La píldora abortiva llegará el próximo 19 de noviembre a Italia, pero no a las farmacias, sino a los hospitales. La Agencia del Medicamento italiana dio ayer el último empujón a la aprobación de la pastilla RU485, tras cinco años de intensas polémicas. Sus responsables se habían mostrado dispuestos a esperar a que terminara un debate en el Senado sobre las garantías sanitarias del fármaco, tal y como había pedido Pueblo de la Libertad (PdL), el partido del primer ministro, Silvio Berlusconi. Pero al final se convencieron de que lo único que pretendía el Parlamento era retrasar su comercialización.

Así, la Agencia del Medicamento estableció ayer que, de acuerdo con la ley, serán la Administración central y las regiones italianas las que establezcan los protocolos a seguir, pero siempre que se cumplan dos premisas. La primera, que la mujer tome la píldora en un hospital y permanezca ingresada hasta que se haya completado el proceso. La segunda, que la pastilla se suministre hasta la séptima semana de gestación como máximo.

La Agencia considera que, de esta forma, la comercialización del fármaco entra en consonancia con la Ley del Aborto, aprobada en 1978 y que prevé que la interrupción del embarazo se haga con plenas garantías sanitarias. Esta decisión cierra un capítulo de incertidumbre en Italia, un país marcado por el poder de la jerarquía eclesiástica, donde varios hospitales que habían tratado de suministrar la píldora como alternativa al aborto quirúrgico habían chocado con la resistencia del Gobierno.

El Vaticano se movilizó el pasado verano para impedir la aprobación de la píldora e incluso amenazó con excomulgar a las mujeres que la tomen y al médico que la suministre. El partido de Berlusconi optó por abrir un debate parlamentario para tratar de congraciarse con la Iglesia, después de los últimos escándalos de la vida privada del primer ministro. El Papa Benedicto XVI volvió a reiterar ayer 'el valor de la vida desde su concepción'.