Bahrana sería un pueblo tranquilo, como tantos en el norte de la India, si no fuera porque en ningún otro lugar es tan grave la disparidad entre ambos sexos: según el último censo, solo el 27% de los recién nacidos son niñas.
En la India actual nacen solo 917 niñas por cada mil niños, y los expertos afirman que ese desequilibrio se debe a la práctica ilegal de abortos selectivos, pero también a razones de cálculo familiar y hasta teorías raciales de dudosa base científica.
En la región de Haryana, colindante con Delhi y donde está Bahrana, predomina aún una sociedad profundamente patriarcal donde existe una marcada predilección por los varones, que perpetúan el linaje, cuidan a los padres en la vejez y les aseguran ingresos.
Por eso no sorprendió a muchos que el distrito de Jhajjar, al que pertenece este polvoriento pueblo agrícola, apareciera a la cola del país cuando salieron los datos del último censo decenal (2011), con una tasa de 774 niñas nacidas por cada 1.000 varones.
Para Bahrana fue aún peor: con 378 niñas nacidas por cada 1.000 varones, no hay lugar donde sea más acuciante el peligro del desequilibrio entre los sexos, hasta el punto de que los hombres han comenzado a "importar" mujeres en edad casadera.
Las chicas vienen de otras regiones indias -como Manipur o Kerala- donde hay un mayor equilibrio entre los sexos pero una peor situación económica, y aterrizan en estos pueblos sin conocer ni a su futuro marido ni a su familia, con la que deberán vivir.
"Hay que repetir ese censo -dice a Efe Subhash Malik, el director del instituto escolar del pueblo, un edificio con un gran patio y aulas oscuras para ahorrarse el calor de mayo-. Puede que los funcionarios no se emplearon a fondo".
En la escuela solo el curso preuniversitario es mixto, y sorprende constatar que hay 25 chicas y solo diez chicos hasta que el director lo aclara: "las familias -cuenta- envían a sus varones a la privada, pero no quieren invertir en la educación de ellas".
"Se piensa que las chicas solo suponen responsabilidades. Hay que casarlas y pagar una dote. Se irán a vivir con el marido. El hijo trae una mayor estima social", afirma Malik.
Como en otras sociedades, en Haryana la concepción de la familia corre pareja a la ambición de tener hijo varón: por eso muchas parejas dejan de tener hijos una vez nacido el primogénito, pero se lanzan por un segundo si su primera hija es niña.
La mentalidad patriarcal atribuye, además, el nacimiento de varones a una "ventaja genética" del padre: "si tu dieta es buena y no eres de familia pobre, es probable que tu gen Y sea más fuerte que el X", contó a Efe el cirujano jefe del distrito, Bhaskar Singh.
Junto a razones de cálculo familiar, Singh reconoce, no obstante, que en los desequilibrios juegan un papel los abortos selectivos, calificados el año pasado por el primer ministro indio, Manmohan Singh, como una "vergüenza nacional".
Según un estudio del Centro canadiense de Investigación Global para la Salud, en las últimas tres décadas se han producido en la India 12 millones de abortos selectivos contra futuras niñas, la mitad de ellos en los últimos diez años.
El problema se ha agravado, ya en este milenio, con la generalización de las técnicas para conocer de antemano el sexo del feto, pese a que en el país la ley prohíbe a los doctores informar de ello a las parejas con el fin de evitar estos abortos selectivos.
"Para saber el sexo del feto basta con hacerse la ecografía en una furgoneta -cuenta a Efe el jefe de la administración de Jhajjar, Ajit Joshi-. Lo normal es que la embarazada se marche con sus padres y es difícil saber si practicó luego un aborto selectivo".
Según Joshi, que ha implementado un novedoso sistema de monitorización por vídeo de las ecografías, en Jhajjar hay unos 23.000 nacimientos anuales, pero faltan datos de entre 1.000 y 1.200 de embarazadas que probablemente "habrán abortado".
"Nuestra sociedad considera a las niñas una carga", concluye el funcionario, que estima que llevará al menos "quince años" sacar a su distrito de los niveles actuales.
El director del instituto de Barhana permite que preste su testimonio una alumna, Rachna Ahlawat, de 16 años, quien aspira a estudiar historia o ciencias políticas en una ciudad cercana.
"No creo -cuenta- que haya menos niñas que niños. Pero sí hay una mentalidad estrecha. No quieren mandar fuera a las chicas a estudiar porque creen que nos portaremos mal".
Lo dice de pie y uniformada con una camisa azul, entre dos grandes retratos pintados en el muro de dos indias famosas, la heroica reina de Jhansi e Indira Gandhi.
Diego Agúndez
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