¿Está usted cansado de ver esas feas estaciones de depuración de aguas residuales que apestan, utilizan gran cantidad de reactivos químicos, consumen mucha electricidad y acaban saliendo muy caras en su factura de impuestos municipales? Los franceses sí lo están. Y por eso empiezan a volverse cada vez más hacia las estaciones de depuración vegetales, que utilizan los procesos de reacción química de las plantas para producir agua a partir de lo que sale del desagüe.
Los datos sobre la expansión de este nuevo tipo de instalaciones, que no consumen prácticamente electricidad, no desprenden olores y no necesitan reactivos químicos, son elocuentes. Había en Francia en el año 2000 nueve de estas Estaciones de Depuración de Aguas Residuales (EDAR) vegetales. En 2004, ya eran poco más de 400. Este año, se han superado las 1.000, repartidas por todo el país, algunas de ellas capaces ya de depurar no sólo las aguas residuales domésticas de municipios de pequeña talla, sino también de aglomeraciones urbanas.
El número de estaciones se ha multiplicado por cien en diez años
Capital en esta expansión de la técnica, basada en las reacciones químicas y físicas que provocan las raíces de las plantas en los residuos orgánicos, ha sido la entrada en el sector de los gigantes del tratamiento del agua, como Veolia y Suez.
La tecnología no es nueva. En 1871, los ingenieros Adolphe Mille y Alfred Durand Claye convencieron a la ciudad de París de hacer un experimento: un jardín modelo trata las aguas residuales de la capital, que luego van, como aguas de regadío, sólo con las sales y minerales fertilizantes, hacia los huertos que entonces rodeaban ampliamente la capital (el llamado Maraichâge). En 1875, Moscú adopta el mismo sistema, y un año después lo hace Berlín.
La tecnología estuvo luego desaparecida durante décadas, pero fue relanzada en los años ochenta del siglo pasado por técnicos ecologistas del mundo de la agrobiología, contentos de poder recurrir a plantas allí donde todos pensaban que hacía falta electricidad y reactivos químicos. Después, varias empresas vieron el interés y empezaron a extender la tecnología, especialmente en Holanda, Hungría, China, Bélgica, y ahora Francia.
Uno de los modelos depura aguas en ciudades de hasta 50.000 habitantes
También las multinacionales instalan ya EDAR vegetales llave en mano, y con tecnologías más elaboradas, a veces parcialmente apoyadas con reactivos químicos (las llamadas estaciones mixtas). Empiezan a ser corrientes en Francia, y el gigante Veolia dispone de un modelo la Estación Orgánica, íntegramente vegetal que puede afrontar la depuración de aguas de municipios urbanos de entre 5.000 y 50.000 habitantes. Cinco de estos reactores están en construcción, y uno ya está en funcionamiento en Le Lude, a unos 250 kilómetros al suroeste de París.
Una vez explicado, el principio de las EDAR vegetales parece tan sencillo que lo sorprendente es que sus rivales electroquímicas se extendieran tanto. En las estaciones de depuración vegetales, las aguas residuales llegan a una primera balsa en la que se colocan gravas o granulados de arcilla que tienen la particularidad de atraer a bacterias, microalgas y microorganismos para que se fijen. Plantas de tipos particularmente eficaces como el lirio amarillo, el jacinto de agua o el junco de laguna, con capacidad para tejer una intensa tela de raíces en medio del agua, tienen la capacidad de transformar el residuo en mineral.
En ciertos modelos de EDAR vegetales, las aguas pasarán a una segunda balsa con otros tipos de plantas para una segunda depuración y, finalmente, por una tercera con plantaciones de bambús, para una última purificación que requiere más tiempo. Después de ella, el agua que sale de estos reactores vegetales contiene 34 miligramos de desechos químicos por litro, muy por debajo de los límites admitidos por la UE. Tanto que el agua puede ser vertida directamente en arroyos y lagos sin ningún peligro, e incluso con una calidad superior a las aguas autorizadas al baño en algunas playas o lagos. El residuo mineral sólido es secado y utilizado, por separado, como abono en tierras agrícolas. La Estación Orgánica, en concreto, recurre a plantas tropicales, óptimas por su capacidad para degradar biológicamente los contaminantes contenidos en el agua.
La construcción y lanzamiento de una EDAR íntegramente vegetal puede llegar a costar entre un 5% y un 60% más que su prima electroquímica. Pero el coste de funcionamiento, mantenimiento y energía eléctrica es más del 20% inferior anualmente, y su vida activa mucho más larga. La Estación Orgánica de Le Lude, que entró en servicio a finales de octubre pasado con un coste un 5% superior a un reactor convencional químico, está garantizada hasta 2080 sin necesidad de nuevas construcciones o renovación de infraestructuras.
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