Los niños que dedican más horas a ver la televisión y a jugar delante del ordenador podrían tener una mayor presión arterial, con independencia del grado de obesidad.
Esta es una de las principales conclusiones de un estudio realizado por la Universidad del estado de Iowa (EEUU), entre niños y niñas de 3 y 8 años y que sale publicado en la Revista de la Asociación Médica de EEUU (JAMA, por su sigla en inglés).
El primer firmante de este artículo es el investigador español David Martínez-Gómez.
En concreto, este estudio examina si el sedentarismo podría explicar los niveles de tensión arterial, que en los últimos años "han incrementado alarmantemente" en niños y adolescentes.
Para elaborar este trabajo, los investigadores realizaron una valoración del estilo de vida de 111 niños durante siete días.
En esa semana, se midió, mediante instrumentos objetivos y subjetivos, el sedentarismo de los niños diariamente.
Con un pequeño monitor de movimiento denominado acelerómetro e instalado en la cintura de los críos, los investigadores fueron capturando su actividad, lo que permitió calcular, de forma objetiva, el tiempo que éstos realizaron actividades sedentarias, principalmente estar sentados.
Además, se midieron las horas que los niños dedicaron a ver la televisión y a jugar en el ordenador, un dato subjetivo que fue obtenido a través los padres.
Según este trabajo, los niños de 3 a 8 años permanecieron en actitud sedentaria al día cinco horas, de las cuales hora y media la pasaron viendo la televisión y jugando a la computadora.
Una vez obtenidas todas las mediciones de sedentarismo, así como de tensión arterial y obesidad, los investigadores cruzaron los datos y llegaron a la conclusión de que el tiempo delante del televisor y del ordenador es lo que está relacionado con un aumento de la presión arterial, y no el mero hecho de que el niño esté sentado.
Esta es la principal conclusión del trabajo, si bien por qué las horas de televisión y ordenador influyen en la tensión arterial aún está por determinar, aunque "todo apunta a que el contexto poco sano que se asocia con ver la televisión -nutrición, sedentarismo, sueño, actividad física- puede tener la explicación", según el investigador español.
Sobre si estas conclusiones se pueden trasladar a los niños españoles, Martínez-Gómez ha dicho que el tamaño de muestra de este trabajo no es grande, así que para sacar conclusiones "más contundentes" hay que esperar y continuar las investigaciones.
"Se trata de un primer paso", ha puntualizado este investigador, quien ha explicado que, entre otras cosas, ahora lo que hay que ver es si estas relaciones se siguen dando en estudios donde se realiza un seguimiento a largo plazo de los participantes, así como en estudios de intervención donde se reduzca el tiempo en este tipo de actividades en niños y adolescentes.
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