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Moscú y Londres se enzarzan en un nuevo episodio de tensión por el British Council

EFE

Rusia y el Reino Unido protagonizaron hoy un nuevo episodio de tensión diplomática, después de que Moscú tachara de "provocación premeditada" la negativa de Londres a cerrar filiales regionales del British Council, al que los rusos acusan de llevar a cabo actividades ilegales.

"La parte británica ha incumplido la exigencia de suspender a partir del 1 de enero de 2008 el funcionamiento de todas las filiales regionales del BC" (organismo promotor de la cultura británica en el mundo) en Rusia, informó hoy el Ministerio de Exteriores ruso en un comunicado.

La Cancillería tachó de "provocación premeditada, que busca aumentar la tensión en las relaciones ruso-británicas", la negativa del Reino Unido a cerrar las filiales del BC en San Petersburgo y Yekaterimburgo, que, según Rusia, operan al margen de la ley.

Por esta razón, el embajador británico en Moscú, Tony Brenton, fue citado por segunda vez en los últimos seis meses -la anterior estuvo vinculada con el asesinato del ex agente secreto Alexandr Litvinenko- a la sede de la Cancillería rusa.

Rusia advirtió de que, a la vista de que su llamamiento ha sido ignorado, se verá obligada a adoptar "una serie de medidas administrativas y legales en línea con la práctica internacional".

Entre esas medidas, la Cancillería mencionó la reclamación de la deuda tributaria del BC en San Petersburgo y la negativa a prorrogar y conceder visados a los nuevos colaboradores de los consulados generales en esas dos ciudades rusas.

Además, amenazó con extender esas "sanciones" a la sede central del BC en Moscú e instó a Londres a abstenerse de tomar "la senda de la confrontación".

Por su parte, Brenton aseguró a la prensa, a la salida del Ministerio de Asuntos Exteriores en Moscú, que el British Council "continuará sus labores en Rusia y que su cierre sería ilegal".

"El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, expresó una posición clara según la cual la reacción de Rusia al BC obedece a los desacuerdos que hubo en las relaciones ruso-británicas en los tiempos del asesinato de Litvinenko", dijo.

De esta manera, añadió, "la parte rusa dio a entender el vínculo entre ambos asuntos. Nosotros consideramos que eso es un error".

"El BC es un canal de intercambio cultural, no una organización política. Es evidente que la labor del BC es muy demandada en Rusia y que ésta es una organización muy popular entre los rusos", subrayó.

El portavoz de la Cancillería, Mijaíl Kaminin, señaló que "toda la culpa por esta situación recae en la parte británica" y resaltó que Moscú no vincula estos hechos "a ningún otro asunto de las relaciones bilaterales".

En diciembre pasado, Rusia exigió la clausura de las filiales del BC en San Petersburgo y Yekaterimburgo (Urales), ante la ausencia de normativas que regulen su funcionamiento.

Inmediatamente, el primer ministro británico, Gordon Brown, calificó de "inaceptable" la decisión rusa y recordó que sólo otros dos países habían obrado de manera similar: Birmania e Irán.

El British Council comenzó sus actividades en Rusia a comienzos de la pasada década, cuando inauguró sus oficinas centrales en Moscú.

En los años siguientes abrió, sin el debido respaldo jurídico, según la Cancillería rusa, otras quince filiales regionales, que se vieron reducidas a las actuales tres en 2005.

Rusia asegura que la congelación de actividades de las dos filiales regionales del BC debe mantenerse hasta que se suscriba el correspondiente acuerdo bilateral.

En cambio, las autoridades británicas insisten en que las actividades del BC se rigen según el acuerdo de cooperación cultural y científica suscrito por ambos gobiernos en 1994.

"Ese es un documento marco que no determina el carácter jurídico, ni la apertura ni el funcionamiento de filiales culturales", replicó la Cancillería rusa.

El Instituto Cervantes de España vivió un contencioso similar, después de abrir sus puertas en 2002 en el marco de un convenio bilateral de cooperación cultural que debía eximirle de toda carga fiscal.

Sin embargo, las autoridades rusas denunciaron después que el Cervantes había sido inscrito en Moscú como una organización sin fines lucrativos, pero que, en cambio, cobraba por la enseñanza del español, por lo que embargaron sus cuentas.

Las relaciones entre Moscú y Londres se encuentran en su peor momento desde la caída de la URSS, debido, principalmente, a la negativa de la Justicia rusa a extraditar al empresario Andréi Lugovói, principal sospechoso del asesinato en noviembre de 2006 en Londres del ex agente ruso Alexandr Litvinenko.

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