Estaba muy ilusionada con su nueva función de directora del Museo de Nerja. Hacía nueve meses que había conseguido la plaza por concurso público. Llena de ideas y proyectos, en este tiempo ya había organizado programas difusión, exposiciones temporales, la formación de jóvenes investigadores, proyectos de conservación de las Cuevas de Nerja...
Ana María Márquez Alcántara, 37 años, era una arqueóloga centrada en su nueva etapa, preparada, ilusionada. Una mujer 'inteligente, trabajadora, fuerte'. Así la describen quienes la conocieron, que no salen de su asombro y tristeza. Porque Ana María está muerta: fue asesinada el 8 de agosto en Torrox (Málaga) a manos de su novio. Él vivía en Córdoba; ella en Málaga.
Experta en Patrimonio Cultural por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Ana María Márquez Alcántara era licenciada en Historia, con varios másteres en Historia y Museología, así como autora de diversos libros científicos, como La Cuenca Mediterránea durante el Paleolítico Superior (38.000-10.000 años), La Cueva de Nerja: un ejemplo a seguir en la gestión y protección del Patrimonio Subterráneo, Andalucía, territorio neandertal...
El viernes 8 de agosto su novio, Francisco Martínez, la mató a cuchilladas. Presuntamente. Alertados por los gritos, los vecinos avisaron a la Guardia Civil y uno de los agentes entró por la terraza, prácticamente cuando se acababa de producir la agresión mortal. El guardia intentó cortar la hemorragia que salía del cuello. Pero poco pudo hacer y la arqueóloga falleció allí mismo, dentro de la bañera. Su cuerpo tenía más de 20 heridas en el pecho y en las manos. El supuesto asesino aseguró que ella le había agredido primero. En el suelo había una botella rota, con la que se cree que comenzó a golpearla, antes de pasar al cuchillo.
Su presunto asesino es un hostelero de Córdoba que tenía antecedentes por haber maltratado a su ex mujer en 2005. La fallecida no había denunciado malos tratos a lo largo de su vida.
El asesino había dirigido varios negocios de hostelería, pero tenía serios problemas económicos. Cerró su negocio y se fue a vivir a la casa que su novia, Ana María, tenía en Torrox (Málaga).
Ana María Márquez es una de las ocho mujeres asesinadas este agosto por sus parejas o exparejas.
Agosto de 2014 pasará a la historia como uno de los más negros en femicidios. Hay que remontarse a 2007 para encontrar una cifra similar en la estadística.
El periodo vacacional suscita una mayor convivencia entre las parejas, y un mayor riesgo de sufrir este fenómeno extremo de la violencia machista.
Detrás de cada asesinato hay una larga trayectoria de violencia machista. Bien porque el agresor ha sometido a su pareja a la sutil violencia psicológica que tanto se minimiza y que tanto anula. Bien porque la mujer había anunciado la ruptura, fenómeno éste considerado como el detonante de muchos asesinatos. Bien porque el agresor la golpeaba. Bien porque el agresor atacó a parejas anteriores. Bien porque el agresor fue víctima de malos tratos en su infancia y lo repite años después...
El asesinato es el fenómeno extremo de la violencia de género y la culminación de años de abusos y agresiones. Pero siete de cada diez mujeres que mueren jamás se acercaron a las instituciones para pedir ayuda a lo largo de su vida.
Este agosto también han muerto mujeres que pidieron auxilio al sistema, y el sistema les falló. Como ha sido el caso de María del Carmen Marín, 41 años, asesinada el 2 de agosto de 2014.
María del Carmen Marín vivía atemorizada a cuenta de un novio que había dejado seis meses atrás. Había trabajado de limpiadora en Béjar (Almería), estaba encontrando trabajo y tenía un hijo, Francisco Javier, y una madre que lo eran todo para ella.
El exnovio, Hamid B, de 31 años de edad, había sido condenado a una pena de alejamiento, que estaba vigente hasta el 21 de octubre después de que ella le denunciara por sus amenazas.
Y es que Hamid amenazaba con matarla, la acosaba a ella y a su familia. Ella acudía al puesto de la Guardia Civil a denunciarlo y se hacía acompañar por primos en su regreso a casa. Salió un tiempo con él, después de que romper con su pareja. Pero dejó la relación a cuenta de que él estaba obsesionado con ella: no podía respirar.
Desde la pena de alejamiento, este jornalero marroquí aparentaba ante la policía local un comportamiento tranquilo.
El pasado 2 de agosto el acosador consiguió entrar en la casa de María del Carmen, sin que las denuncias que había interpuesto sirvieran para salvarla. Hamid cumplió su amenaza: si no era para él, no sería para nadie. Esta frase es muy habitual en los crímenes de violencia de género. Hamid asestó a María del Carmen 20 puñaladas y la degolló.
'Nos estamos desfondado; estamos perdiendo lo que habíamos conseguido para empoderar a las mujeres'. Inmaculada Montalbán, ex presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, asiste con preocupación a este incremento de los asesinatos.
Montalbán incide en que el último informe del Consejo Audiovisual de Andalucía revela cómo la violencia de género se ha convertido en una noticia con menor presencia en los medios de comunicación. Tanto en impacto como en calidad de la información.
Un delito público, como es una violación de los derechos humanos, está pasando a la esfera privada. Esta marcha atrás lleva aparejada un recorte de prestaciones a las mujeres víctimas de la violencia de género.
El recorte es sutil. Consiste en quitar horario a los asistentes sociales, suprimir puntos de encuentro familiar o convertirlos en servicios de pago para las víctimas, eliminar recursos... El cascarón sigue existiendo: el nombre rimbombante del recurso social existe, pero si se llama a partir de una hora determinada nadie atiende al teléfono.
A la abogada sevillana Amparo Díaz, experta en violencia de género, lo que más le preocupa es que la violencia psicológica 'ha pasado de ser una primera línea de actuación en los juzgados' a estar orillada. 'Ya no se persigue la violencia psicológica como antes'.
Es más, Díaz percibe claramente un retroceso: todos los especialistas tienden a minimizar el relato de violencia que expone la víctima. Incluso los forenses toman declaración sin que esté presente el abogado, cuando se trata de una prueba clave que decantará la resolución judicial del caso.
Se eliminan recursos para la formación de especialistas. O los departamentos creados sufren cambios de personal, que se complementan con nuevos agentes que no tienen la preparación debida.
'No se escucha a la víctima, porque se tiene prisa o porque no se sabe cómo afrontar esta violencia. Su denuncia se resume, de tal forma que se minusvaloran los riesgos que denota su testimonio y, luego, se juzga sobre ese resumen', denuncia esta abogada.
La crisis económica ha traído consigo este retroceso en materia de violencia de género. Pero esta gran marcha atrás en la lucha contra la violencia de género está organizada. Es la reacción a la Ley Integral sobre la violencia de género de 2004. Desde que entró en vigor esta normativa, se ha producido todo un fenómeno pendular de regresión. 'Es una reacción machista organizada', denuncia Amparo Díaz.
Ejemplos de dicha reacción organizada es el postmachismo contra el que clama Miguel Llorente, ex delegado del Gobierno socialista para la violencia de género quien reflexiona sobre este fenómeno en la Cadena Ser: 'El postmachismo es una nueva forma del machismo que aprovecha cualquier circunstancia 'para generar duda y confusión, lo que se traduce en distancia, que a su vez se transforma en pasividad y en que todo siga igual'.
Ejemplo claro del postmachismo son las llamadas denuncias falsas.
Complot feminazi, lo llaman sus defensores. Pero estos argumentos se desmontan con las cifras puras y duras:
La memoria 2013 de la Fiscalía General del Estado revela que en el año 2012 hubo 128.543 denuncias por violencia de género. De ellas, sólo en 29 casos se abrió procedimiento por denuncia falsa. En porcentajes, las denuncias falsas suponen el 0,022% del total de denuncias.
Poca gente recurre a las cifras exactas en los debates y en las cenas de amigos.
Montalbán constata que se han recortado los recursos destinados a sensibilizar a la opinión pública frente a la violencia machista. Y en los debates televisivos de las mañanas de cualquier cadena se asisten a reflexiones que denotan una falta de conocimiento de este fenómeno de violación derechos humanos.
El asesinato es la expresión extrema de la violencia machista. Detrás de cada muerta hay una larga historia de maltrato. A veces, el salto del maltrato psicológico al asesinato se produce de forma inmediata, sin una fase previa que alerte sobre la gravedad del ‘crescendo' en el que está inmerso el agresor. De ahí que la abogada Amparo Díaz asista con preocupación a esta minimización de la violencia psicológica.
Unas cifras para la reflexión de este machismo que no retrocede, sino que ha ganado terreno ante los recortes de los recursos: Cada año se producen 13.000 agresiones sexuales, buena parte de ellas violaciones. Una cifra muy superior a las 1.000 que situó el alcalde de Málaga. Es una cifra silente.
La Unión Europea cifra en el 6% la prevalencia de la violencia sexual en su territorio. En otras palabras, seis de cada cien europeas sufrirán una agresión sexual en algún momento de su vida.
https://www.quoners.es/debate/crees-que-las-denuncias-y-procesos-judiciales-por-violencia-de-genero-deberian-estar-libres-de-tasas
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