La compañía abre un café con aires ‘linuxeros’ para reconquistar Francia.

El lanzamiento del sistema operativo Windows 7 fue mundial, sí. Pero en la nación de la excepción cultural, Microsoft debía cuidar tan estratégico mercado. Para seducir a Francia, un país que ha ido muy lejos en la generalización de los sistemas operativos libres como Linux, Microsoft ha adoptado una estrategia particular: abrir un Café Windows, en el barrio de copas parisino de Les Halles.

Desde esa base operativa con barra y taburetes, los responsables de Microsoft Francia van a intentar que Windows 7 cobre ese muy ansiado perfil de sistema operativo joven, ligero, ecologista, anticonsumista, práctico, eficaz, alegre. Esto es, todo lo contrario del dinosaurio Vista.

'Aquí no se compra el sistema. Este café lo hemos abierto porque queríamos que la gente pudiera ver, tocar y experimentar las sensaciones de ligereza y eficacia de Windows 7', explica Arnaud Lambert, jefe de producto. '¿Y por qué sólo en Francia? Bueno, es que este es el país de los bistrots. La cultura y la convivencia pasan por la barra'. ¿Y no habrá abierto Microsoft este café porque este es un país que está yendo muy lejos en la generalización de los sistemas de código abierto? Tras un nanosegundo de duda, el jefe de producto reacciona: 'No, nada que ver. Lo importante es experimentar Windows 7. Mire a su alrededor', añade. 'Windows 7 es enteramente abierto. Podrá comunicarse con las pantallas, altavoces, radios o cadenas de alta fidelidad'.

Queda claro en la actitud de este Café Windows que Microsoft ha hecho de todo para darse un aire bohemio. El dossier de prensa llega a hacer el elogio de la comida biológica, la actitud ecologista, los gestos anticonsumistas y hasta de una verdura que viene de un lugar cerca del Himalaya. Para Microsoft, es necesario recuperar ese terreno perdido, el de la convivencia, la simplicidad y la ligereza, para salir victorioso en Francia en su penúltima oportunidad, Windows 7. ¿Un café?