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El nazi que se fugó con un disfraz de campesino

Derribado en Londres, el piloto Franz von Werra huyó desde Canadá

JESÚS CENTENO

El Messerschmitt comenzó a balancearse a menos de 30.000 pies. Una bala había alcanzado el depósito y la escapatoria ya no era posible. En la mañana del 5 de septiembre de 1940, un caza de la Luftwaffe aterrizaba de emergencia en los campos de Kent, al sureste de Londres. Como otros aviadores alemanes durante la Batalla de Inglaterra, el piloto un joven apuesto y engreído, fue capturado y trasladado en un campo de prisioneros. El piloto se llamaba Franz von Werra, el único prisionero de guerra nazi que logró escapar del cautiverio y regresar a Alemania con todos los honores.

El tal Von Werra nació en 1914 en Leuk, Suiza. Fue adoptado por una familia aristocrática alemana y, desde su juventud, soñó con ser un as de la aviación. Se alistó en la Luftwaffe en 1936, a los 22 años, y sirvió en la exitosa campaña europea con el fabuloso Jagdgeschwader 3. En Francia, derribó a cuatro aviones y fue destinado a participar en la decisiva Batalla de Inglaterra. En su décima misión, su Messerschmitt fue derribado y Von Werra acabó en el campo de Grizedale Hall, en Lancashire.

Von Werra fue el único prisionero de guerra alemán que logró regresar a su país

Sus compañeros de celda abogaban por esperar plácidamente al final de la guerra, pero Von Werra sólo pensaba en escapar. Su primera tentativa de fuga tuvo lugar el 7 de octubre, durante un paseo de prisioneros. Franz se escondió entre la maleza y no le encontraron hasta días después. Los británicos le prepararon otro destino, el campo de prisioneros de Swanwick. Allí, un grupo de presos llamado Swanwick Tefbau A. G. (Excavaciones Swanwick, S.A), planeaba escapar cavando un túnel. Tras un mes de trabajo sin descanso, el 20 de diciembre comenzaron la huida.

Von Werra fue el único fugado que consiguió eludir la justicia. Convenció a un campesino de que su nombre era Van Lott, un capitán holandés de la RAF que había perdido a su unidad y que debía regresar al aeródromo de Hucknall. Allí, Von Werra sorteó a los centinelas y, cuando fueron a comprobar su identificación, corrió hacia al hangar y obligó al mecánico a que le preparase una nave. Justo antes de despegar, el jefe de escuadrón le sorprendió a punta de pistola.

Von Werra y el resto de compañeros de fuga fueron enviados a Canadá junto a otro grupo de prisioneros. Una vez allí, mientras viajaban en tren por sus gélidas tierras, Franz saltó en marcha, al igual que otros presos. Todos fueron detenidos, salvo el nazi irreductible. Su nuevo objetivo era llegar a EEUU, aún neutral en el conflicto. Cruzó el río Saint Lawrence y acabó en Obgensburg. Se entregó a las autoridades, que le acusaron de entrar ilegalmente en el país y prepararon su extradición.

El cónsul alemán pagó una fianza de 15.000 dólares y se lo llevó a Nueva York. Después, Von Werra se subió a un tren que le llevó a El Paso, donde cruzó el puente disfrazado de campesino. La embajada alemana le preparó un pasaporte falso y un vuelo vía Río de Janeiro y Roma hasta Berlín, donde aterrizó, finalmente, el 18 de abril de 1941.

Hitler le condecoró con la Cruz de Hierro y Von Werra relató todo en Mi evasión de Inglaterra, que el Ministerio de Propaganda nazi prohibió por pro británico. El piloto no tuvo demasiada suerte. En verano, se reincorporó a la Luftwaffe y fue destinado al frente ruso, donde logró derribar 21 aviones enemigos. De regreso al frente europeo para preparar la defensa costera en Holanda, murió en octubre del 41, al precipitar su avión al mar durante una misión de reconocimiento en Vlissingen. Su cuerpo nunca fue encontrado.

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