>> Este artículo forma parte del Especial 'Cómo salir de la crisis ' (en PDF)
Miguel Sebastián (Madrid, 1957) es ministro de Industria desde abril de 2008 y antes dirigió la Oficina Económica de Presidencia del Gobierno. Doctor en Economía por la Universidad de Minnesota (EEUU), defiende reformas estructurales que liberalicen la economía y afirma que los impuestos no están para redistribuir la riqueza, sino para obtener ingresos: 'la redistribución se hace vía gasto'. Se le reconoce una cercanía con el presidente del Gobierno que no tienen otros ministros.
¿En qué momento de la crisis nos encontramos y cuándo nos habremos recuperado?
La crisis es como un río y creo que río arriba se están arreglando las cosas: en el sector financiero, en la bolsa, se está estabilizando la morosidad, el flujo de crédito empieza a fluir... La parte financiera claramente se está arreglando. Lo que pasa es que tardará tiempo en notarse en la parte de abajo. Pero si todo va bien, creo que a lo largo de 2010 veremos tasas positivas intertrimestrales de PIB, que es lo que nos indicará el final de la crisis.
¿Cuándo veremos la reducción del desempleo?
Esa es la parte más lenta, lamentablemente. Primero, crecerá el PIB; luego, el empleo y, finalmente, se reducirá el desempleo. Pero que eso se demore no quiere decir que no estemos ya saliendo de la crisis. Creo que la máxima caída del PIB la tuvimos entre el primer y segundo trimestre de este año y a partir de ahí iremos recuperando.
Estamos hablando de más allá de 2010 para que se reduzca el paro.
Probablemente, porque es lo que va con más retraso. Lo que no creo que debamos esperar ya son grandes aumentos del desempleo, se estabilizará -con fluctuaciones estacionales-, pero empezará a reducirse a partir de 2011. Lo que estamos detectando es que la economía se está sumergiendo en parte. Y eso lo vemos por el consumo de energía, que venía de caer un 10% y ahora está en cero. Esto no casa con una caída de la producción industrial del 20%, salvo que haya economía que se está sumergiendo. Lo cual es malo desde el punto de vista fiscal, pero es bueno en el sentido de que no es un tejido que se pierde, está ahí subyacente y de lo que se trata es de aflorarlo cuando pase la crisis. Buena parte de esas empresas que han desaparecido en realidad están sumergidas. La electricidad, como el algodón, no engaña. Puedes sumergirte fiscalmente, pero la luz la tienes que pagar.
La OCDE pronostica una tasa de paro del 20% para España el año que viene, la Comisión Europea dice que saldremos más tarde de la crisis que Francia o Alemania, el Foro de Davos nos rebaja la competitividad... ¿La economía española es peor que otras, está mal dirigida la política económica o qué ocurre?
No sé cómo hace sus estudios el Foro de Davos, pero los datos de inversión extranjera en España son muy buenos, somos el quinto país en el mundo y el tercero en Europa receptor de inversiones. Si España va ir con retraso o no en la recuperación europea, es algo que el tiempo dirá. También hay que considerar que España entró un poco más tarde en la crisis que el resto de los países. España es un país muy abierto y, si se recupera el comercio internacional, le va a afectar muy positivamente. La clave es la financiación, tenemos que arreglar que los bancos den crédito para inversión nueva.
Llevamos meses con eso.
Los bancos han empezado a mejorar dando créditos para refinanciar deuda, dinero para circulante. Ahora, la clave es que sea para inversión nueva porque es lo que garantiza que aumenta el empleo.
¿Cuáles son los puntos fuertes y débiles de la economía española para salir de la crisis?
Nuestros puntos fuertes son un sistema financiero que va a salir reforzado respecto a otros países, que vamos a seguir siendo de los países de la OCDE con menos deuda pública, que somos un país muy abierto al exterior y eso va a ser muy bueno en la recuperación, y que tenemos un capital humano muy importante todavía por incorporar -el de las mujeres- con un nivel de cualificación muy alto. Como punto débil, que hay que digerir aún la burbuja inmobiliaria. Por eso, tenemos que ser capaces de reorientar la capacidad productiva y la inversión hacia sectores que tengan una mayor productividad y que sean más sostenibles en el largo plazo. Ese es nuestro gran reto.
¿Habría que hacer reformas estructurales en la economía española?
Este Gobierno sigue haciendo reformas estructurales porque eso es lo que está haciendo liberalizar el mercado eléctrico, el gas, la TDT de pago acabando con veinte años de monopolio de facto. Todo esto son reformas estructurales que introducen competencia. También es muy importante la directiva de servicios, que simplifica trámites burocráticos, o la inversión en nuevas tecnologías, en I+D+i, que a lo mejor tardan tiempo en dar resultados en producción industrial y en empleo, pero que ya empiezan a notarse en producción científica, en patentes... Nosotros llevamos trabajando en este cambio de modelo desde 2004-2005.
Dentro de esas reformas estructurales, ¿sería conveniente hacer una reforma laboral?
La reforma laboral es algo a plantearse dentro del diálogo social cuando la economía esté en plena recuperación. Probablemente, ahora no sea el momento porque lo que tenemos que garantizar es que se supere la crisis. Luego vendrán esas reformas que seguramente serán buenas, sobre todo si son dialogadas y que habrá que hacer. Hay que buscar un modelo que termine con la temporalidad.
¿Qué le parece la propuesta de los 100 economistas de un despido más barato con indemnización progresiva?
El problema de los 100 economistas es que era una carta a los Reyes Magos y no priorizaba, es poco útil para la política económica. Hay que identificar cuál es la reforma relevante, la que tendría más efectos a corto y medio plazo, y no nos la han dado.
¿Y su receta cuál sería?
Yo no soy ministro de Economía. Pero creo que estamos haciendo una buena política económica en un marco de diálogo social.
En las reuniones del G-20, se ha insistido en que hay que mantener los estímulos económicos hasta que la recuperación esté asentada y esa ha sido la posición española. ¿No es contradictorio con la retirada prevista de estímulos como los 400 euros o la subida de impuestos?
Tenemos que buscar un equilibrio entre mantener los estímulos en la medida en que estamos aún en una situación de crisis, aunque no tan aguda como hace un año, y vigilar las cuentas públicas para empezar a salir de un déficit excesivo en el que nos hemos metido todas las economías como consecuencia de la crisis, además de mantener un impulso fiscal orientado a la protección social y al cambio de modelo. Y ese equilibrio pasa por una elevación de la presión fiscal, aunque sea moderada.
¿La subida del IVA va a ser temporal o viene para quedarse?
La subida del IVA acerca la fiscalidad española a la europea. Este Gobierno sigue manteniendo la filosofía de que los impuestos no tienen una finalidad redistributiva. Muchas veces se dice, a mi juicio erróneamente, que el IVA es un impuesto regresivo y el IRPF progresivo. Yo creo que eso es un discurso muy antiguo, que se ha demostrado erróneo en la práctica. La clave es utilizar los impuestos para que el Estado tenga recursos para hacer frente a su política de gasto, que esa sí tiene que ser redistributiva. A ningún Gobierno le gusta subir los impuestos, ni de izquierdas ni de derechas. Lo que distingue a un Gobierno de izquierdas de uno de derechas es la protección social y la visión de futuro con la defensa de la sostenibilidad. Este Gobierno mantiene el esfuerzo que ha hecho de protección social y protege a los más desfavorecidos por la crisis.
Entonces, ¿no cree que haya que implantar un impuesto para grandes fortunas?
No sé cómo se hace eso.
¿En Francia no funciona?
Se ha intentado en el pasado, pero o lo abordamos de forma coordinada internacionalmente o va a ser muy difícil porque hay una altísima movilidad de capitales. Otra cuestión es que se plantee, a la vieja idea de Tobin, que haya una imposición sobre las transacciones financieras por todos los países y que dediquemos esos recursos a la ayuda al desarrollo o a la protección social. Yo creo que eso podría tener una muy buena acogida.
¿Qué es más de izquierdas: bajar o subir impuestos?
Bajar impuestos sigue siendo de izquierdas, pero hay que bajarlos cuando se pueda. Este Gobierno, cuando ha podido, ha bajado los impuestos (bajamos tipos en IRPF, en Sociedades, hemos quitado Patrimonio). Ahora no puede, de hecho le pide un esfuerzo fiscal a los españoles, pero estoy convencido de que cuando se pueda, volveremos a bajar los impuestos. Cuando, en 2012, el PSOE tenga que rendir cuentas de cuatro años y a pesar de haber tenido la crisis más tremenda de la historia mundial, habrá demostrado que ha cumplido su compromiso de no subir la presión fiscal que se encontró en 2004. Tendremos una presión fiscal por debajo de la que teníamos con el PP.
¿Qué impuestos deberían bajarse: Sociedades, IRPF?
La idea de que la remuneración del trabajo y del capital deben tener una fiscalidad parecida sigue siendo una idea muy de izquierdas. Que una persona pague el 43% por su trabajo y que su vecino pague el 18% o el 20% por sus rendimientos en bolsa no parece muy de izquierdas. Por eso creo que a largo plazo el IRPF habrá que bajarlo.
¿Cree que vamos a salir de esta crisis con cambios significativos?
Esta crisis viene de unos excesos y creo que salir con un modelo más sostenible va a ser un reforzamiento de todas las economías. Lo que tienen que aprender los países en desarrollo, de crecimiento rápido, que ahora son el motor del crecimiento mundial, es que al final los excesos se pagan. Creo que vamos a salir de esta crisis con un sistema financiero mucho mejor.
¿Y más ético?
Sin duda, porque claramente ha habido abusos .
¿Qué medidas de estímulo va a llevar a cabo el Gobierno?
El fondo de inversión local, de 5.000 millones de euros, que se repartirá para proyectos productivos y para inversión en educación, y el fondo de economía sostenible, con 20.000 millones de créditos blandos para modernizar la economía. Hay que usar más la vía de los préstamos que de las subvenciones. Si de un modelo de subvenciones pasamos a un modelo más de préstamos o de cofinanciación con el sector privado, también cambiaremos el espíritu del modelo de crecimiento.
¿Qué va a pasar con Figueruelas? Ha dicho que no le gusta la operación de venta de Opel a Magna.
No nos gusta porque tenemos muy poca información y creo que no la vamos a tener hasta que no pasen las elecciones alemanas porque a nadie se le escapa que puede haber un componente político en esta operación. La Comisión Europea ha advertido de que no puede haber motivaciones políticas en las ayudas, tienen que ser por criterios industriales y de competitividad. Figueruelas es la planta más competitiva, por lo tanto su futuro tiene que ser el de las plantas de Opel pero un poco mejor. Si no, hay algo que no cuadra y no va a haber dinero español si eso no está garantizado. Otra cosa que nos preocupa es que Magna es un proveedor y hemos detectado que los grandes fabricantes, de los que Magna es cliente, insinúan que van a revisar su relación con ella, lo que la pone a largo plazo en una situación difícil.
¿Se alcanzará un Pacto de Estado en energía?
Tenemos un 20% de exceso de consumo energético respecto a la media europea, de ahí nuestra apuesta por empresas de servicios energéticos, que van a dar mucho empleo si se utilizan recursos que ahora están ociosos, como persianistas o albañiles para los revestimientos. Estas empresas podrían ser las propias empresas inmobiliarias que reorientaran sus áreas de negocio a los servicios de eficiencia energética. EL PP creo que comparte los objetivos. Hemos dividido en seis las áreas de posible acuerdo (mix energético, suministro y almacenamiento, ahorro y eficiencia, mercados y déficit tarifario, residuos y seguridad nuclear y la proyección internacional). Creo que lograremos acuerdo en cuatro de ellas y será más difícil lo que se refiere a mercado y al mix energético.
Una de sus apuestas es el coche eléctrico, pero el precio es determinante para que tenga éxito.
El coche es más caro pero luego te cuesta menos el combustible. Podrías pagar un euro cada 100 kilómetros. Cuando el petróleo suba, la gente se va a lanzar a los coches eléctricos. A igualdad de coste y de comodidad, la gente prefiere un coche eléctrico. Hay que involucrar al sector del automóvil, a los ayuntamientos y a las eléctricas porque al final van a ser las grandes beneficiarias. Igual que las operadoras de telefonía nos regalan el móvil, quién sabe si algún día las eléctricas nos regalarán el coche eléctrico.
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