Más que en una aburrida capital comunitaria, José Luis Rodríguez Zapatero aterrizó ayer en una Bruselas tomada por el pánico. 'Is Spain in danger?', preguntaban a coro los periodistas, en casi cualquier idioma, a cada líder que atendía sus preguntas a la entrada de la cumbre de la Unión Europea. La respuesta, a tenor de sus declaraciones, es un claro 'no', basado en una cálida acogida de las medidas tomadas por el Gobierno, que hizo el viaje de vuelta del presidente del Ejecutivo mucho más dulce. 'Tenemos confianza en las autoridades españolas, plena confianza', recalcó Nicolas Sarkozy, el presidente francés.
'Hemos apoyado todas las medidas [tomadas por España] y considerado que son muy importantes, incluidas las que han sido tomadas en el mercado de trabajo', añadió la canciller alemana, Angela Merkel. Según Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo, 'muchas cosas que se han dicho en los últimos días sobre la situación española forman parte de la rúbrica de exageraciones interesadas', aseguró en referencia a los insistentes rumores que, desde el viernes pasado, predicen un rescate internacional de la economía española de manera inminente.
Sarkozy: 'Tenemos plena confianza en las autoridades españolas'
Tanto Zapatero como el resto de líderes de la UE trataron ayer de levantar una barrera a la especulación, un cortafuegos que evite que rumores infundados sobre la negociación de un rescate de España se conviertan en realidad. Forma parte de la profecía autocumplida que aceleró el deterioro de las finanzas públicas de Grecia. Especulación tras especulación, los inversores desconfían de la solvencia de un país, cuya deuda soberana es a menudo puesta en cuestión. Esa estrategia, que perjudica al país atacado en beneficio de otros países y empresas, ha hecho aumentar el precio que España y Portugal pagan por refinanciarse en los mercados, a pesar de contar con una economía mucho más creíble.
Mientras los líderes de la UE luchaban contra los rumores con declaraciones sin matices, Zapatero recibió un segundo alivio. La alta demanda de la deuda emitida ayer hizo caer el diferencial con el bono alemán, la brújula que mide el riesgo de impago de la deuda de un país.
El ejemplo en los 'stress test'
Merkel: 'Hemos apoyado todas las medidas tomadas por España'
En su comparecencia ante los medios, el presidente del Gobierno eludió los datos de la emisión de deuda, pero prometió transparencia para luchar contra los rumores que han complicado la credibilidad en los mercados de España. Por eso, pidió a sus colegas europeos que sigan el ejemplo dado por el Banco de España y hagan pública la situación de todas sus entidades financieras, analizado en Europa a través de pruebas de esfuerzo (o stress tests, en inglés) que simulan el comportamiento de los bancos en caso de un nuevo colapso financiero.
'Nada mejor que la transparencia para demostrar la solvencia, dar confianza y dejar atrás tanto rumor sin fundamento', aseguró, rechazando los artículos aparecidos en la prensa que aseguraban que la visita de hoy a Madrid del director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, tiene por objetivo finalizar las negociaciones de un rescate del que nadie conoce detalle alguno.
Según Zapatero, el Gobierno explicará, como lo hizo ayer en Bruselas, las medidas que está llevando a cabo, tanto en el plano financiero (como la fusión de cajas de ahorros), como en el laboral, con la reforma del mercado de trabajo aprobada anteayer. 'Nada más', aseguró Zapatero.
Varios asesores del Gobierno se confesaron ayer sorprendidos por la ola de especulación, alimentada por medios alemanes o británicos, y reconocieron que el Ejecutivo no tiene en su mano herramientas para frenar en seco la máquina de hacer rumores. 'Si los desmentimos, parece que damos pie o que algo hay', aseguró uno de ellos. 'Pero tampoco podemos permanecer impasibles'.
La prudencia sobre las declaraciones públicas fue ayer un hecho, también de Angela Merkel, algo que contrasta con anteriores comparecencias públicas en las que recordó que España tiene a su disposición el fondo de estabilización de la zona euro, dotado con 750.000 millones, algo obvio pero interpretado casi unánimemente como una invitación a solicitarlo. Tras la cumbre, Sarkozy cambió su peculiar estilo barroco para responder con un seco 'no' a la pregunta sobre la pretendida quiebra de España.
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