'Socrátes pilló un rebote con la invención del alfabeto griego y el papiro, porque creía que iban a sustituir al diálogo como vía de comunicación y a la memoria como soporte del conocimiento'. Eso cuenta Platón, y ahora sucede exactamente lo mismo según explica Joaquín Rodríguez.
Doctorado en Sociología y autor de Edición 2.0 Los Futuros del libro (Melusina), la próxima semana lanza la segunda entrega de una trilogía que cuestiona todos los mecanismos de la edición y la lectura. Más allá del debate de si los soportes digitales arrasaráno no con los libros, Rodríguez analiza los cambios en los hábitos de lectura que siembra la digitalización, eje central de Edición 2.0 Sócrates enel hiperespacio.
A través de una provocación cínica, el autor expone que las nuevas tecnologías crean analfabetos informacionales incapaces de apreciar y distinguir los contenidos que alberga la red. 'Los estudios sobre los digital native dicen que cuanto más acostumbrados están los jóvenes a las nuevas tecnologías más analfabetos son', lamenta, acelerado. Según él, la solución para frenar la falta de criterio es impartir clases de alfabetización digital en primaria. 'No planteo prescindir de Google, pero sí un futuro al margen de Google, porque tiene zonas de sombra y no ofrece la consistencia que todo el mundo pretende', aclara, para evitar malentendidos.
'La lectura en pantalla es distinta. Los neurolingüistas llaman a nuestro cerebro lector, porque llevamos siglos leyendo. Pero se trata de un órgano plástico y va cambiando. Las áreas neuronales se conectan entre ellas y se especializan', explica Rodríguez. Según cuenta el autor de El desorden de las cosas, en la web sólo leemos el 20% de lo que hay en una página. No seguimos, como en un libro, un argumento de principio a fin, practicamos una lectura fragmentaria que nos conduce a una racionalización distinta'. En este sentido, defiende a los bibliotecarios: 'Los reivindico como expertos en soportes informáticos. Son el cráneo de la cultura, un organismo vivo donde viven nuestra cultura y nuestro pensamiento. Pero tienen que ser tecnólogos para ordenar contenidos. Hay que seguir preservando los soportes en papel, los soportes proporcionan racionalizaciones distintas', advierte.
Asegura que los dos soportes papel y digital convivirán. Rodríguez apuesta por conservar el papel con el afán de preservar un tipo de racionalidad. 'La revolución no es si hay un soporte digital que sustituya al papel. El problema es que hay un contenido divorciado con su contenedor. Hay que conciliar',sentencia.
Conocedor de que el tipo de lectura que abunda es la fragmentada e interrumpida por estímulos electrónicos constantes, Joaquín Rodríguez toma como ejemplo a seguir las dinámicas que algunas empresas ya han puesto en marcha. 'En Intel han instaurado unas jornadas llamadas Quiet Time. Espacios para que los directivos reflexionen sin recibir estímulos electrónicos externos', apunta divertido un hombre que se confiesa intoxicado y que para pensar y trabajar, apaga el ordenador.
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