Una estremecedora exposición de fotografía muestra a partir de hoy en Moscú toda la geografía de la destrucción causada hace 25 años por la catástrofe ocurrida en la central nuclear ucraniana de Chernóbil.
"Chernóbil...El nombre de esa ciudad se convirtió hace mucho tiempo en alegoría, símbolo de una gran tragedia humana", asegura Serguéi Shestakov, autor de las fotos expuestas en la Casa de la Fotografía de Moscú.
Las fotos de la desolada Prípiat (50.000 habitantes), ciudad que se encontraba apenas a cuatro kilómetros de la planta atómica, son imágenes del día después del fin del mundo, que llegó como consecuencia de la irresponsabilidad del hombre en el uso del átomo.
"Durante el último cuarto de siglo nos pareció que esto (el accidente de Chernóbil) fue una extraordinaria concatenación de circunstancias. Sí, horribles, pero que nunca se repetirían", añadió el autor, que pernoctó una noche en Prípiat.
No obstante, agregó, "todo cambió el 11 de marzo de 2011 cuando una gigantesca ola de diez metros causada por un potente terremoto ocurrido cerca de las costas de Japón, daño la planta de Fukushima-1".
Las fotos de Shestakov reflejan el abandono de la zona de exclusión de 30 kilómetros de Chernóbil, donde vivían más de 100.000 personas y ahora sólo residen algunos aldeanos que se niegan a abandonar sus desvencijadas casas y los técnicos que garantizan la seguridad de la planta.
Imágenes de muñecas y osos de peluche abandonados a su suerte, aparentemente inofensivos, pero que están cubiertos por polvo radiactivo, casas petrificadas desde que el 27 de abril de 1986 las autoridades soviéticas evacuaran para siempre a todos sus habitantes.
Platos, vasos y figuras de cerámica, que aún permanecen en las estanterías 25 años después, aguantan estoicamente la agresión de los elementos.
La escuela de Prípiat aún conserva su tablón de anuncios con carteles patrióticos soviéticos, sus pupitres carcomidos y sus oxidadas camas, al igual que la clínica municipal, que ha sido invadida por los arbustos silvestres.
La exposición también recoge imágenes de fotógrafos espontáneos, desde testigos directos de la tragedia a liquidadores o trabajadores del reactor.
La verja que separa ese mundo apocalíptico del corazón del desastre, la planta nuclear, nos recuerda el peligro latente que hay en su interior, donde aún se guardan varios cientos de toneladas de combustible nuclear.
Paradójicamente, los 30 kilómetros que rodean la planta son al mismo tiempo una "zona de libertad", en la que no hay ley, ni reglas ni rastro de la civilización y donde reina un silencio sepulcral.
La nostalgia no ciega a los autores de las fotos, conscientes de que a Prípiat a las otras aldeas de la zona les queda poco tiempo, ya que sus casas están en su mayoría en estado ruinoso y sus escasos habitantes superan en muchos casos los 70 años.
Otras imágenes centran su atención en una de las clínicas en las que fueron tratados los enfermos contaminados que sufrieron toda clase de afecciones respiratorias y quemaduras debido a la radiación.
Los rostros de dolor de los pacientes que yacen semidesnudos e indefensos contrasta con la vestimenta de los médicos, que protegen nerviosos sus rostros con mascarillas y sus cabezas con gorros.
La muestra incluye además varios vídeos con imágenes a vista de pájaro del averiado cuarto reactor de Chernóbil y de sus alrededores, y también de la operación de evacuación de Prípiat.
Cuando la locutora de la emisora local, Nina Mélnik, informaba a sus habitantes sobre la evacuación debido a la fuga radiactiva, en la ciudad tenía lugar una boda, los niños jugaban en los parques infantiles y otros daban inocentes paseos por sus entonces impolutas calles.
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