Luz se quita un zapato, el otro, agarra un cojín, se lo coloca en el regazo y se repantinga en el sofá: 'Yo es que me despisto con el vuelo de una mosca'. Por eso ha elegido un hotelito solitario de las afueras de Madrid para hablar de La pasión, el disco de boleros que publica mañana.
Habrá quien piense que Luz Casal (Boimorto, A Coruña, 1958) se ha convertido en una artista que canta canciones domesticadas para gente mayor y aburrida. Nada más lejos de la realidad. La mujer que habla lentamente mientras sorbe té posee una fuerte personalidad que le ha permitido decidir por sí misma y una mentalidad artística bastante más abierta que la media.
Con Piensa en mí, sufrió las reticencias de la gente de su entorno
Cuando aceptó cantar un bolero para Pedro Almodóvar, la cantante que en los ochenta se atrevió a rimar Rufino con langostinos se encontró con muchas reticencias en su entorno. Estaba traicionando sus raíces rockeras. Sin embargo, Luz iba varios kilómetros por delante y esas voces resistentes se quedaron en murmullos sordos incapaces de doblegar la voluntad de una artista que defiende ('a muerte, si es menester') que cada uno debe hacer la música que necesita hacer. 'Que no tienes por qué estar cohibido. ¿No cantaban los Beatles Bésame mucho?', exclama, repantingada.
Piensa en mí la elevó al firmamento internacional. La culpa la tuvo el bolero y el bolero le hizo tilín, pero no se dejó engatusar por la serpiente del oportunismo. Aguantó la tentación casi 20 años, pero ahora ha mordido la manzana. 'En aquel momento me di cuenta de que cantar canciones de entre los cuarenta y los sesenta me salía de manera espontánea. Si Pedro no me llama, nunca lo hubiera investigado', confiesa la cantante.
Da la impresión de que tiene las cosas tan claras que no hay más explicación más allá de su propio deseo y voluntad. ¿Por qué este disco? 'Sentí que tenía que hacerlo'. En realidad, su intención inicial era publicarlo al mismo tiempo que Vida tóxica (EMI, 2007), justo después de atravesar un cáncer de mama.
'Me sale cantar boleros de una manera muy espontánea'
La Pasión hace un recorrido por canciones del folclore latinoamericano de los años cuarenta, cincuenta y sesenta.
Son canciones consagradas al mundo de los sentimientos, pasajes de ida y vuelta al desgarro que no aseguran regresar en las mismas condiciones en las que se partió. Los cantantes de aquella época volcaban sus emociones en el escenario, enseñaban las tripas con las heridas todavía abiertas, pero Luz ha optado por recorrer su propio camino: 'Ves cómo interpretaban estas canciones y te mata, cantando de esa manera como descocada. Yo intenté hacer eso, pero me veía como una folclórica. Los cantantes originales no me parecían así, pero cuando yo lo intentaba, no le encontraba el punto', reconoce la artista.
La cantante encontró el 60% de las canciones en Internet
Luz se sumergió en Internet, donde encontró el 60% de las canciones que luego ha grabado. Conoció a figuras como María Grever, de la que versiona Alma mía, o a los cubanos René Touzet y Osvaldo Ferrés.
Canciones que son como bombas de relojería: el explosivo es un sentimiento extremo. No muy diferentes a la protagonista de Plantado en mi cabeza, uno de los éxitos rockeros de Luz. 'Y es que los boleros son baladas reivindica. Si le metes una guitarra eléctrica con una distorsión y una batería, es lo mismo que una balada de rock. Porque ¿cuál es la diferencia entre una balada rock y un bolero? La manera en que está grabada, porque el contenido es prácticamente el mismo'.
Luz no ha dejado el rock y su grupo favorito actual es Muse
Cuando menciona la Pasión, con mayúscula, Luz habla de 'una actitud ante la vida. Lo que no me gustaría es que la gente, sobre todo en el extranjero, interpretara la pasión como la pasión latina. Yo soy antipasión latina, porque no deja de ser una caricatura. La pasión es el carácter y, sobre todo, actitud. No tener pasión es vivir en colores grises'.
Nieblas, soledades y muertes recorren un disco lleno de heridas. ¿Por qué esta reinmersión en el dolor, ahora que Luz ha superado el momento más doloroso de su vida? ¿Dónde está la luz? 'En mí (risas). Yo creo que al final en todas las canciones hay un poso de esperanza'.
Le intimidaba un repertorio tan clásico y tan bien interpretado. El riesgo inherente a atreverse a crear, a empujar la barrera del vacío un poco más allá e ir sacándole contenidos a la nada. 'La incertidumbre es buena, igual que la presión. Por ejemplo, cuando tengo que grabar una canción y todavía no he terminado la letra. Me excita la presión, la cuerda floja. El momento en que te preguntas: ¿Seré capaz?', reconoce.
Dice que no ha dejado el rock y lo demuestra al nombrar a Muse cuando se le pregunta por el último grupo que le ha emocionado. Si le dices la palabra Internet, ella, como pionera (retransmitió por la Red un concierto en Las Ventas en 1995), recurre a la palabra magia. No hubiera podido hacer este disco sin Internet... o al menos hubiera sufrido más. Y para sufrir, ya están los protagonistas de sus boleros.
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