Más de diez mil mozambiqueños que buscaban un futuro mejor en Sudáfrica han regresado al país a causa de la actual ola xenofóbica, que ha sido recibida en Mozambique con indignación por la ingratitud demostrada por sus vecinos.
"Los sudafricanos son realmente ingratos", resumió el sociólogo Ludovico Chuquela el sentimiento que se vive en Mozambique a raíz de la violencia contra los extranjeros que se registra en el vecino país y que ha causado más de 40 muertos desde la semana pasada.
Ingratitud, recuerda Chuquela, porque durante la lucha contra el "Apartheid" el actual partido gobernante de Sudáfrica, el Congreso Nacional Africano (ANC, en inglés), contaba con bases de apoyo en Mozambique.
"Fuimos bombardeados en Mozambique porque albergábamos bases del ANC, pero parece que la memoria de ellos es corta y se han olvidado", agregó el sociólogo, que tiene a un hermano trabajando en Sudáfrica.
Ingratitud, sostienen también los medios de comunicación locales, porque en Sudáfrica, la primera economía del continente, hay cerca de 50.000 mineros mozambiqueños, un empleo que suelen rechazar los trabajadores locales.
Según datos del Ministerio del Interior de Mozambique, entre las 42 víctimas mortales de los ataques xenofóbicos registrados en los últimos días en Sudáfrica hay 23 mozambiqueños. El otro grupo importante de víctimas es el de los zimbabuenses.
Han sido precisamente mozambiqueños y zimbabuenses en su mayoría quienes han cruzado intensamente la frontera entre Sudáfrica y Mozambique en los últimos días, en un flujo de personas que sólo suele darse para las fiestas navideñas.
Los zimbabuenses escapan de la grave crisis económica que se vive en su país y ahora se ven forzados a buscar refugio en Mozambique, una de las naciones menos desarrolladas del planeta.
Fuentes diplomáticas dijeron a Efe que no hay una cifra exacta de personas que han cruzado la frontera entre Sudáfrica y Mozambique en en los últimos días, pero aseguraron que sobrepasan los diez mil.
Sólo hasta comienzos de esta semana se había registrado la entrada de tres mil personas.
En el punto fronterizo de Ressano García Efe pudo ver ayer la penosa situación en la que regresaban al país muchos emigrantes.
El Gobierno de Maputo ha movilizado a equipos de la Cruz Roja y de dependencias oficiales para atender a los que retornan, que además de mozambiqueños y zimbabuenses son malauianos y nigerianos, aunque estos últimos en menor número.
Las autoridades han decidido reactivar un Centro Nacional de Emergencias que sólo suele funcionar para hacer frente a las periódicas inundaciones que se registran en la época de lluvias.
Uno de los retornados es Carlitos Chaguala, que vivía en el barrio de Alexandra, en el este de Johannesburgo, donde estallaron los ataques xenofóbicos la semana pasada, antes de extenderse por otras áreas de la ciudad y de varios puntos del país.
"Durante el viaje hasta aquí con un amigo, no podíamos hablar changane (una lengua del sur de Mozambique) porque no queríamos ser identificados como mozambiqueños", dijo Chaguala a Efe. "No he conseguido traer nada", se lamentó.
En los barrios de chabolas de Johannesburgo, los sudafricanos están recurriendo a preguntar a sus vecinos si son capaces de identificar palabras en zulú o en otros idiomas locales para confirmar su nacionalidad.
Y los que no lo consiguen, se convierten en objetivo de la ola de violencia contra los extranjeros.
Tanto el presidente de Mozambique, Armando Guebuza, como el líder de la oposición, Afonso Dhlakama, criticaron la ola xenofóbica de Sudáfrica e hicieron llamamientos para que sus compatriotas que siguen en la nación vecina mantengan la calma.
La violencia contra los extranjeros ha sido condenada por organizaciones de derechos humanos, es la conversación más recurrida en las calles de esta capital y ocupa lugares predominantes en los medios de comunicación mozambiqueños.
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