Cuando los soldados estadounidenses se preparaban para viajar al frente de Irak, en la primavera de 2003, se imaginaban el mismo recibimiento que disfrutaron las tropas aliadas que liberaron París. Era lo que habían visto en las películas sobre la II Guerra Mundial. Creían que la población local les iba a dar agradecimiento eterno por librarse de Sadam Husein y sus secuaces. La realidad se mostró muy diferente.
Los esfuerzos y la exposición constante a sucesos dramáticos, como la pérdida de compañeros o las heridas propias, tuvieron consecuencias catastróficas para el equilibrio psicológico de los soldados.
Según la Asociación Americana de Psiquiatría, el 40% de los veteranos de guerra en Irak sufren de trastorno por estrés postraumático. Se produce cuando alguien se expone a una situación en la que su vida o las de sus compañeros corren un grave peligro.
Matthew Gutmann y Catherine Lutz, profesores de antropología de la universidad de Brown, en Rhode Island, han identificado en sus estudios los factores que alimentan el trastorno por estrés postraumático: 'La frustración y enfado por la falta de preparación y equipamiento. La sensación de que no hay una solución al conflicto a la vista. Las penurias en una zona de guerra. Las preocupaciones sobre sus carreras y sus familias cuando regresen del frente. El racismo y el acoso sexual dentro del Ejército y las largas jornadas de trabajo'.
'El Ejército tiene dos formas de tratar los casos de estrés postraumático. La versión oficial dice que se informa a las tropas de cómo evitar y tratar el problema. Pero la realidad es que entre los mandos y los compañeros se transmite el mensaje de que el estrés postraumático es algo que sólo pasa a los débiles', cuenta Lutz en conversación telefónica.
El resultado, según Lutz, es que la mayoría de los soldados tiende a ocultar sus problemas mentales hasta que ya es demasiado tarde.
La idea con la que llegan al frente suele ser muy alejada de la realidad. 'Aunque cuentan con muchas fuentes de información, los jóvenes reclutas tienen un concepto del miedo más limitado. Van a la guerra con una visión más propia de la que han obtenido en los videojuegos que la que realmente se encuentran'.
Entre las múltiples explicaciones para contextualizar el ataque del jueves en la base de Fort Hood se ha dicho que el asaltante había quedado afectado tras atender a veteranos de Irak con estrés postraumático. 'Se puede desarrollar empatía con los pacientes, pero no es el camino por el que alguien se vuelve mentalmente enfermo', concluye Lutz.
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