cruzar datos'. Del grupo de los 13 posibles ferroviarios, hay cinco descendientes. 'Hay un problema añadido que es el de la migración brutal de los años 50 que dejó estos pueblos con muy pocos habitantes'. Por ello, a la hora de tomar muestras 'tenemos que trasladarnos a Madrid, Valencia, Barcelona o Bilbao', explica.
Las pruebas de ADN —en caso de que sean necesarias— se realizan en un laboratorio privado en Madrid y su coste se sitúa alrededor de los 500 euros. Casado recalca que todos los costes de un proceso de exhumación y posterior identificación los sufragan las propias asociaciones ya que las subvenciones que otorga el ministerio de Presidencia 'llegan al año siguiente' y lamenta que una pequeña parte de ese dinero 'se utilice para localizar y exhumar los restos de las víctimas en fosas comunes'.
Aún así, Casado confirma que tanto con subvención como sin ella, seguirán desarrollando esta labor que llevan varios años haciendo. 'Hemos exhumado más de 500 cuerpos' en esta zona del país donde solo en el verano de 1936, fueron fusiladas más de 700 personas.
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