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Grandes derechos

LUIGSÉ MARTÍN

Si divido lo que gano con una novela entre las horas que he empleado en escribirla, me sale un precio aproximado de cuatro euros y medio. Algo más de un tercio de lo que le pago a la asistenta que viene a casa a planchar, por poner una referencia urbana. En mi caso esto ocurre sin duda porque soy un pésimo escritor que hace novelas malas. Pero las cuentas de mis amigos escritores, algunos de los cuales son extraordinarios, son iguales o incluso peores. Podría echarle la culpa a la editorial, pero como he sido también editor, sé que la editorial en algunos casos ha perdido dinero conmigo. Cuando leo en los encendidos foros de Internet que lo que quieren los creadores es seguir forrándose sin trabajar se me descuelga el intestino hasta los pies y se me enreda en los tobillos. Por cada Pérez Reverte, por cada Sabina o por cada Bardem, hay mil escritores, músicos o cineastas que viven en la miseria. El reciente Manifiesto, que es casi más grandilocuente que la Declaración de los Derechos Humanos, afirma que si el 'modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, [los autores y la industria] deberían buscar otro modelo'.

Ayudaría mucho que alguno de esos millones de internautas, que tan sabios se han vuelto ahora gracias a la democratización del conocimiento, diera alguna idea. Me sorprende que nadie lo haya hecho todavía. ¿Será porque no existe? No estaría mal que empezáramos a hablar a calzón quitado de lo que nos estamos jugando. En www.mejorenvo.com/descargar-peliculas.html, por ejemplo, viene una estadística de lo que la gente se descarga. Véanla. Y si quieren luego seguimos hablando de Cultura, de Libertad y de Democracia.

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